El CD Tenerife financió con una tómbola los fichajes de la temporada 54-55

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

0

“La vida es una tómbola tom tom tómbola, de luz y de colooooor, de luz y de colooooor”, cantaba Marisol en 1962. Ocho años antes, ya lo pensaba Domingo Pisaca Márquez, presidente del CD Tenerife, que el 31 de julio de 1954 inauguraba la tómbola pro-fichajes del CD Tenerife. El conjunto blanquiazul había realizado una notable temporada en su estreno en la Segunda División, pero había sufrido rigores económicos desconocidos: constantes desplazamientos, estancias prolongadas, dietas… Y también era necesario pagar fichas cada vez más elevadas, pues el profesionalismo se extendía por todas partes. Y en unos tiempos en los que no había subvenciones de las instituciones, ni ingresos televisivos, era preciso apelar a la imaginación. Era lo que luego se denominaría recursos atípicos.

La excelente temporada realizada, sin la merecida recompensa en puntos, recibió una catarata de elogios, pero tuvo un coste añadido: la pérdida de Antonio, Julito y Bolea, los tres máximos goleadores del equipo, autores de 45 de los 56 goles blanquiazules en Segunda División. Atlético de Madrid y Español eran sus destinos. Finalmente, Pisaca pudo negociar la recuperación de Julito, que había estado cedido por el Atleti y ya se quedaría eternamente en la Isla. Y también acordó el regreso de Santiago Villar, que asimismo pertenecía a los colchoneros y pidió 90.000 pesetas por temporada (entonces, el coste de un automóvil). La solución para afrontar estos gastos, ya se ha dicho, fue la organización de una tómbola, cuyos beneficios irían íntegramente destinados a reforzar el equipo. Ésa era la promesa.

La idea tuvo una respuesta muy positiva y el club pudo fichar a los porteros Getán y Padilla, que procedía de la cantera del Real Madrid; al defensa Lacueva, del Español; a los centrocampistas Ricardo, Ventolrá, Arroyo y Arbiol, que venía del Logroñés; y al ariete Avelino, que nunca hizo olvidar a Antonio, lo que aceleró la repesca de este histórico nueve meses después. Los demás, excepto Arroyo, tampoco triunfaron. De Arbiol, por ejemplo, sólo se recuerda que ejecutaba con gran potencia los saques de banda. Y lo que es peor, al menos para los cronistas de la época, sobró dinero para contratar a un nuevo entrenador, José Planas. A los pocos meses tuvo que ser despedido y el Tenerife recuperó a Carlos Muñiz. El equipo mejoró, pero no llegó a tiempo de aspirar al ascenso.

P.D. Tres décadas después, en sus primeros carnavales como presidente, Javier Pérez instaló una hucha gigante en el kiosco que el CD Tenerife tenía junto al edificio de Correos y que era atendido en ocasiones por los propios directivos. El acertado eslogan elegido, “sube el equipo, baja la deuda”, hizo que miles de aficionados se animaran a dejar sus aportaciones.

(*) Este texto forma parte del libro El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.