Octava etapa del proyecto WoPeak: los Gasherbrum
Era sábado, 17 de julio de 2010. Hacía calor; en julio el sol por el norte calienta con fuerza. Esperaban encontrar muchas caras conocidas, muchos amigos con sus familias. Habían quedado a las 10.00h en Pagomakurre para alcanzar la cima del Gorbea (1.481m). Si alguno no quería subir, esperaría hasta la comida en la zona del merendero. Los más animados llegaron a la cumbre y lucieron la bandera que días antes habían encargado: una tela blanca con la imagen de WOP. Todos, con una gran sonrisa; aún no sabían el significado que tenía aquella salida al monte con los amigos.
Desde aquel día han pasado seis años. “Al ochomil en ocho pasos”, decían. Y así ha sido. Ese objetivo de la Fundación The Walk On Project (WOP) siguió caminando, paso a paso para explicar a través de este proyecto su misión en lucha contra las enfermedades neurodegenerativas. “Un camino hacia una cima que parece inalcanzable como es la cura para estas enfermedades. Pero como en el alpinismo, con la determinación de dar el máximo de nuestras posibilidades para conseguirlo. Los valores que nos mueven tienen mucho que ver con la montaña: superación, trabajo en equipo, romper barreras, tejer nuevos caminos. El monte iba a ser la manera que explicarlo”, explica Mikel Renteria, fundador de WOP. Aquella excursión al Gorbea en julio de 2010 cubría la primera etapa. Después llegaron el resto: “La Mesa de los Tres Reyes” (2.428 m.), “Taillón” (3.144 m.) y en 2012 se logró la cuarta etapa con la subida al volcán “Copacollo” en Chile (4.835 m.). Más tarde “Nido de Cóndores” (5.570 m.)…
Y entonces llegaron ellos. “Nos vimos contando nuestro proyecto a tres alpinistas muy admirados por nosotros”, recuerda Renteria de aquella tarde con Alberto Iñurrategi, Juan Vallejo y Mikel Zabalza. Una admiración deportiva a la que se sumó de inmediato un fuerte encaje personal. “Compartimos la visión de muchas cosas, compartimos la pasión por los valores de la montaña y nuestros proyectos y sueños son absolutamente complementarios”. ¿Y cómo acabó esa tarde? “Tenemos que hacer algo juntos”.
De esa convicción surgió el siguiente paso. En 2014 la cordada cubría la sexta etapa con la expedición al Paiju Peak (6.610 metros), donde abrieron una nueva vía (que llamaron 2t), en la Torre Sur. Al año siguiente (2015) el equipo alcanzaba la cima del Chamlang (7.319 metros) a través de la ruta japonesa. Todo ello fieles a su estilo de entender la montaña.
Turno para el ochomil
Iñurrategi, Vallejo y Zabalza cubrirán este verano la octava etapa WOPeak, un reto que afrontan con especial ilusión. “Es la oportunidad de cerrar un proyecto con una actividad que nos ilusiona tanto como la primera vez que fuimos al Himalaya”, apunta Iñurrategi.
Ayer, en rueda de prensa, los alpinistas desvelaban su destino y previsiones. Su objetivo: los Gasherbrum (en balti “montaña hermosa”). Se trata de un conjunto de montañas situado en la zona noreste del Glaciar Baltoro, en la cordillera del Karakórum (Himalaya). Un imponente macizo que alberga cuatro de las montañas más altas del mundo: K-2, 8.611 metros, Gasherbrum I, 8.068 metros, Broad Peak, 8.047 metros y Gasherbrum II, 8.035 metros.
En este reto les acompaña el cámara profesional Jon Herranz, recientemente premiado en diferentes festivales de cine de montaña por sus últimos trabajos, que plasmará en imágenes el día a día de la expedición. Datos, vídeos y fotografías que se podrán seguir puntualmente desde la web wopeak.com y sus redes sociales. Además, Herranz tendrá otra misión: recoger material relevante que formará parte de la tercera película documental sobre WOPeak.
Un plan abierto
¿Y cuál es el plan? Los montañeros parten con un plan abierto en el que han estudiado varias posibilidades. “Las condiciones que encontremos nos harán tomar la decisión allí mismo”. Fieles a sus valores, adaptándose a la montaña, a las condiciones meteorológicas, a sus posibilidades y sus fuerzas, ellos tres con un equipamiento mínimo, en estilo alpino, a través de vías muy poco transitadas. Porque buscar vías nuevas, salir de las rutas habituales, aumenta las dificultades, el compromiso y el interés de la actividad. Todo un reto.
Siendo un plan abierto, llevan en la mochila diferentes posibilidades estudiadas. Entre ellas, barajan las siguientes:
- Travesía en cadena del GII y GI (sin descender al CB).
- Ascender al GI realizando una combinación de dos rutas.
- Ascender al GII por una ruta muy poco habitual (la vía francesa del 75).
“Son distintas posibilidades que encajan con el tipo de himalayismo que buscamos”, apunta Iñurrategi. “Tenemos la libertad de ir con un plan abierto y poder intentar alguna de las tres ideas, cada cual más bonita. Trataremos de realizar una ascensión que nos exija lo mejor de nosotros”.
Para Mikel Zabalza, este nuevo reto tiene “casi todo”: dificultad, altitud, exploración, estilo alpino, mucha incertidumbre... “Las condiciones y los riesgos que podamos intuir y asumir marcarán la decisión final de la ruta que intentemos”.
La previsión es que la aproximación y aclimatación sean hasta la primera quincena de julio, y en la segunda quincena del mes intentar el ataque a cima.
“Sin duda, y pase lo que pase, estamos ante una expedición tremendamente especial. Juntos, en equipo, hemos llegado hasta aquí: el ochomil. Hace justo 6 años un grupo de amigos llegábamos a la cumbre del Gorbeia con la bandera WOP. Teníamos un objetivo: al ochomil en ocho pasos. Y cumplirlo junto a esta cordada es un sueño”, cuenta emocionado Mikel Renteria. Un proyecto que entiende mucho de superación.
Una importante preparación técnica
Los objetivos en la preparación de los alpinistas se centran en aumentar su rendimiento y reducir los factores de riesgo relacionados con el rendimiento y la salud. “El trabajo antes de partir a la expedición se basa en crear una buena base general de preparación física. A partir de una cierta altitud los procesos de recuperación están muy limitados, por lo que es importante tener una muy buena condición física para realizar de la manera más rápida y segura la ascensión y descenso de las cumbres”, explica Aitor Alberdi, técnico de Basque Team y preparador de los alpinistas.
Complementos gastronómicos a cargo de Eneko Atxa
La altitud durante una expedición no sólo dificulta la respiración o la capacidad de cualquier esfuerzo físico, también afecta a la pérdida de apetito. La alimentación debe ser fácil de digerir y tener un alto aporte energético. Para que ese momento sea más atractivo y llevadero, el equipo de Iñurrategi, Vallejo y Zabalza cuenta este año con Eneko Atxa.
El cocinero con 3 estrellas Michelin del Restaurante Azurmendi, de la mano de Fagor, ha creado alimentos liofilizados especialmente diseñados para este reto. Queso, tomate, pesto y aceitunas liofilizadas pensados para la alta montaña.
I+D y aspectos medioambientales como ingredientes de la expedición
El equipo irá equipado con un buzo que ha sido especialmente diseñado para esta expedición por el equipo de I+D de Ternua. ¿Y qué tiene de especial? Alta tecnología, materiales reciclados y elaboración artesanal. Un equipo con tejidos de alta tecnología y relleno de pluma reciclada e hidrófuga.