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Esto se desmorona... pero no pasa nada

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Pero no pasa nada… porque no es la primera vez que este gran país se enfrenta a encrucijadas parecidas o más graves a lo largo de su historia… y siempre ha salido indemne con el esfuerzo debido y el correspondiente sacrificio que define la vocación por la supervivencia de un pueblo otrora glorioso en páginas heroicas, tantas veces sustraídas del contexto cronológico para denigrar sus valores verdaderos. Paradigma de coetáneos adversativos y modelo para generaciones presentes y futuras, bien informadas y mejor formadas.

Pero no pasa nada… porque es importante identificar la realidad desde la perspectiva popular. La sabia conciencia ciudadana no se deja engañar por eslóganes torticeros o soflamas políticas que solo pretenden captar votos con mentiras y falsas promesas incumplidas antes de proponerlas. Pero la comodidad de no exigir derechos básicos y la resignación colectiva ante abusos institucionales, propician que los supuestos servidores del pueblo, contratados como tales en las urnas, apenas encaramados en la poltrona respectiva devengan en Vuecencia, Ilmo. Sr., Señorías, Usía y demás zarandajas del tratamiento protocolario que convendría ajustar a la verdadera entidad de los susodichos que, por arte de birlibirloque, de pronto y sin merecerlo, se ven convertidos en padres patrios; investidos de una fatua autoridad espléndidamente pagada por la parte contratante a la que menosprecian desde encima del hombro.

Pero no pasa nada… porque todo tiene arreglo. Aunque ante cualquier problema o conflicto de índole social, económica, laboral, humanitaria, cultural, sanitaria, deportiva o simplemente ideológica, que deban ser resueltos en términos políticos, el fracaso está servido de antemano. ¿Algún ejemplo concreto, uno solo, que contradiga este predicado con alguna solución exitosa, en clave política, obtenida sobre cualesquiera de los casos del abanico?... Si todo lo que toca la política se contamina y descompone en detritus residuales, ¿supone eso que los ciudadanos normales estamos indefensos ante cualquier felonía de estos desalmados? Respuesta: Sí y no. Depende de nosotros y de nuestra voluntad de supervivencia, que jamás debe fallar.

Pero no pasa nada… pues contemplamos con algo de conmiseración y cierto menosprecio a las pobres repúblicas bananeras tercermundistas gobernadas por las “élites” mafiosas de cárteles del narcotráfico, contrabando de armas, tráfico de personas, blanqueo de dinero… Pero ¿qué tenemos en casa?... ¿Qué respeto merecemos de los países en nuestro entorno denominado “civilización occidental”? Un análisis introspectivo, o examen de conciencia, permite autocalificarnos muy peyorativamente como un Estado de Derecho precario e infestado de lacras socio-políticas corrosivas y nocivas; inaceptables para un pueblo noble que ve su dignidad sojuzgada por minorías radicales de golpistas sediciosos o terroristas “reciclados” en políticos, con una ilimitada capacidad de chantaje para poner en jaque la viabilidad de un gobierno inconsistente, sin capacidad para encarar la afrenta, que no tiene más remedio que someterse a la extorsión continua para mal mantenerse en el poder.  

Pero no pasa nada… porque el origen de nuestras penurias está en una estructura política inviable en cualquier país normal, aunque fuera el más rico del mundo, cual no es nuestro caso. Un estado autonómico inoperante, fracasado y ruinoso. Multiplicidad de competencias sobre cada área transferida que, en amalgama con una burocracia cutre y enfermiza, se consigue que nada funcione. El truco político, aparte de forrarse sin decoro, está en la facilidad del sistema para eludir responsabilidades culpando a otros de cada fracaso propio. Agravado el disparate por un insostenible y aberrante gasto público para sufragar suculentos salarios y prebendas a una masificada clase política, convertida en el sumidero de depravados abusadores que succionan sanguijuelamente los recursos propios de una sociedad civil que tiene que sufrir la inoperancia e ineptitud de sus gestores.

Pero no pasa nada… a pesar de una ley electoral chapucera y vergonzante que ha permitido  la alternancia de los dos partidos  por antonomasia más corruptos en nuestra historia reciente. Los del “y tú, más”; flanqueados por las formaciones radicales y oportunistas que nunca faltan en los ríos revueltos donde pescar a mano. En un extremo, la recalcitrante y extemporánea ultraderecha que hasta hace una década yacía adormilada en el olvido. Pero ha revivido excitada por recuerdos difuminados con la pátina del tiempo. Alguien decidió resucitarlos con la apariencia humanitaria de una memoria histórica unilateral de interesada propaganda partidista, que estimuló sentimientos equivalentes en el otro bando para volver a las andadas que motivaron la gran tragedia de una guerra civil. Para vergüenza histórica de nuestro pueblo que parece no tener bastante con la mezquina “leyenda negra”, que aún perdura en algunas conciencias a medio cuajar.

Pero no pasa nada… aunque en el otro lado, con la extrema izquierda se nos haya instalado oficialmente el anti sistema más intenso que imaginarse pueda, contra todo lo que se mueve con el epígrafe de España. Al hilo y en la misma onda que los sediciosos catalanes y los ex terroristas vascos, los nostálgicos de un comunismo que ya pasó a la historia como modelo socio-político fallido, cruento, empobrecedor y fracasado, no dejan pasar oportunidad alguna de denigrar el buen nombre de España, ofender a las instituciones, socavar principios legítimos y agraviar sus valores como el más encarnizado enemigo extranjero; con el agravante de tenerlos en casa, o mejor dicho, dentro del propio gobierno, con el beneplácito y complicidad pasiva del presidente de un Estado Democrático que, se supone, debiera respetar y hacer respetar la Constitución, incluyendo en el compromiso jurado a sus compañeros de viaje. Como para plantearse un dilema: ¿cómo puede gobernarse un país al que se intenta destruir?... Un insólito contradiós.

Todo en contra… pero no pasa nada… Lo único importante es saber de qué va esto. Que todos nos mienten bellacamente; pero sabemos que hasta ellos saben que lo sabemos. Mientras así sea, podremos liberarnos cuando así lo decidamos.

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