Espacio de opinión de Canarias Ahora
ARENA sin R
Érase una vez una plaza en mi pueblo que se construyó en un espacio arenoso, céntrico y cómodo para todos. Como lo que estaba originariamente era un arenal, la bautizamos como la Plaza de ARENA.
Le pusieron un gran cartel de madera con letras en relieve al que los chiquillos nos subíamos compitiendo a ver quién tenía más agilidad, y lo hicimos con tanta frecuencia y energía que acabamos desgastando las letras y desprendiendo definitivamente la “R”, con lo que se leía “Plaza de AENA”.
Con el trabajo, año tras año, de los vecinos y vecinas y con el apoyo de los sucesivos consistorios, la plaza fue mejorándose, pavimentándose, embelleciéndose, haciéndose más útil y atractiva para celebrar las fiestas, los mercadillos, la venta de productos y el intercambio de variopintas mercaderías.
El interés por el uso de la Plaza de AENA para el comercio y el uso comunal llegó a ser tal que suponía una fuente de ingresos nada despreciable para nuestro gobierno local. Cada vez que los vecinos necesitaban un espacio para un acto público, ese arenal, ahora mejorado, prestaba un valioso servicio que se adaptaba a las necesidades del acto invirtiendo algo de los ingresos obtenidos de las ferias o mercados allí celebrados. Aquello era nuestro, y como se gestionaba bien, daba beneficios económicos y de todo tipo.
Pero (no sé porque aparecen los peros) he aquí que nuestro vecino Pepe, hasta entonces buen chico, llegó al mando de la cosa pública con nuevas ideas y nos dijo que ya no estaba de moda que lo público gestionara una actividad como la de la plaza, que eso se hacía mejor si se vendía un 49% de la propiedad a la actividad privada. Dijo también que la Plaza AENA seguía siendo pública, porque nos quedábamos con el 51. Y así, ningún vecino pudo reunir lo suficiente como para tener parte de nuestra Plaza, y ahora no sabemos quién es el dueño ni por qué, para hacer en el centro del pueblo lo que necesitamos, tenemos que discutir con unos abogados que son desconocidos para nosotros.
Dicen que eso es progresar, pero yo no lo veo.
Érase una vez una plaza en mi pueblo que se construyó en un espacio arenoso, céntrico y cómodo para todos. Como lo que estaba originariamente era un arenal, la bautizamos como la Plaza de ARENA.
Le pusieron un gran cartel de madera con letras en relieve al que los chiquillos nos subíamos compitiendo a ver quién tenía más agilidad, y lo hicimos con tanta frecuencia y energía que acabamos desgastando las letras y desprendiendo definitivamente la “R”, con lo que se leía “Plaza de AENA”.