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Sobre este blog

Íñigo Jáuregui Ezquibela es docente de profesión y antropólogo de vocación. El mayor legado que heredó de su padre fue la pasión por las montañas. Una pasión inmune al paso del tiempo y que revive cada vez que las visita o escribe sobre ellas y quienes las frecuentan o habitan.

Un archipiélago de montañas

Íñigo Jauregui Ezquibela

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Íñigo Jáuregui Ezquibela es docente de profesión y antropólogo de vocación. El mayor legado que heredó de su padre fue la pasión por las montañas. Una pasión inmune al paso del tiempo y que revive cada vez que las visita o escribe sobre ellas y quienes las frecuentan o habitan.

Como ya hemos señalado en más de una y de dos ocasiones, las cadenas montañosas tienen la virtud, muy a menudo, de servir como auténticas reservas de la diversidad biológica y antropológica porque actúan como barreras protectoras y generan hábitats únicos y excepcionales que contribuyen tanto a la preservación de especies animales y vegetales como de prácticas culturales. Este fenómeno, común a todas las cordilleras del planeta, alcanza una de sus mayores expresiones en el SE de África, en una ecorregión conocida bajo el acrónimo S.E.A.M.A., es decir: South East Montane Archipelago (Archipiélago Montano del Sudeste de África).

El territorio al que nos referimos, lejos de ser continuo, se haya fragmentado y constituido por una treintena de montañas o elevaciones graníticas que emergen de las llanuras circundantes hasta alturas que oscilan entre los 961 metros de las Malawi Hills y los 3.002 del pico Mulanje. Exteriormente, su aspecto físico se asemeja al que presentan los grupos de islas y atolones que salpican las aguas del océano Pacífico, de ahí la utilización del término “archipiélago” para referirse a ellas.

El área combinada de estas paleoestructuras o inselbergen (montes-isla), que empezaron a cobrar forma hace 600 millones de años, apenas supera los 3.300 km2, sin embargo, su distribución se prolonga a lo largo y ancho de un triángulo irregular que sobrepasa los 75.000 km2 de superficie y que se extiende por el S de Malawi y el N de Mozambique. Si las examinamos más de cerca, comprobaremos que las unidades más extensas, los montes Cucutea e Inago, no rebasan los 300 km2, mientras que las más reducidas, Lico y Soche, apenas superan los 5.