El Heliodoro se indigesta con un partido previsible

Teto se duele de una entrada de un jugador del Amorebieta

José Miguel Galarza

Santa Cruz de Tenerife —
19 de mayo de 2024 01:43 h

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El Tenerife sigue cumpliendo semana a semana con los tópicos del fútbol, incluso si se contradicen. Después de despedirse en Cartagena de la posibilidad matemática de la promoción, apeló antes a lo de la profesionalidad, el respeto a la afición y tal y tal y luego –enfrentado al Amorebieta– cumplió fiel con ese desempeño de los equipos vacíos que juegan sin premio clasificatorio. Y otra frase manida: ganó el que más lo necesitaba.

Así este 0-1 que mantiene vivo al equipo vizcaíno y engorda otra serie estadística de los blanquiazules que hace más común que nada las temporadas en las que, perdido el amor propio, afea la intrascendencia de los últimos pasos acumulando derrotas impropias.

Cayó el equipo de Garitano con el merecimiento de los alumnos indolentes y el empeño decidido de su entrenador para hacer rotaciones impensables, hoy con la excusa de premiar con la titularidad al segundo portero o rescatar de la suplencia primaveral a la que en otro tiempo –cuando sostener que Sergio González también era defensa parecía cosa de ignorantes– lucía como pareja de centrales más rentable.

Volvió también al once Teto, pero las ausencias de los refuerzos de enero quitan mérito a esta decisión: era Teto o Roberto López, que luego, con el partido muriendo, tuvo ocasión para firmar el único remate digno a la vuelta de la pausa. El día de los premios de consolación también reconoció a Bodiger, un ocho improvisado que se fue cayendo en la misma proporción que el mismo Tenerife. El Heliodoro lo despidió con silbidos, con el riesgo de que alguno quiera agarrarse a los pitos para tapar la incapacidad de devolver al francés la solvencia que le sobra como medio centro de recambio.

Con este once inédito, quedó el Tenerife al dinamismo que le pudiera imprimir Luismi Cruz con alguna arrancada, a lo que dieran las pelotas al área de Nacho o Buñuel y al respeto por el escudo de Teto –tantas veces opacado jugando fuera de su sitio– en una primera parte en la que se liberó de los demonios con dos detalles sin premio. Antes una volea de izquierda en el área, luego un requiebro soberbio ante Álvaro Núñez que le despejó el campo para citarse, sin marca, enfrentado a Magunagoitia. En ambas respondió notable el portero: una mano de reflejos y una salida después achicándole para negarle el palo largo.

Al cabo, lo de Teto antes del descanso pudo salvar la cara al Tenerife, imprevisible como acostumbra cuando se va adelante y mal escalonados medios o laterales cuando le agarró el Amorebieta en alguna vuelta –así el remate de Unzueta que desbarató Tomeu Nadal– o permitió segundas jugadas cerca de su área, tan pronto como el zapatazo de Lasure el larguero (m.2).

Entre susto y susto, el Tenerife se acomodó al ritmo del cuadro de Jandro, pero al menos remedó una cierta voluntad por hacerse con los puntos. Que le diera con la impericia que acumula Gallego o esa indolencia de Luismi tan propia de los artistas intermitentes era mucho pensar. Dos remates de Teto entre mucho balón caído al área, un empuje de aquella manera que le ha conducido a la nada clasificatoria.

El penalti de Gallego naciendo la segunda mitad devolvió a los blanquiazules al estado prevacacional. Revisado por el VAR solo para confirmar que lo era, el acierto de Unzueta ante Tomeu dio el mismo oxígeno al Amorebieta que quitó al Tenerife. Garitano convino que podía esperar diez minutitos más para ser fiel a la costumbre de que antes del 60 no se cambia de guion o actores. Cuando dio paso a Roberto López y Cacho, volaban en el Heliodoro los pájaros de mal agüero. El uno solo se asomó –mucho para la esterilidad general– con un remate violento que se encontró el poste en la acción postrera de los locales. El otro, incompatible en su flanco con Nacho, corrió más para atrás que hacia el área del Amorebieta, un remedo del jugador decisivo que ha sido para el ascenso del filial.

El partido de los tópicos no desmereció con el feliz regreso de Javi Alonso casi cuatrocientos días después de su última alineación. Fuera de forma y con miedo aún a meter el pie, filtró dos balones por dentro hacia los atacantes que le salvan del pasmo y de la comparación con Bodiger, al que relevó. El arrebato de tinerfeñización de la que tanto se habló cuando se enunciaron los propósitos de la nueva era se completó con otro ratito para Ethyan en esos minutos entre prisas ideales para sexar a los canteranos. El último tópico de una noche muy previsible.

(0) CD TENERIFE: Tomeu Nadal; Aitor Buñuel, Amo (Sergio González, m.73), José León, Nacho; Luismi Cruz (Ethyan, m.80), Aitor Sanz, Bodiger (Javi Alonso, m.73), Teto (Cacho, m.65); Ángel y Enric Gallego (Roberto López, m.65).

(1) SD AMOREBIETA: Magunagoitia; Álvaro Nuñez, Bustinza, Gayá, Lasure; Dorrio (Rayco, m.87), Erik Moran (Yriarte, m.67), Sibo, Morci (Edwards, m.87); Jauregi y Unzueta (Jorge Mier, m.82).

GOL: 0-1, m.50: Unzueta, de penalti.

ÁRBITRO: Óliver de la Fuente Ramos, del comité castellano y leonés. Amonestó a Soriano (m.54, en el banquillo) y al visitante Bustinza (m.45).

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la cuadragésima jornada de LaLiga Hypermotion (Segunda División) 23-24. Estadio Heliodoro Rodríguez López, ante 10.389 espectadores.

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