Ayuno de victorias, de punto en punto, camina el Tenerife hacia el final de temporada que retrata su vida en la Segunda desde que Cervera lo rescató de la indigencia deportiva. Como tantas veces en ese tramo de la Liga en el que solo ha sido peor que el Amorebieta, el representativo remata poco por dentro y aun haciéndolo en ventaja –hoy Rahmani y Gallego– define con la pobreza que retrata a los jugadores de capa caída.
Y así este empate ante el Andorra, otras tablas insípidas, sin goles, que acabaron con la bula del técnico, hasta ahora sobreviviente a los malos humores del Heliodoro. Responsable de la fase en la que hizo líder al Tenerife y de esta siniestra e inacabable, Garitano fue destinatario del cabreo de la menguante parroquia blanquiazul. Como el equipo, camina hacia la indiferencia, todavía lejana la alarma de la permanencia. La siguiente pitada rolará hacia el palco, aunque equivoque entonces el culpable, que no es el Concepción de ahora.
Anda este Tenerife de febrero tan magro que hasta le cuesta un mundo –y se queda en el intento– meterle mano al Andorra de Sarabia, que ha pasado de reinventor del fútbol a candidato al descenso. Pero hasta siendo un desastre para defender su área en la primera parte y sacar nada de esa salida del gato y el ratón con la que quiere lucir académico, tiró mejor entre palos que el Tenerife.
Al cabo, la única que paró Ratti era simple hasta para un cadete y las tres que pusieron a prueba a Soriano (dos de Karrika y la de Iván Gil) fueron lo único con peligro real de gol después de hora y media. Y para llegar hasta ahí, al Andorra le lucieron más las conducciones, morder cerca del área o poner pelotas cruzadas al palo largo que la dichosa salida con toques cortos desde su portero. Un ejercicio de efectismo del que el Tenerife se defendió bien que mal.
El problema de los locales no fue librarse de la celada de su rival como hacer buenas las titularidades de Rahmani o Álvaro, tan obligadas –o eso parece– que Luismi Cruz se vio haciendo de Roberto López, hoy suplente. Sin mayor problema para el muchacho portuense, el único toque de distinción de un Tenerife que se fue espesando entre los remates inermes y el desgaste de correr detrás del balón cuando el Andorra superaba líneas basculando o conduciendo, tanto daba.
Luismi fue el único futbolista capaz con el balón el pie de dejar atrás contrarios. En la más brillante (m.16), asistió a Rahmani con una entrega a Rahmani a la espalda de la defensa que lo dejó citado con Ratti a todo o nada. Salió rana, un remate con la pierna mala blando, inocentísimo, un trámite para el portero.
Para lo demás, el Tenerife osciló entre el envío directo a Enric Gallego, algún arranque de Mellot y la efervescencia cuando pudo robar cerca del área de Ratti, esa presión temprana a la que reduce su ofensiva cuando quiere evitarse los guiones complejos. Empujando, empujando, le puso tanta voluntad como desacierto final: ese último pase a zona de nadie, ese remate que no toma rumbo a la puerta o una pérdida que contra un equipo más letal en las vueltas rápidas le habría conducido hoy a la hoguera. A fuerza de voluntad, el Tenerife cerró el primer acto sin gol, pero sin a caerse. De vuelta de la caseta, le comió la ansiedad.
Con medio partido consumido, Rahmani y Álvaro no tenían en la mano más bazas. El uno lo intentó enrabiscado por la banda de Tribuna sin mayor peligro. Jiménez sigue tomando el pulso a tantos factores –el fondo, el Heliodoro, el sistema del Tenerife…– que antes del descanso andaba con el cartel de sustituido a la espalda. Como no dependía de él despedirse del partido, Garitano perdió otro sexto del tiempo para convenir que los nuevos extremos titulares iban sobrando. Camino del minuto 60, Ángel relevó a Rahmani y Waldo –un remedo de Waldo– a Álvaro. De resultas, Luismi se arrimó a la banda derecha y el de Geneto hizo dupla con Gallego, aunque solo un ratito. Antes del 75, Roberto y Bodiger completaron la mutación de nombres. A un cuarto de hora del final, el Tenerife ya tenía a sus dos fichajes estrella sobre el césped y al tercero relevado.
El esquema de siempre por encima de todo –o morir con tus principios, nada nuevo en el curso– explica la fase final de esta tragedia en dos actos. El Andorra urgido a deshacer un empate que tampoco le valía y Garitano mareando a Nacho, ahora entras, ahora no. Tanto demoró el quinto cambio y tanto lo meditó, que superado el 90 y tres de los cuatro extras apareció un minuto y poco Teto. Una permuta por Luismi Cruz –siempre hombre por hombre, faltaría más– que retrata el desconcierto entre bambalinas y lo fácil que es marear según a quién. ¿Luz al final del túnel? No se aprecia.
(0) CD TENERIFE: Soriano; Mellot, Sergio González, Sipcic, Medrano; Álvaro Jiménez (Ángel, m.58), Aitor Sanz (Bodiger, m.70), Alex Corredera, Rahmani (Waldo, m.58); Luismi Cruz (Teto, m.90+3) y Enric Gallego (Roberto López, m.70).
(0) FC ANDORRA: Ratti; Petxarroman (Leal, m.63), Pastor, José Marsá, Pampin; Molina, Jandro, Iván Gil; Alex Calvo (Lobete, m.63), Karrikaburu e Iker Benito.
ÁRBITRO: Andrés Fuentes Molina (Comité Valenciano). Amonestó a los locales Álvaro Jiménez (m.27), Aitor Sanz (m.43), Sipcic (m.53), Waldo (m.78) y Ángel (m.85), y a los visitantes Karrikaburu (m.36) y Molina (m.90+3).
INCIDENCIAS: Partido de la vigésimo quinta jornada de LaLiga Hypermotion (Segunda División) disputado en el estadio Heliodoro Rodríguez López ante 14.824 espectadores. En conmemoración del Día Mundial contra el Cáncer realizó el saque de honor representantes de las asociaciones AECC, Amate, Pequeño Valiente y Carrera por la Vida. Además, se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Lorenzo Olarte Cullen, expresidente del Gobierno de Canarias.