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Las condiciones incendiarias de una catástrofe no declarada (y II) por Octavio Hernández*

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En Tenerife, con 50.000 hectáreas de base forestal, la media de superficie quemada del último decenio se situaba en 536 hectáreas para el período anual de riesgo que va del 15 de junio al 15 de octubre, pero en 2007 un único incendio ha afectado en sólo cuatro días a cerca de 15.000 hectáreas. En 2006 hubo 36 incendios forestales, entre los que se incluye el gran incendio de la isla del Hierro, y la superficie forestal afectada ascendió a 53 hectáreas. En 2005 fueron 38 y 25,6 hectáreas, y en 2004 las cifras son de 36 y 61,4 hectáreas. Si bien los datos indican una disminución de la superficie quemada hasta 2006, el número de incendios está aumentando, ya que la media anual del decenio es de 25. El aumento o descenso de la actividad y presencia humana en la interfaz urbano-forestal, la creación de bosques artificiales a través de las grandes repoblaciones y, por último, la acción de los pirómanos, hacen que el 96% de los incendios tengan causa antrópica y el 62% son intencionados.Cuantos más medios y más presión se aplica a evitar el fuego, los incendios se controlan mejor, pero más combustible se acumula y permanece, especialmente de copas. El atento cuidado del paisaje acaba enfrentándose al medio ambiente porque multiplica el combustible vegetal y donde la masa forestal no es gestionada ni aprovechada el fuego se convierte en el principal gestor. La mayor parte de los conatos queman a baja intensidad y se apagan rápidamente dañando superficies muy pequeñas, pero si debido a negligencia o a las condiciones de calor, viento y deshidratación el fuego supera la fase de conato, el combustible acumulado arde con intensidades tan altas que escapa del control de los sistemas de extinción. Por eso el 85% de la superficie quemada es debida a solo el 1,6% de los incendios declarados.Los megaincendios dejan obsoleta la “lucha contraincendios” de estacionalidad estival basada en contratar brigadas de extinción en condiciones laborales precarias, porque la intensidad del fuego no está al alcance de las herramientas de los cuerpos de extinción. El fuego es más rápido que las líneas de contención, los medios acompañan al incendio en lugar de apagarlo. Su propagación supera la velocidad de las órdenes de la cadena de mando. Por eso la misión del sistema de extinción contra los megaincendios es apagar el conato, porque será desbordado si el fuego supera esa fase inicial. La formación del personal debe estar menos orientada a contener el fuego y más dirigida a apagarlo inmediatamente y la prevención debe ocupar todo el año con investigación, formación y empleo público estable. Actualmente el fuego de alta intensidad es el principal gestor del paisaje y los sistemas para abordarlo ya no son “contraincendios”, puesto que en la prevención se gestiona también “quemas selectivas” e “incendios de diseño”. Evitar el fuego no es el objetivo, sino comprender su ecología y aprender a convivir con él en una sociedad tan contradictoria como la nuestra.* Octavio Hernández es portavoz de Los Verdes de Tenerife

En Tenerife, con 50.000 hectáreas de base forestal, la media de superficie quemada del último decenio se situaba en 536 hectáreas para el período anual de riesgo que va del 15 de junio al 15 de octubre, pero en 2007 un único incendio ha afectado en sólo cuatro días a cerca de 15.000 hectáreas. En 2006 hubo 36 incendios forestales, entre los que se incluye el gran incendio de la isla del Hierro, y la superficie forestal afectada ascendió a 53 hectáreas. En 2005 fueron 38 y 25,6 hectáreas, y en 2004 las cifras son de 36 y 61,4 hectáreas. Si bien los datos indican una disminución de la superficie quemada hasta 2006, el número de incendios está aumentando, ya que la media anual del decenio es de 25. El aumento o descenso de la actividad y presencia humana en la interfaz urbano-forestal, la creación de bosques artificiales a través de las grandes repoblaciones y, por último, la acción de los pirómanos, hacen que el 96% de los incendios tengan causa antrópica y el 62% son intencionados.Cuantos más medios y más presión se aplica a evitar el fuego, los incendios se controlan mejor, pero más combustible se acumula y permanece, especialmente de copas. El atento cuidado del paisaje acaba enfrentándose al medio ambiente porque multiplica el combustible vegetal y donde la masa forestal no es gestionada ni aprovechada el fuego se convierte en el principal gestor. La mayor parte de los conatos queman a baja intensidad y se apagan rápidamente dañando superficies muy pequeñas, pero si debido a negligencia o a las condiciones de calor, viento y deshidratación el fuego supera la fase de conato, el combustible acumulado arde con intensidades tan altas que escapa del control de los sistemas de extinción. Por eso el 85% de la superficie quemada es debida a solo el 1,6% de los incendios declarados.Los megaincendios dejan obsoleta la “lucha contraincendios” de estacionalidad estival basada en contratar brigadas de extinción en condiciones laborales precarias, porque la intensidad del fuego no está al alcance de las herramientas de los cuerpos de extinción. El fuego es más rápido que las líneas de contención, los medios acompañan al incendio en lugar de apagarlo. Su propagación supera la velocidad de las órdenes de la cadena de mando. Por eso la misión del sistema de extinción contra los megaincendios es apagar el conato, porque será desbordado si el fuego supera esa fase inicial. La formación del personal debe estar menos orientada a contener el fuego y más dirigida a apagarlo inmediatamente y la prevención debe ocupar todo el año con investigación, formación y empleo público estable. Actualmente el fuego de alta intensidad es el principal gestor del paisaje y los sistemas para abordarlo ya no son “contraincendios”, puesto que en la prevención se gestiona también “quemas selectivas” e “incendios de diseño”. Evitar el fuego no es el objetivo, sino comprender su ecología y aprender a convivir con él en una sociedad tan contradictoria como la nuestra.* Octavio Hernández es portavoz de Los Verdes de Tenerife