Si hay una palabra que define al presidente del Gobierno de España es audacia. Para lo bueno y para lo malo, en la salud y en la enfermedad. Pedro Sánchez ha sido audaz al convocar elecciones generales el día siguiente de las autonómicas y municipales que han dejado al PSOE bailando con una pierna sola.
Hay quienes creen que el presidente es temerario más que audaz pero lo cierto es que no tiene nada que perder y mucho que ganar con el adelanto de los comicios generales. En realidad no le quedaba otra aunque muchos no se habrían atrevido a adelantar las elecciones y seguirían en su poltrona asegurada hasta final de año. Más vale pájaro en mano que ciento volando.
Estoy cansado de leer y escuchar que el PSOE ha sufrido una debacle el 28 de mayo. Si es una debacle, desde luego ha sido una hecatombe leve porque el Partido Socialista le ha ganado al PP en veintidós de las cincuenta provincias españolas, entre ellas las dos canarias.
El PSOE apenas ha perdido un punto en relación con las anteriores elecciones municipales, lo que se traduce en poco más de medio millón de votos, mientras que el PP ha subido 8 puntos o, lo que es lo mismo, un millón ochocientos mil votos. Si tenemos en cuenta que el partido de Feijóo se ha comido con papas a Ciudadanos, no resulta difícil explicar que esa cantidad de votos engullida por los populares fue justa la que consiguió el partido liberal casi extinto en los comicios anteriores. Lo comido por lo servido. Tanto es así que no ha quedado ni siquiera la emblemática concejal de Ciudadanos en Madrid, Begoña Villacís.
No es el PSOE el que se lo debe hacer mirar sino los partidos que están a su izquierda, fundamentalmente Podemos, que ha dilapidado una millonada de votos desde que se dio a conocer hasta la actualidad por actuar erróneamente y de manera pueril por parte de algunos de sus dirigentes que siguen queriendo tener más protagonismo que el Papa de Roma.
Es una verdadera pena que una opción política que pedía el pueblo español a voces en 2015 se haya convertido en una amalgama ininteligible gobernada por niñatos desnortados y ególatras. La gran esperanza blanca ha trocado en una jaula de grillos muy ruidosos. Mucho ruido y pocas nueces.
Si extrapolamos los votos obtenidos por el PP y Vox el 28 de mayo a unas elecciones generales hoy, este tándem no obtendría ni por asomo la mayoría absoluta necesaria para gobernar. Por eso todo está aún en el aire y va a depender mucho de la inminente campaña electoral. Otra más.
Cuando escucho a los que afirman categóricamente que hay una supuesta debacle electoral del PSOE, me entra la risa porque vivo en Canarias y aquí ha sido el partido más votado con diferencia. Además, vivo en Gran Canaria, donde el PSOE y Nueva Canarias han sido las fuerzas más votadas, por lo que se renovará por tercera vez el gobierno insular de izquierdas. Y más concretamente vivo y voto en Las Palmas de Gran Canaria, donde también se renovará por tercera vez el pacto de izquierdas entre el PSOE, Nueva Canarias y Podemos. Aquí resisten muy bien los gobiernos social comunistas aunque tengamos que escuchar por boca de enterados pitagorines que ha habido una hecatombe en el Partido Socialista de Canarias.
El PSOE canario perdió tan solo dos diputados en relación con las elecciones de 2019, exactamente los mismos que ha bajado García Page en Castilla La Mancha, donde ha ganado los comicios por mayoría absoluta. No parece una bajada significativa teniendo en cuenta el descenso del partido a nivel nacional.
A todo esto hay que añadir que el Partido Socialista no solo fue el más votado en la capital grancanaria sino también en la tinerfeña, donde por primera vez en la historia democrática el PSOE es el primer partido. Por si fuera poco, la tercera ciudad de Canarias, San Cristóbal de La Laguna, también estará gobernada por un pacto de izquierdas liderado por el PSOE, el partido más votado, por lo que se vuelve a renovar el pacto progresista.
En la isla de Tenerife fue también el PSOE el más votado, por lo que el socialista Pedro Martín será reelegido automáticamente, según la ley, como presidente del Cabildo. Y no será la única isla presidida por socialistas. Por eso cuando escucho o leo lo de la debacle socialista en Canarias me entra la risa tonta. Otra cosa es que los perdedores pacten para el expulsar al ganador, como se barrunta, pero eso no excluye la clara victoria de los socialistas en Canarias.
Parece que Feijóo quiere sacrificar a sus correligionarios en Canarias, que por cierto fueron terceros, si a cambio Pedro Sánchez acepta que gobiernen en las instituciones las listas más votadas. En este caso el presidente del PP sería coherente con lo que ha estado proclamando durante toda la campaña electoral. Otra cosa es que el PSOE lo acepte. Eso también lo hace el gallego para que no le sigan acusando de pactar con la ultraderecha en plena algarabía victoriosa y en vísperas de unas elecciones generales que se presumen apasionantes y decisivas.
Si se piensa bien, un pacto entre los perdedores nacionalistas y populares en Canarias sería absolutamente desequilibrado a favor de Tenerife porque Gran Canaria sólo logró un diputado de CC por esta isla al Parlamento. El peso absoluto de Coalición Canaria está en la provincia occidental y sobre todo en Tenerife, por lo que un posible pacto entre nacionalistas y populares ahondaría aún más en un desequilibrio regional que podría amplificar el maldito y tradicional pleito insular y provincial.
Por último, es curioso que las comunidades autónomas donde menos roscas se ha comido el PP este pasado 28 de mayo sean precisamente las únicas que en el referéndum de 1986 votaron en contra de la entrada de España en la OTAN: Cataluña, País Vasco, Navarra y Canarias.
En ninguna de estas comunidades antiatlantistas el PP no sólo no logró ser el partido más votado. Ni siquiera fue el segundo. En Canarias fue el tercero y en las otras tres comunidades quedó mucho peor parado. Parece lógico cuestionar que un partido tan rechazado en cuatro de las diecisiete Comunidades Autónomas, en las que incluso en algunas prácticamente tiene una representación simbólica, pueda gobernar todo el Estado.
Tras las elecciones del 28 M la izquierda española tiene que replantearse muchas cosas si quiere recuperar el rumbo y el gobierno, aunque una izquierda más que otra, pero también es evidente que el principal partido de la oposición y ganador de las últimas elecciones en España tiene aún una gran asignatura pendiente. Si no la aprueba pronto, difícilmente podrá gobernar de manera eficiente y práctica a sus propios compatriotas.
¿Debacle, qué debacle?, ¿crisis, qué crisis? Volvemos a la casilla de salida. De oca en oca y tiro porque me toca.