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Aparecía el día de la enseñanza en este mismo diario. Se publicaba una carta del alcalde de Noblejas, dirigida al Consejero de Educación y Cultura de Castilla-La Mancha. Tras 14 años de peticiones sucesivas para instalar un centro de enseñanzas medias en Noblejas, que alivie la saturación del pueblo cercano de Ocaña, y contribuya al perfil del pueblo, la respuesta ha sido el silencio durante estos años. Y eso que su construcción está aprobada por el Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma desde el año 2011. La Comunidad niega sus propios actos. No digo que el silencio sea malo, solo que en este caso se asemeja mucho a otras cosas que el lector puede imaginar y que nada tienen que ver con la planificación educativa en un territorio como el de la Mesa de Ocaña.
Lo insólito de este caso es que además el ayuntamiento citado está dispuesto no solo a ceder el terreno pertinente, sino también a aportar de su presupuesto municipal la cantidad nada desdeñable de cuatro millones de euros para la construcción del edificio educativo. Desconocemos si todos los pueblos de la región están tan comprometidos con la educación de las gentes de su pueblo y su entorno territorial con contribuciones tan importantes. Desde luego mejor les iría a estos territorios con actitudes parecidas.
Lo que no queda nada claro es el silencio obstinado de los responsables educativos de la Comunidad. ¿Existen razones razonables para estudiar, aprobar o descartar la iniciativa del pueblo de Noblejas? ¿Interfiere en el mapa educativo de la región? ¿Genera precedentes que no deben ser considerados con perspectiva de futuro? Estas y otras varias preguntas debieran contestarse, porque los razonamientos son superiores a los silencios como forma de gestión de las competencias que tienen transferidas las Comunidades Autónomas. El silencio del presidente Mazón ya sabemos lo que ha supuesto.
Asistimos a los descalabros que una mala gestión de los recursos propios han causado en València y su comarca. Seguro que existen documentos y pruebas suficientes de ayuntamientos y otros organismos, anunciado los desastres que podían suceder. Tal vez fue el desprecio burocrático hacia los municipios lo que ha posibilitado tales desastres. Nadie puede ser inmune a las gestiones negligentes, a los silencios que no razonan. Pretender que tales calamidades no exigen respuestas contundentes nos conduce a unos espacios de impunidad que atentan contra la democracia.
Entendemos la indignación de los ayuntamientos, que son las administraciones más cercanas a los ciudadanos, cuando se les desprecia, se les obvia o se les ningunea. Cuando se rechazan solicitudes tan constructivas como las del Ayuntamiento de Noblejas. ¿No se estarán perdiendo los beneficios descentralizadores que la Constitución buscaba cuando organizó el Estado en regiones y nacionalidades, en comunidades y municipios, próximos a los ciudadanos?
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