Espacio de opinión de Canarias Ahora
Catalán por decreto
En principio me parece que para el consumidor es una buena noticia porque podrá elegir a la hora de seleccionar la sala de exhibición el idioma en que quiere ver la película, dentro de los dos que son oficiales en la comunidad autónoma catalana. El problema radica en la obsesión por legislar lo que debiera dejarse a la oferta del mercado, lo que en principio podría significar una desconfianza hacia la capacidad de expansión del catalán.
Hay algunas contradicciones que son difíciles de explicar en esta obsesión por legislar sobre la obligación de utilizar el catalán para equiparar su uso al castellano o incluso para sobrepasarlo: la prensa escrita, ¿por qué no se decide la Generalitat a obligar a las empresas editoras de diarios y revistas a publicar una edición en catalán, como de hecho hace voluntariamente El Periódico de Cataluña que imprime dos ediciones sin que nadie le obligue a ello. Si la Generalitat quiere un bilingüismo perfecto y la garantía de que todo lo que se imprima en catalán tenga que ofertarse en las dos lenguas podemos llegar al absurdo de no tener explicación para la diferencia. La Vanguardia, El País y El Mundo, por citar casos de periódicos que son catalanes o tienen ediciones en esa comunidad autónoma sólo se imprimen en castellano. ¿Será porque no se atreve el Govern con el sector de la prensa escrita a la hora de legislar sobre la obligación de que el lector de periódicos tenga derecho a que se le ofrezca la posibilidad de elección? ¿Ocurrirá algún día lo mismo con los libros, con las revistas, con los boletines internos de las empresas?
El PSC debiera tener en cuenta lo ocurrido en Galicia en donde algunos componentes de la política lingüística manejados por su aliado nacionalista pueden tener que ver con los resultados electorales.
Para que no haya dudas y para que los talibanes estén tranquilos, adelanto a los lectores de este artículo que el catalán me parece una de las lenguas más hermosas y ricas en expresiones para la literatura y para el amor. Ocurre que la imposición acaba por ser agotadora y después de las películas hay un montón de cosas susceptibles de recibir la obligación del bilingüismo. En tiempos de crisis no sé si es un prioridad, pero lo inteligente sería fomentar que la elección del idioma fuera una opción libre de quien imprime, edita o difunde y no una obligación impuesta por la ley.
* Periodista, analista político y articulista de
Carlos Carnicero*
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