La cobardía de los medrosos

Vivimos en un país de psicópatas exaltados y fanáticos. El presidente de España es agredido por la espalda por un extremista descerebrado y hay gente que lo jalea para que le siga dando leña hasta la extenuación. 

No solo eso sino que el odio cerval que le tienen algunos ultras pintamonas a Pedro Sánchez hace que vean la vida distorsionada a través de un caleidoscopio rancio y demodé. 

Hay incluso lunáticos chafalmejas que consideran que no debieron desalojar al presidente de España del tumulto provocado por una jauría energúmeno y envenenada. Creen firmemente que Pedro Sánchez tenía que haberse comportado como un Superman indolente ante las masas animales y hacerles frente hasta que le tiraran la última piedra o el último palo.

Hay incluso una pila de cretinos que estiman que Sánchez debió haberse dejado agredir y caer mártir y herido de muerte en mitad de la calle embarrada de Paiporta. Le tiene tanto odio y aversión al presidente de España que son capaces de justificar cualquier tropelía violenta y cruel contra él. 

Es evidente que estamos rodeados de fieras anormales e irracionales capaces de matar a su madre a pellizcones si a cambio salen en la primera página de los periódicos y abren los telediarios.

Hay quienes confunden los términos, se confunden ellos mismos y confunden a los demás llamando cobarde al presidente de España al mismo tiempo que son incapaces de condenar la agresión que sufrió por la espalda.

Es evidente que el verdadero cobarde es el basilisco violento que agredió al presidente y no Pedro Sánchez por dejarse golpear. Es una vergüenza que haya que explicar esto a gente que se supone bien formada y con dos dedos de frente. 

La policía y sus los escoltas lo sacaron del tumulto de fieras porque entendieron que corría grave peligro físico, pero esto a los fanáticos retrógrados les da exactamente lo mismo. No hace falta ser demasiado listo para entender que la diana de los los ultraderechistas era Sánchez y no el rey. Ni siquiera Carlos Mazón, que aún sigue en su cargo arropado por los suyos. 

Vox (que puso a sus abogados a disposición de los agresores) y sus adláteres están más cerca del monarca y del PP que del PSOE y ya no digo de Podemos o Sumar. Dios, Patria, familia y el rey. La España negra, profunda y tradicionalista. 

Muchos pusilánimes reaccionarios habrían estado encantados de cometer un magnicidio, según proclaman sin pudor e impunemente desde las redes sociales. Confunden la legítima y necesaria crítica política, que en este caso debería ir dirigida en su mayor parte a los gobernantes valencianos, con las ganas de hacer desaparecer al presidente del Gobierno de la faz de la tierra y que el desenlace parezca un accidente mafioso.

Aprovechando el río revuelto, la ganancia de pescadores y la apertura de la veda, una concejal popular ha insultado gravemente a Pedro Sánchez desde Internet, seguramente envalentonada por estos gallogallinas.

Afortunadamente su partido la ha obligado a dimitir, aunque la diferencia que hay entre esta edil soplagaitas y los dirigentes populares como Feijóo, Tellado o Gamarra es simplemente que unos son más malcriados que otros y por eso unos lo piensan y otros lo exclaman a los cuatro vientos. Unos mueven el árbol y los otros recogen las nueces, como aquella recordada frase alegórica del visionario Xavier Arzallus pronunciada el siglo pasado. 

La derecha española más merdosa aprovecha cualquier acontecimiento donde haya muertos para capitalizarlos políticamente. Parece que está deseando que ocurran desgracias en España para poder usar a las víctimas como arma arrojadiza en el debate político más sucio y embarrado. Incluidas las víctimas que ellos mismos provocan. Consuelo Ordóñez sabe mucho de eso.

Resultó muy patético ver a los reyes de España con la cara enfangada tratando de dialogar con unos merluzos descerebrados que se acercaron a ellos de manera maleducada a pedirles explicaciones. Unos súbditos monárquicos y aduladores quisieron poner al margen a los reyes pero ya estos se habían manchado los zapatos y la cara por el lanzamiento de bolas de barro por parte de la plebe.

La manía que tiene la derecha más retrógrada de usar los muertos con fines espurios viene de muy atrás, desde las víctimas de terrorismo a las de la Dana valenciana, pasando por la pandemia de los cayetanos.

Los reyes se rebajaron a apaciguar a la bestia como si fueran futbolistas disuadiendo a los hinchas más bravos y violentos que despotrican contra todo y contra todos. 

Los reyes no deben mirar al pueblo por encima del hombro pero tampoco tienen que bajar errónea e inoportunamente al barro de los desalmados más agresivos. Es uno de los pocos casos en el que los reyes deben estar a la altura.