Espacio de opinión de Canarias Ahora
Las cosas claras y el chocolate espeso
Porque, la verdad, no creo que el portazo de Román en el Congreso fuera transfuguismo. Si algo le reprocho es haber mantenido aquella ficción de grupo parlamentario, no que lo abandonara. Pudo ser una putada, pero no transfuguismo: fue CC quien dio un giro al alinearse con el PP y no podía pretender que Román aceptara un cambio que no se corresponde a su textura ideológica, escorada al PSOE. CC modificó los supuestos de un acuerdo en el Congreso cogido por los pelos, tras la terminante ruptura en Canarias.
Y voy a lo del Cabildo. Comparto en su conjunto la valoración positiva del tinerfeño que hace Alarcó. Creo que, en efecto, el Cabildo de Tenerife es el más organizado y eficiente de las islas. Unas virtudes a las que se sumaba la discreción. La corporación se sentía reconocida y respetada en su liderazgo sin necesidad de faroladas inelegantes, como la reciente de Ricardo Melchior. Un grave error dar de merecer a los demás con sus presupuestos, pues si siempre se ha sospechado (o sabido) que el Cabildo tinerfeño recibía trato de favor, mientras guardó silencio la carga de la prueba correspondía a los eventuales denunciantes, que se veían obligados a tragar; ahora, el flatus melchiorano les ha aportado la prueba de la que agarrarse y toca al Gobierno demostrar el exquisito equilibrio. Cambio de tercio “procesal” se llama la figura.
Me pregunto qué le ocurrió a Melchior. Será que ve necesitada a ATIcc para los idus de marzo y quiso ayudar de cara a la parroquia con el alarde de abundancia presupuestaria; sin pensar que ponía a Paulino en el brete de tener que explicar las diferencias que no vengan justificadas por la buena gestión; y a los políticos grancanarios en la tesitura de exigirle esas explicaciones ante su mosqueadísima feligresía. Mechior hizo lo que técnicamente llamamos “levantar la liebre”.
Paulino no puede ignorar la creciente desconfianza hacia su Gobierno. Le urge poner las cosas claras y el chocolate caliente; como en las churrerías de la Universidad de la Vida a las seis de la mañana.
Porque, la verdad, no creo que el portazo de Román en el Congreso fuera transfuguismo. Si algo le reprocho es haber mantenido aquella ficción de grupo parlamentario, no que lo abandonara. Pudo ser una putada, pero no transfuguismo: fue CC quien dio un giro al alinearse con el PP y no podía pretender que Román aceptara un cambio que no se corresponde a su textura ideológica, escorada al PSOE. CC modificó los supuestos de un acuerdo en el Congreso cogido por los pelos, tras la terminante ruptura en Canarias.
Y voy a lo del Cabildo. Comparto en su conjunto la valoración positiva del tinerfeño que hace Alarcó. Creo que, en efecto, el Cabildo de Tenerife es el más organizado y eficiente de las islas. Unas virtudes a las que se sumaba la discreción. La corporación se sentía reconocida y respetada en su liderazgo sin necesidad de faroladas inelegantes, como la reciente de Ricardo Melchior. Un grave error dar de merecer a los demás con sus presupuestos, pues si siempre se ha sospechado (o sabido) que el Cabildo tinerfeño recibía trato de favor, mientras guardó silencio la carga de la prueba correspondía a los eventuales denunciantes, que se veían obligados a tragar; ahora, el flatus melchiorano les ha aportado la prueba de la que agarrarse y toca al Gobierno demostrar el exquisito equilibrio. Cambio de tercio “procesal” se llama la figura.