La noche del lunes 26 de octubre de 1992 un terremoto sacudió al fútbol español. Dos jugadores del Tenerife, Manolo Hiero y Toño Hernández, reconocían en ‘El larguero’, programa deportivo nocturno de la Cadena SER con más de un millón de oyentes, haber cobrado una prima de 21 millones de pesetas por derrotar (3-2) meses atrás al Real Madrid en el último partido de la Liga 91/92, resultado que posibilitó que el FC Barcelona conquistara el título. Las primas a terceros, incentivos por ganar, eran desde hace décadas un secreto a voces, pero nunca un futbolista en activo había reconocido en público percibir una ayuda de otro club por cumplir con su obligación: ganar un partido de fútbol.
El escándalo fue mayúsculo. Una semana después, ambos jugadores declararon ante el Comité de Competición, en Madrid, en medio de una gigantesca expectación. Y tras un mes de “profundo estudio”, apertura de investigaciones y expedientes… el asunto se diluyó. Y aunque en abril del año siguiente el Tenerife anunció que imponía a cada jugador una multa de 1.250.000 pesetas por sus declaraciones (pero no por haber percibido la prima), hay que recordar que entonces la directiva blanquiazul estaba enfrentada con Hierro por una deuda que debía abonar al futbolista, por lo que la sanción se entendió como una ‘rebaja’ al pago pendiente. En todo caso, Toño jamás abonó esa multa.
Oficialmente, por tanto, no existió esa prima por levantarle una liga al Madrid cuando el Tenerife jugaba un partido sin transcendencia clasificatoria. Jamás. Nunca. Nada de nada. Y al año siguiente, tras la disputa del Trofeo Joan Gámper y en las inmediaciones del mismo Camp Nou, tampoco se entregó a la plantilla blanquiazul cantidad alguna de dinero en efectivo. Jamás. Nunca. Nada de nada. Eso sí, aquella noche de octubre en ‘El larguero’, Hierro y Toño admitieron haber percibido la prima. Lo hicieron, según dirían más tarde, porque escucharon una grabación –nunca difundida públicamente– en la que Óscar Dertycia reconocía el cobro. Y en el caso de Toño, tras ser víctima de una encerrona periodística.
Eso sí, el eterno capitán blanquiazul se limitó a no desmentir los datos que daba la emisora y a aportar detalles poco concretos: el dinero lo entregó “un hombre de treinta o cuarenta años” a la vuelta de vacaciones y en una bolsa de plástico. Y aunque le insistían en que era un ex jugador del Barça recién retirado, Toño aseguraba no conocer a “un individuo que vestía pantalón vaquero y camisa” y que con el tiempo algún medio apuntó que podría tratarse de un ciudadano argentino llamado Néstor Barrone. Mientras, en Barcelona negaban el pago de la prima y abogaban por “colaborar con la investigación y perseguir a los culpables”. La opción de perder el título, ni se ponía en cuestión.
Hasta Johan Cruyff, entonces entrenador del Barça, decía con indudable buen humor que era “imposible que un catalán, con los tacaños que son los catalanes, pague esa cantidad de dinero”. En Madrid nunca confiaron en recuperar la Liga perdida, aunque Míchel aseguraba que “antes de jugar ya sabíamos que el Tenerife estaba primado y en el campo así se vio”. ¿Y en Tenerife? Pues en la Isla se recurría al tópico de que “siempre que sea por ganar las primas están bien”, se pasaba del Comité de Competición... y se temía que Hacienda investigara lo que no deja de ser un ingreso de dinero negro. Y unos meses después le volvieron a levantar otra Liga al Real Madrid.
(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.