Espacio de opinión de Canarias Ahora
Mientras, Canarias espera
Quisiera comenzar estas reflexiones poniendo de manifiesto mi contrariedad e incomodidad por hacerlo de una manera endógena y no hablar de los problemas de la gente, del paro y la pobreza de Canarias, del feroz deterioro, privatización y desconsideración de los principales servicios públicos, la sanidad y la enseñanza, de la prevención de la violencia machista… Siento vergüenza y rabia de que los conflictos internos nos resten tiempo para lo verdaderamente importante. Aunque hablamos aquí de nuestras dificultades, éstas pueden resultar insustanciales al lado de las que tiene mucha gente en Canarias día a día.
Llevamos año y medio de una legislatura que se ha tornado particularmente difícil para los consejeros y consejeras de Podemos en el Cabildo de Gran Canaria. Ha sido un año y medio de ninguneo, boicot y acoso por parte de la dirección canaria de Podemos contra el pacto de gobierno insular del que formamos parte, contra nuestro trabajo, contra el proyecto común, contra la necesidad de cambio que precisa este archipiélago, contra la única administración que planta cara al avance neoliberal que imprime el insularista Clavijo desde el ejecutivo autonómico. Esta dirección de Podemos Canarias jamás asimiló que una lista alternativa le venciera en las primarias ni, mucho menos, que las bases ratificaran mayoritariamente que las cuatro personas de Podemos elegidas en las elecciones del 25M formemos parte del gobierno insular.
Esta dirección ha hecho de Podemos Canarias una organización profundamente vertical, donde se persigue la disidencia. No existe debate, ni democracia, ni proyecto canario. Con ello han lesionado seriamente la ilusionante irrupción de Podemos en las islas, que superó los 130.000 votos. No por casualidad ha dimitido la mayoría de los consejos insulares y el Autonómico hace equilibrios en un quórum ficticio.
En este contexto y con estas claves es como puede entenderse la intencionada construcción del conflicto Pita-Brito. Un imaginario diseñado por la dirección de Podemos y difundido a través de los medios de comunicación en un intento de ocultar la existencia de diferentes visiones de lo que debe ser la alternativa de cambio en Canarias.
Desde el primer momento, esta dirección en las islas no ha dudado en dar crédito y apoyar ataques sin fundamentación a la vida privada, en intentar agitar el rechazo a cualquier decisión o acción de los suyos en el Cabildo, sin debate ni consulta previa, en busca del conflicto y el descrédito personal y político. Siempre presentando al compañero Juan Manuel Brito como presunto líder de una trama perversa en su contra. El discurso vertido convierte en zombis sin voluntad propia al resto del grupo en el Cabildo, como si los demás no tomáramos decisiones, no tuviéramos criterio ni opinión y nos limitáramos a cumplir sus órdenes. Tratamiento similar recetan a las decenas de personas que durante décadas han invertido sus esfuerzos en el desarrollo de proyectos en las organizaciones sociales en las que Juan Manuel Brito ha participado, hasta llegar a verbalizarlas como si las ONGs fueran de su propiedad. De igual modo invisibilizan a las muchas personas y proyectos que apuestan por Sí se puede en el archipiélago, como herramienta y agente protagonista de la marea de cambio en Canarias.
Resulta igualmente inquietante que la dirección canaria que se ha esmerado en vaciar de contenido los Consejos Ciudadanos Insulares, órganos naturales de coordinación de Podemos con los cabildos, sea la misma que acusa a Juan Manuel Brito de no rendir cuentas a un partido que, por otra parte, lo ha mantenido apartado de militancia desde el comienzo de la legislatura.
Uno de los logros de este Gobierno de Gran Canaria ha sido la creación, por primera vez en su historia, de la Consejería de Igualdad, un área específica que nos permite trabajar coordinadamente la igualdad de género, la violencia sexista, la diversidad sexual y las identidades de género. Dando la espalda a este logro, que no es de Podemos sino del feminismo, se ha enhebrado un discurso interesado y sexista.
Quisiera creer que lo que ha llevado a esta dirección a tener una actitud marcadamente sexista con mi trabajo y mi persona ha sido su empeño en mostrar que el problema en Podemos Canarias es Brito, y que es justamente este empeño el que les ha llevado a atacar, calumniar, expedientar y amenazar con expulsar a Juan Manuel Brito por decisiones que he tomado yo, como consejera de Igualdad, porque son de mi estricta competencia, como es el caso de la elección de la dirección general. También le acusan de adjudicar subvenciones que no dependen de él y sí, en parte, del área que yo dirijo, en base a una convocatoria pública valorada por personal técnico en la que yo no participo. Le responsabilizan especialmente de las adjudicadas a una ONG a la que yo también pertenecí pero que, miren por dónde, en mi persona no les resulta grave.
En la misma línea de despropósitos sexistas está el asunto que tiene que ver con el conflicto de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC). Siendo yo la representante de Podemos en la Fundación de la OFGC, es a él a quien acusan de separarse de la posición oficial del partido, una posición construida sin pedirme opinión, pero sí con la participación de personas que eran parte interesada del conflicto. En cualquier caso, la lógica señalaría que la desobediente fui yo, por apostar por el diálogo que finalmente condujo al acuerdo.
Por si fuera poco, trabajo con un grupo amplio de personas para la puesta en marcha y consolidación de Sí se puede en Gran Canaria, hasta el punto de ser una de las portavoces de la promotora en la isla. No deja de ser cuanto menos llamativo que sumen la promoción de Sí se puede a la lista de infracciones unipersonales de Juan Manuel Brito. Es público y notorio que esta formación formó parte desde los inicios de la constitución de Podemos en las islas y que son muchos los cargos públicos que integran las dos formaciones, sin que nada prohíba expresamente la llamada doble militancia.
Lo cierto es que Podemos demoniza a una persona en un intento de negar que éste es un conflicto político, que va más allá del compañero, niega que somos muchas las personas que discrepamos, pensamos y aportamos miradas alternativas. Podemos contradice sus eslóganes de participación y horizontalidad, bloqueando cualquier posibilidad de diálogo y confluencia. Y todo, a cualquier precio, en una vorágine de todo vale. Ignora que los procesos deben ser coherentes con las metas que dicen querer alcanzar. Mientras, Canarias espera.
Quisiera comenzar estas reflexiones poniendo de manifiesto mi contrariedad e incomodidad por hacerlo de una manera endógena y no hablar de los problemas de la gente, del paro y la pobreza de Canarias, del feroz deterioro, privatización y desconsideración de los principales servicios públicos, la sanidad y la enseñanza, de la prevención de la violencia machista… Siento vergüenza y rabia de que los conflictos internos nos resten tiempo para lo verdaderamente importante. Aunque hablamos aquí de nuestras dificultades, éstas pueden resultar insustanciales al lado de las que tiene mucha gente en Canarias día a día.
Llevamos año y medio de una legislatura que se ha tornado particularmente difícil para los consejeros y consejeras de Podemos en el Cabildo de Gran Canaria. Ha sido un año y medio de ninguneo, boicot y acoso por parte de la dirección canaria de Podemos contra el pacto de gobierno insular del que formamos parte, contra nuestro trabajo, contra el proyecto común, contra la necesidad de cambio que precisa este archipiélago, contra la única administración que planta cara al avance neoliberal que imprime el insularista Clavijo desde el ejecutivo autonómico. Esta dirección de Podemos Canarias jamás asimiló que una lista alternativa le venciera en las primarias ni, mucho menos, que las bases ratificaran mayoritariamente que las cuatro personas de Podemos elegidas en las elecciones del 25M formemos parte del gobierno insular.