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El desinterés

Entonces apagué el aparato y fui a dar un paseo que aproveché para pasar a ver a mi nieta. Más que nada en previsión de que en sus juegos aún tiernos por los alrededores de algún televisor encendido captara inconscientemente lo que no debe. Las criaturas son muy receptivas y no necesitan a Paulino para que se tomen el puré; ya está el coco o el hombre del saco. O el duque de Alba, si nos ponemos europeos.

Quiero decirles que remito a los compañeros de la Prensa para la intervención de Paulino. Lo mío es opinar de lo que ellos narren; si merece la pena, claro.

Viene todo esto a cuento de lo harto que me tienen quienes hablan de manipulaciones de esta columna o de este periódico. El otro día un lector lo dejó claro: por un lado está la información de lo ocurrido; por el otro, lo que cada cual opine con mayor o menor acierto. Una diferenciación obligada.

Opinar, que de eso hablo, implica, por supuesto, aceptar que hay quienes piensan de forma distinta o contraria. Gracias a Dios, porque, de no ser así, nos aburriríamos; y si uno no se arriesga a equivocarse, peor. Pero entre los que no están de acuerdo se nota quienes usan para disentir la razón , sus mayores conocimientos o mejor información y los que muestran su disconformidad en términos gruesos atribuyendo al opinante oscuras intencionalidades e inconfesables dependencias ideológicas (que no niego, bonito fuera) o partidistas (que niego rotundamente).

Viene esto por la de veces en que me han hecho del PSC en un tono diría que cuasi facha porque lo dicen en el tono de quien acusa de un crimen. Yo lo niego y ellos persisten en que pretendo ocultarlo, como si fuera vergonzoso militar en cualquier otro partido, incluido el de ellos. No aceptan que negarlo es un simple dato; la verdad, o sea. Lo que aclaro porque el desinterés en oír a Paulino se acompaña del propósito de escuchar a López Aguilar; que no obedece sino a mi convencimiento de que, en principio, éste tiene algo que decir mientras que el presidente ya lo ha dicho todo. Cada cual es dueño de administrar su tiempo.

Entonces apagué el aparato y fui a dar un paseo que aproveché para pasar a ver a mi nieta. Más que nada en previsión de que en sus juegos aún tiernos por los alrededores de algún televisor encendido captara inconscientemente lo que no debe. Las criaturas son muy receptivas y no necesitan a Paulino para que se tomen el puré; ya está el coco o el hombre del saco. O el duque de Alba, si nos ponemos europeos.

Quiero decirles que remito a los compañeros de la Prensa para la intervención de Paulino. Lo mío es opinar de lo que ellos narren; si merece la pena, claro.