Subida a Peña Oroel

Por José Antonio Carrascosa

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Formada por rocas de conglomerado de color rojizo, y situada entre el Prepirineo y las sierras exteriores de Guara, separando la cuenca media del río Aragón, al Norte, de la del río Gállego, al Sur, es montaña de muchas leyendas, pues se dice, que la Reconquista de Aragón se inició cuando unas hogueras en su cumbre indicaban el comienzo de la batalla contra la amenaza musulmana.

También se considera el vértice oriental de un triángulo cuyos otros dos vértices se sitúan en San Adrián de Sasabe y San Juan de la Peña, dos lugares que bien merecen una visita.

Próxima a su cumbre, instalada en 1902, y decorada con un martillo y una tenaza, como atributos al artesanal oficio de los herreros, posa una gran cruz metálica de color negro y de más de diez metros de alto, de los cuales, aproximadamente dos metros se encuentran soterrados, y que parece diminuta divisada desde Jaca. Ya con anterioridad a 1864 existía una cruz de madera situada en el mismo lugar.

De cara Norte, abrupta y escarpada, su cara Sur, más tendida y amable, alberga la ermita de la Virgen de la Cueva, santuario rupestre de culto antiguo y vigente en la actualidad, pues anualmente se celebra una romería el último domingo de mayo. Desgraciadamente, en 2012, la balma que hacía de techo se derrumbó sobre la cueva, destruyéndola casi por completo, por lo que no se puede acceder al interior, debiendo realizar la homilía en sus proximidades. Las constantes filtraciones de agua en su interior han llegado a formar estalactitas, y los fieles devotos rezan a la santísima virgen para obtener el beneficio del agua cuando arrecia la sequía.

El domingo 10 de septiembre de 2017, Oroel sufrió en su cara oeste un importante desprendimiento, lo que nos da una idea de la fragilidad de sus paredes, sin que afortunadamente produjera daños personales, ni afectara en demasía a la fauna y flora, salvo la caída de algún descansadero de buitres, descartando que pudiera haber crías al no ser época de nidificación. Los especialistas concluyeron que la causa del derrumbe fue debido a la meteorología, un verano muy caluroso, precedido de una primavera lluviosa y un invierno con mucho hielo, haciendo que el deshielo desgastase y soltase la roca de manera imprevisible.

De vegetación variable según se asciende, en zonas más bajas y con más horas de sol, encontramos quejigos, carrascas, boj, aliaga y erizón junto a un frondoso bosque de pinos silvestres, dando paso a hayas, abetos y tejos en su zona superior.

En línea recta, solo la separan de Jaca unos cinco kilómetros, que se convierten en algo más de nueve si accedemos por la carretera A-1205 (Jaca – Santa María de La Peña) en dirección a Bernués.

Su acceso principal por la cara Norte se sitúa en el Parador, a 1.177 metros, cerrado actualmente y en el que encontramos un amplio aparcamiento, así como un área recreativa con mesas de piedra.

Desde allí podemos elegir los tres principales itinerarios para acceder a su cumbre, de coordenadas: 42º31´13“ N – 0º32´31” O, variando éstos en dificultad y técnica, a lo que habrá que añadir que en pleno invierno la zona puede estar completamente cubierta de nieve.

Es por ello que no debemos subestimar la Peña, elegir el itinerario de ascensión conforme a nuestra preparación, contar con material y equipo adecuados y consultar la previsión meteorológica.

La ruta

Su ruta normal, apta para hacer con niños, denominada mediante un gran panel informativo, sendero S-7, no presenta mayor dificultad que el desnivel a superar de algo menos de 600 metros, por una senda bien señalizada y acondicionada, y que en menos de hora y media nos situará en la cima.

Esta ascensión la podemos dividir en dos partes, una primera, adentrados en un frondoso bosque de pinos que comienza a ascender, al principio suavemente en dirección sureste hasta el Collado de las Neveras (1.675 metros), que alcanzaremos en aproximadamente una hora, y que dará paso a una zona mucha más abierta de vegetación y poblada de boj, con impresionantes vistas, desde donde parten dos caminos válidos. El de la derecha transcurre por la divisoria y es algo más directo, y el situado a la izquierda, que es el principal, desciende al principio unos metros.

Los siguientes itinerarios que os proponemos entran dentro ya del terreno de la escalada. El primero, por dificultad, es la vía Mayencos (IIIº). Esta ruta discurre trazando una diagonal de Este a Oeste, aprovechando las debilidades de la pared para ganar altura de faja en faja.

Los pasos claves se encuentran equipados, en algún caso actuando de “quitamiedos”, y dependiendo de nuestro nivel técnico, y si la roca está seca, pues mojada se puede complicar la trepa, no será necesario asegurarse.

Aun así, recomendamos el uso de casco ante la posibilidad de caídas de piedras al tratarse de una zona muy inestable, no siendo necesario calzar pies de gatos (aunque esto depende como siempre del nivel de cada uno). Consideramos que lo más delicado del ascenso son las travesías, aunque podemos encontrar algún clavo donde poder aseguranos.

Para hallar el inicio de la senda de entrada descendemos desde el aparcamiento unos doscientos metros, dirección Oeste, por la carretera que hemos tomado de subida, hasta encontrar a nuestra izquierda, dirección Sur, una pista poco pisada junto a una característica arqueta de agua.

Debemos tener en cuenta que pese a que en algunos lugares hay puntos de pintura roja a modo de referencia en las rocas o sobre los árboles, existen tramos poco definidos, pues pueden estar cubiertos de vegetación, donde hay que buscar atentamente por dónde transcurre la senda.

Al principio, la senda va en dirección Suroeste hasta llegar a una vaguada pedregosa marcada con hitos y que debemos cruzar en dirección Oeste. Poco después llegaremos a un resalte rocoso en el que hay pintada de color rojo una pequeña flecha que nos indica la entrada a la vía a 1.455 metros.

La mayor parte de la vía son travesías en dirección Oeste con buen “patio” a nuestros pies, que atacan varios espolones (equipados) para ganar verticalidad y que nos conducirán directamente a los pies de la cruz.

Por último, y la menos concurrida, por su dificultad y exposición, se encuentra la vía Montaner-Rabadá, en su espolón noroeste. Abierta por la mítica cordada de Rafael (Jacetano) y Alberto, calificados como el “potente dúo de ataque” allá por el verano de 1961. Equipada con clavos “sikados”, alejados en los largos de menor dificultad, por lo que es recomendable llevar alguna cinta larga para alondrar y evitar que el mosquetón haga palanca en algún anclaje, apenas permite añadir seguros extras, siendo obligatorio tantear la roca antes de agarrarse firmemente debido a su estado. Esto se da especialmente en los largos inferiores, donde la roca se encuentra más descompuesta, lo que añade un plus de exposición. Si bien su grado máximo es un paso de 6b situado en una panza y que podemos superar acerando, el resto de la vía ronda el IV+/V como grado general. Debemos prestar atención a la aproximación, pues no es evidente, y saber que la vía cuenta con restricciones temporales por nidificación.

Recomendamos aparcar en el aparcamiento del parador, pues el descenso es por la normal y, para encontrar la senda de inicio, hay que descender casi un kilómetro por la carretera por la que hemos accedido, hasta encontrar en la parte izquierda de la calzada un cartel indicativo de la prohibición de escalada por nidificación como ya hemos comentado anteriormente. Desde ahí accedemos a una senda poco clara y de vegetación abundante, con algún árbol caído a nuestro paso, que debemos sortear tomando como referencia la proa del espolón. Para ello debemos sortear hasta cuatro resaltes rocosos equipados con trozos de cuerda para facilitar nuestra progresión hasta colocarnos a pie de vía donde divisaremos una sucesión de diedros y fisuras por donde transcurre la vía en sus nueve largos.

En definitiva, un lugar precioso y al lado de la ciudad de Jaca que nos sorprenderá gratamente.

Información general

Aproximación: 1h 30´.

Duración de la escalada: 3/4 horas.

Material: cuerda doble (los largos no superan los 35 metros, con posibilidad de algún empalme), 12 cintas exprés y un estribo por si se resiste el paso de 6b de la panza.

Reuniones: equipadas con dos clavos “sikados”.

Hemos realizado todas las actividades con la mochila de hidratación Duro LT de Osprey la cual nos ha dado el resultado esperado. La hemos probado dos cubicajes distintos y ciertamente nos parece un compañero ideal en todas sus capacidades, no solo para correr o montar en bicicleta, también para ascensiones rápidas y escaladas fáciles.

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