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La insostenible pasividad de Trillo
Hay un principio de la épica militar que también debiera contaminar los comportamientos políticos: el superior se hace cargo de las responsabilidades derivadas del cumplimiento de sus órdenes por parte de sus subordinados.
Con amenaza de penas de cárcel importantes para sus subordinados, el ex ministro no quiere dar ninguna explicación sobre los hechos que ya son inconfensables. Y la fiscalía no tenía más remedio que pedir la declaración del ex ministro. Pero eso no ha ocurrido.
Ha quedado claro que los militares y forenses castrenses desplazados a Turquía para repatriar los cadáveres recibieron presiones para traerlos a España cuanto antes y desde la consciencia de que los plazos establecidos en las órdenes no podían ser cumplidos.
Ahora llegan las explicaciones políticas imposibles. La idea de que se quería aliviar el sufrimiento de los familiares de las víctimas entregándoles unos cuerpos que no se correspondían con ellos es insoportable. Según ese principio, los fines justifican los medios y quienes actuaron de manera tan irresponsable lo hicieron por piedad.
Es la última falta de respeto a unos militares que dieron su vida por España. El escándalo no se corresponde con la falta de reacción de las elites políticas de este país que debieran declarar la indignidad de quienes tratan de exculpar la ex ministro y lo justifican.
(*) Carlos Carnicero es periodista, analista político y articulista de elplural.com Carlos Carnicero *
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