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Doctor Jekyll entra en campaña
Estos días me pueden ver en los mercados saludando a los tenderos, caminando entre la gente en las calles peatonales, besando a niños desconocidos, visitando hogares de jubilados, estrechando la mano de los pescadores, acercándome a los taxistas, sonriendo ante un grupo de niños que juegan en el parque. Estos días estoy muy cercano. Recorro miles de kilómetros para acercarme a las grandes capitales, a los pequeños pueblos, a los lugares donde sé que hay varias cámaras de televisión esperándome.
Hoy lo puedo decir con claridad. Elígeme. Pon mi nombre dentro del sobre. Soy la solución, el cambio, la esperanza, la ilusión, la alegría. Vendo sueños, regalo cuentos, entrego promesas, defiendo al débil, ayudo al joven, me acuerdo del viejo, me entrego a la gente más sencilla. Aquí está el Doctor Jekyll para curar cualquier enfermedad, con genéricos, claro, que es más barato.
Tengo un laboratorio donde guardo una pócima. Si la tomo me transformo en Mr Hyde. Cuando la pócima recorra todo mi cuerpo me transformaré. Me olvidaré de mis promesas, huiré del débil, me reuniré con ricachones y banqueros para decirles “a sus órdenes, olvídense del Dr. Jekyll, yo lo maté”, rechazaré a los pobres, no reconoceré a los taxistas, ni me acercaré a los pescadores, me importará un pito el número de parados, lo importante será recortar el déficit, vender las empresas públicas rentables, convertir a la sanidad y la educación en grandes negocios. Los desahuciados de la vida que ahora me ven como la gran esperanza no me reconocerán, ni yo a ellos.
El cambio en realidad será un cambiazo. Quien más cambiaré será yo. Ustedes cambiarán a más de lo mismo: los pobres más pobres, los ricos más ricos. Pero todo será posible gracias a ustedes, será imprescindible que me echen una mano, la pócima que me cambiará estará hecha de papeletas con mi nombre que ustedes, ilusos, echarán dentro de una urna. Por eso les pido que disfruten de estos quince días de campaña, de estas sonrisas mías y de mi gente.
Aprovechen estas dos semanas que le quedan de vida al Doctor Jekyll, porque después, tras el 20 N, cuando mi cuerpo se llene de la pócima hecha de papeletas de ingenuos y negociantes, después me transformaré en Mr Hyde, y no podrán reclamar ni ante la tumba de Robert Louis Stevenson. Una vez que me tome la pócima del poder, yo mismo, el Doctor Jekyll electoral, seré asesinado por el Mr Hyde que llevo dentro. Y me sumaré a la lista de servidores del sistema, de ejecutivos del poder verdadero. Y si para entonces está vivo Papamdreu me ofreceré voluntario para asesinarlo. Como decía Max Estrella en las Luces de Bohemia de Valle Inclán: que haya un cadáver más, sólo le importa a la funeraria.
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Juan GarcÃa Luján
Estos días me pueden ver en los mercados saludando a los tenderos, caminando entre la gente en las calles peatonales, besando a niños desconocidos, visitando hogares de jubilados, estrechando la mano de los pescadores, acercándome a los taxistas, sonriendo ante un grupo de niños que juegan en el parque. Estos días estoy muy cercano. Recorro miles de kilómetros para acercarme a las grandes capitales, a los pequeños pueblos, a los lugares donde sé que hay varias cámaras de televisión esperándome.
Hoy lo puedo decir con claridad. Elígeme. Pon mi nombre dentro del sobre. Soy la solución, el cambio, la esperanza, la ilusión, la alegría. Vendo sueños, regalo cuentos, entrego promesas, defiendo al débil, ayudo al joven, me acuerdo del viejo, me entrego a la gente más sencilla. Aquí está el Doctor Jekyll para curar cualquier enfermedad, con genéricos, claro, que es más barato.