El Maratón Alpino Madrileño (MAM) tiene desde sus inicios una gran preocupación por el entorno donde se desarrolla y ha ido evolucionando para que el impacto de la organización y del paso de los corredores sea el mínimo posible y que su realización sea lo más sostenible posible.
No porque se haya creado la figura del Parque Nacional de Guadarrama la organización del MAM ha cambiado su planteamiento en este aspecto. Siempre ha guardado unas escrupulosas medidas y siempre ha cumplido las pautas que las diversas Administraciones han exigido. Pero no lo ha hecho solo porque eran normas de obligatorio cumplimiento sino por puro convencimiento de que es la mejor actitud posible para hacer compatible una carrera en la que participan 400 corredores en un entorno tan especial.
Entre las medidas que la organización ha ido tomando con el paso de los años y que se aplicarán íntegramente en la XVIII edición que se celebrará el 8 de junio destacan, por ejemplo, la instalación de la salida y meta en una zona urbana, el casco urbano de Cercedilla. De esta forma, el impacto visual y sonoro del montaje no afecta a las zonas más salvajes de la sierra.
Para evitar que en los primeros 3 kilómetros en que los corredores van apelotonados y puedan salirse del sendero, el itinerario discurre en sus comienzos por pista forestal y camino ancho.
Tampoco se entregan vasos en los avituallamientos (excepto en el primero), para evitar grandes aglomeraciones), minimizar la cantidad de residuos y evitamos la tentación de tirar vasos al suelo. Asimismo, todos los residuos de meta se procuran separar en distintos contenedores para poder reciclar adecuadamente estas materias: plásticos, cajas o cartones, basura orgánica... cada cosa va a su contenedor y esta separación es más fácil en un entorno urbano.
El marcaje del recorrido se realiza con elementos no agresivos: se utilizan trozos de cinta de plástico atadas a elementos del terreno y se evitan aerosoles o marcas de pintura permanentes o difíciles de quitar. Además la organización se compromete a retirarlas según van pasando los últimos corredores. No obstante, a la semana siguiente se hace un repaso general.
De esta manera, las zonas más sensibles, que suelen ser las más altas es la que menos densidad de corredores registran. El recorrido está diseñado para que, a las zonas de mayor valor y protección natural, los corredores lleguen muy separados y no haya aglomeraciones en esas zonas. El kilometraje y el desnivel de la carrera están diseñados para que Peñalara o Cabezas y su entorno tengan una densidad de corredores inferior o cercana a los 20 corredores por minuto.
La organización no se cansa de difundir entre los corredores mensajes conservacionistas para recordar a todos los participantes la delicadeza, importancia y peculiaridad del entorno por el que van a correr. Atletas y organización toman conciencia así de la excepcionalidad del entorno y de la importancia de mantenerlo así.
Finalmente, la organización está en permanente contacto con las administraciones encargadas del cuidado del Medio Ambiente atendiendo sus requerimientos. Los organizadores del Maratón piensan que solo tomando medidas de este tipo se garantiza tanto la conservación de la montaña como la posibilidad de seguir corriendo por ella.