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En el 75 aniversario de la Unión Deportiva

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Cuando el 22 de agosto de 1949 se fundó la Unión Deportiva Las Palmas en el Club Náutico tenía cinco años, y en septiembre de 1951 mi padre me hizo socio tras el ascenso a Primera División con aquella histórica victoria en el mes de julio anterior frente al Málaga por 4-1, con los goles de Manolín, Tacoronte, Peña y Polo, y recuerdo con brumas de la infancia la tremenda algarabía del Estadio Insular, y luego la vuelta hacia el Puerto con varias paradas de mi padre y sus amigos en bares, y cuando llegamos tarde a mi casa, mi madre preocupada exclamo: “Felo, con el niño a estas horas en la calle”, y mi padre abrazándola entusiasmado expresó: ¡Sóla, estamos en Primera División!“, pero la alegría sólo duró un año en la máxima división del fútbol español. La verdad es que tanto mi padre como mis dos abuelos, acérrimos partidarios del Victoria, en principio no fueron partidarios de la fusión, especialmente porque no tragaban al Marino por su presidente Eufemiano Fuentes, jefe de las Brigadas del Amanecer en la guerra civil y que tantos asesinatos cometió contra los republicanos grancanarios, pero pasado un tiempo y tras la Asamblea fundacional que se celebró en 1949 en el Náutico, todos se fueron volviendo amarillos.

De nuevo en Segunda División, pero afortunadamente pronto viví el segundo ascenso en la temporada 53-54. El último partido ese año fue en el “Heliodoro” frente al Tenerife, y se empató a cero goles, y aparte algunas vivencias del partido, lo más que recuerdo fue la vuelta a Gran Canaria en el correillo “León y Castillo” con mi padre y sus amigos, y toda la afición que se había desplazado a la isla picuda, un auténtico escándalo toda la noche en el barco celebrando el nuevo ascenso, con la Banda ded Agaete amenizando la gran fiesta popular grancanaria. Luego fueron seis temporadas seguidas en Primera División, en donde en su fase final participaron tres grandes jugadores que habían vuelto de la Península, Rafael Mújica, Alfonso Silva y Luis Molowny, este también como entrenador en su primera experiencia en el banquillo.

Desde 1960 hasta 1964, de nuevo en Segunda División, y por esas fechas me vienen anécdotas muchos más directas, porque ya siendo auxiliar de redacción en el “Diario de Las Palmas” alternando todavía como estudiante, comencé a criticar a jugadores de mi generación, como es el caso de mi gran amigo José Cristobal Correa Ruano, en paz descanse, con el que jugué unos años antes en el juvenil Sporting San José. Debutó en la UD de la mano de Rosendo Hernández en 1962 contra el Levante, con un gran partido y además marcando el gol de la victoria. Algunos años más tarde recuerdo que le hice una critica exigente, y cuando un par de días después nos vimos en el Bar “Viena” me dijo: “Felo, porque coño no vuelves al fútbol y te dejas de criticar tanto”. Por fin en 1964 se consiguió el tercer ascenso a Abarán y lo viví en la redacción de “Diario de Las Palmas” atendiendo y mandando a talleres la crónica que escribió desde tierras murcianas mi jefe Luis García Jiménez, resaltando el gran partido amarillo y los espléndidos goles de Gilberto I, Vegazo y Juanito Guedes.

Tras el ascenso de Abarán en 1964 comenzó la gran etapa de la Unión Deportiva en Primera División, diecinueve años inolvidables, y viví más de lleno las interioridades del club amarillo. Esa temporada Las Palmas sufrió la baja del defensa central Torrent, reclamado por el Barcelona tras su servicio militar en la isla, y Vicente Dauder se vio en la tesitura de elegir a su sustituto para hacer pareja con Tonono. Como iba todas las mañanas a los entrenamientos para reseñar una crónica, Luis García me decía “a ver si le sacas a Dauder a quién pone por Torrent”, y claro, me convertí en una pesadilla para el mister, que al final el sábado me dijo ¡Paco Castellano!, y Luis García lo saco en primera página en el periódico. Y menudo partido hizo contra el Barcelona Paco Castellano, marcando a Kocsis “cabeza de oro”, no le dejó tocar un balón en todo el encuentro que terminó con la victoria amarilla 2-1, con dos golazos de Germán y uno de Ré, partido que también jugó mi amigo Cristóbal Correa.

En diciembre de 1966 salió “La Provincia” a la calle, haciéndose cargo Antonio Lemus de los deportes, y pasé del “Diario” a la nueva redacción que dirigió inicialmente José Luis Martínez Albertos. Con Lemus viví unos años de intensa identidad amarilla en donde el equipo “de los canarios”, con los porteros vascos Oregui y Ulacia, escribió páginas de gloria en la Primera Division del fútbol español y tengo enormes recuerdos y anécdotas, una de ellas con dos entrañables amigos, Mamé León y su esposa Mayole Torrent. Un buen día, tras un partido en Valencia en el cual León estuvo muy flojo y así lo reflejé en la crónica, Mayole apareció en el Bar Viena, y me medió una filípica; “!Felo, coño, tú eres amigo de Mamé, o qué, le sacaste los ojos con tu crítica del partido de Valencia, creo que te pasaste!”. 

León, tras unos largos segundos de silencio, exclamó: “Mayole, si Felo no me critica nunca, una de dos, o nos dicen que le doy dinero, o que somos maricones”. Mayole terminó dándome un beso y me invitó a un cortado. Otra anécdota descriptiva de los a veces complicados viajes me ocurrió en la temporada 1983-84, en Segunda División. El trayecto era en avión Gran Canaria-Málaga, y luego en carretera a Granada. Pero me quedé ese día dormido y perdí el vuelo a Málaga, llegué luego desesperado al aeropuerto y el chaqueta roja Daniel Cabrera me dice “el vuelo a Málaga ya salió, pero espera a ver que se puede combinar”. Y tras consultar con los planing de vuelo me dice, tienes uno a Madrid y luego a Granada. A lo mejor llegas antes que la Unión Deportiva“. Efectivamente, llegué al hotel y me puse esperar en el ”hall“ de la recepción, y todos los expedicionarios se quedaron sorprendidos, incluso Antonio Lemus, que me dijo ”ya pensaba que no ibas a llegar para dar la crónica pre-partido para Canarias 7“.

Me pasaría quizá muchos folios contando mis historias de la Unión Deportiva, pero haría muy extenso este recuerdo, y también es mejor dejar para los jóvenes periodistas el acontecer más reciente. Pero quiero terminar expresando mi felicitación a Miguel Ángel Ramírez como Presidente, que le ha devuelto al equipo y al club la gran categoría que merece, con directivos como Patricio Viñayo, Director General, que fuera compañero mío en “La Provincia”, y Larry Alvarez, Director de Comunicación y Relaciones Institucionales, y no cabe duda que con estos dirigentes el club está en muy buenas manos, y la identidad popular amarilla se ahonda en el sentimiento canario. 

Cuando el 22 de agosto de 1949 se fundó la Unión Deportiva Las Palmas en el Club Náutico tenía cinco años, y en septiembre de 1951 mi padre me hizo socio tras el ascenso a Primera División con aquella histórica victoria en el mes de julio anterior frente al Málaga por 4-1, con los goles de Manolín, Tacoronte, Peña y Polo, y recuerdo con brumas de la infancia la tremenda algarabía del Estadio Insular, y luego la vuelta hacia el Puerto con varias paradas de mi padre y sus amigos en bares, y cuando llegamos tarde a mi casa, mi madre preocupada exclamo: “Felo, con el niño a estas horas en la calle”, y mi padre abrazándola entusiasmado expresó: ¡Sóla, estamos en Primera División!“, pero la alegría sólo duró un año en la máxima división del fútbol español. La verdad es que tanto mi padre como mis dos abuelos, acérrimos partidarios del Victoria, en principio no fueron partidarios de la fusión, especialmente porque no tragaban al Marino por su presidente Eufemiano Fuentes, jefe de las Brigadas del Amanecer en la guerra civil y que tantos asesinatos cometió contra los republicanos grancanarios, pero pasado un tiempo y tras la Asamblea fundacional que se celebró en 1949 en el Náutico, todos se fueron volviendo amarillos.

De nuevo en Segunda División, pero afortunadamente pronto viví el segundo ascenso en la temporada 53-54. El último partido ese año fue en el “Heliodoro” frente al Tenerife, y se empató a cero goles, y aparte algunas vivencias del partido, lo más que recuerdo fue la vuelta a Gran Canaria en el correillo “León y Castillo” con mi padre y sus amigos, y toda la afición que se había desplazado a la isla picuda, un auténtico escándalo toda la noche en el barco celebrando el nuevo ascenso, con la Banda ded Agaete amenizando la gran fiesta popular grancanaria. Luego fueron seis temporadas seguidas en Primera División, en donde en su fase final participaron tres grandes jugadores que habían vuelto de la Península, Rafael Mújica, Alfonso Silva y Luis Molowny, este también como entrenador en su primera experiencia en el banquillo.