Espacio de opinión de Canarias Ahora
La Europa que queremos construir
Desde la firma del documento de adhesión de España a la Comunidad Europea en 1985, la suerte de nuestro archipiélago se ligó aún más a la de los países europeos. Sin embargo, este club de países, que podía haber llegado a convertirse en un proyecto de integración y de corrección de las desigualdades territoriales, conservó principalmente su carácter de defensa de los intereses capitalistas que se acentuó con la llegada del Tratado de Maastricht, que, además de ver como nacía la Unión Europea, consagró las políticas neoliberales a partir de su entrada en vigor en 1993. Esta agresión neoliberal continuó con el Pacto de Estabilidad Presupuestaria, adoptado en 1997, y con la aprobación en 2010 del nuevo Tratado de estabilidad, coordinación y gobernanza, que nos devuelven a esa Europa de los mercados frente a la Europa de los pueblos.
Al mismo tiempo las instituciones que gobiernan la Unión Europea se han mantenido muy lejanas a los ciudadanos (Parlamento Europeo, Consejo Europeo, Comisión Europea, Tribunal de Cuentas, Tribunal Europeo?). No obstante, esta lejanía fue aprovechada por los partidos en el poder para justificar las políticas injustificables con la consabida frase de “viene de Europa” o la más reciente “nos obliga Europa”. La normativa europea era hasta hace bien poco no cuestionada, como una especie de mandamiento sagrado porque estaba muy lejos y porque tampoco veíamos sus efectos de forma clara y directa. Teníamos que ponernos al nivel europeo y lo demás no importaba.
Con la crisis, todo ello ha cambiado. Ahora ya no sólo nos cuestionamos los mandatos europeos, sino también la moneda europea, el euro, e incluso la propia existencia de la Unión Europea. Retenemos en la retina como en Grecia y cada vez más en otros países mediterráneos se queman públicamente banderas de la Unión Europea. Además, los pueblos de Europa no tienen capacidad de alterar parte de estas y otras instituciones con su voto, ejemplarizadas por la Troika (Fondo Monetario Internacional, Consejo Europea, Banco Central Europeo), que además nos imponen duros recortes y sanciones. Han sido los grandes capitales financieros los que han controlado el reciente proceso de construcción europeo.
Canarias también sufre sus efectos, que ahora son claramente palpables: propuestas de despidos masivos, disminución de los salarios, aumento de la edad de jubilación y disminución de sus importes, recortes en sanidad, educación y servicios sociales. Además, esta vinculación ha recortado las posibilidades de industrialización y de diversidad de la producción en las islas, ha apostado por un sur turístico y con una industria basada en la construcción que ahora paga sus excesos, por la falta de soberanía alimentaria, por el endeudamiento privado, en definitiva por una debilidad estructural de su economía; por el contrario los países del norte se han especializado en la tecnología de sus industrias y en su diversificación.
Estas políticas de clara dependencia no sólo tenían sus defensores en Berlín o París, sino también en amplios sectores de la burguesía canaria y en los partidos con representación en el Parlamento de Canarias. La Izquierda Canaria está determinada a cambiar estas condiciones y por esa razón el pasado martes 18 de junio se celebró en el edificio sindical de Las Palmas el primer Encuentro de la Izquierda Canaria Construyendo la Europa de los pueblos. La unión de todos los canarios de izquierda es fundamental, sobre todo si esta unión se produce desde la base.
Se dieron muchas reflexiones durante el debate. ¿De qué han servido los ingentes fondos de cohesión aportados por la UE para el desarrollo de territorios como el nuestro? ¿Qué ha supuesto el Régimen Económico y Fiscal para el desarrollo económico para Canarias? ¿Qué sentido tiene llorar a las administraciones europeas para conseguir mayores exenciones fiscales si no se consolida en Canarias un nuevo modelo de desarrollo que no sea tan dependiente de las importaciones? ¿Por qué no se apuesta desde Europa por un desarrollo de una soberanía energética y que no siga apostando por recursos cada vez más escasos y cada vez más dependientes del exterior?
Pero con esto no bastará, la Unión Europea tendrá futuro siempre que seamos capaces de modificar su propia arquitectura y cambiar la Europa de los mercados por la de los pueblos, en donde prime la solidaridad y la corrección de desigualdades. Bajo estas reflexiones y para intentar dar respuesta a las cuestiones que han surgido, las distintas organizaciones y movimientos sociales se emplazaron para un próximo encuentro que tendrá lugar el próximo mes de septiembre, creando un grupo de trabajo que elabore con datos objetivos lo que ha supuesto para Canarias, Europa y poder elaborar un análisis y una alternativa real surgida desde la ciudadanía en Canarias.
Algo está cambiando, la alternativa política se está fraguando y ahora haciendo el camino entre todos para así poder encontrarnos y defender los intereses comunes.
Desde la firma del documento de adhesión de España a la Comunidad Europea en 1985, la suerte de nuestro archipiélago se ligó aún más a la de los países europeos. Sin embargo, este club de países, que podía haber llegado a convertirse en un proyecto de integración y de corrección de las desigualdades territoriales, conservó principalmente su carácter de defensa de los intereses capitalistas que se acentuó con la llegada del Tratado de Maastricht, que, además de ver como nacía la Unión Europea, consagró las políticas neoliberales a partir de su entrada en vigor en 1993. Esta agresión neoliberal continuó con el Pacto de Estabilidad Presupuestaria, adoptado en 1997, y con la aprobación en 2010 del nuevo Tratado de estabilidad, coordinación y gobernanza, que nos devuelven a esa Europa de los mercados frente a la Europa de los pueblos.
Al mismo tiempo las instituciones que gobiernan la Unión Europea se han mantenido muy lejanas a los ciudadanos (Parlamento Europeo, Consejo Europeo, Comisión Europea, Tribunal de Cuentas, Tribunal Europeo?). No obstante, esta lejanía fue aprovechada por los partidos en el poder para justificar las políticas injustificables con la consabida frase de “viene de Europa” o la más reciente “nos obliga Europa”. La normativa europea era hasta hace bien poco no cuestionada, como una especie de mandamiento sagrado porque estaba muy lejos y porque tampoco veíamos sus efectos de forma clara y directa. Teníamos que ponernos al nivel europeo y lo demás no importaba.