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Fernández, el 'cualificado'

Ya vieron que en el Parlamento la diputada psocialista Francisca Luengo puso nombres y apellidos a lo de Tebeto. Desconozco sus razones y los documentos en que las fundamenta, pero, según ella, Soria no anda lejos sin que pueda yo decir que me sorprenda: tiene el hombre tan mala suerte que aparece de hierba de todos los potajes. La otra mañana, por ejemplo, al salir de la comparecencia asalmonada, a la que acudió encantadísimo, pegó a llover. Hubo chistes fáciles ante la irrupción del meteoro y la que está cayendo, pero bajo tanta jocosidad latía la supersticiosa creencia de que los dioses antiguos enviaban una señal. La cuestión es que como entre nosotros la lluvia es siempre bienvenida, no se sabe si en este caso era señal de buena o mala suerte ni a quien pretendían los cielos mojar.

La alusión a la encantada comparecencia soriana viene a cuento de que Carlos Sosa, malevo, se descolgó con la copia del contrato de asesoramiento suscrito por Anfi del Mar y Anfi Tauro y el diputado regional del PP, Manuel Fernández. Lo tengo delante y nada objetaré a la retribución pactada; seguramente merecida dada la naturaleza de sus servicios en defensa de los “derechos e intereses” de la primera parte contratante que el diputado asumió; encantado, of course.

Manuel Fernández pertenece a la comisión parlamentaria de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio (que la hay por más que no lo parezca) y aunque el contrato lleva fecha de 1 de diciembre de 2006, se reconoce en el texto que el diputado “ha venido desempeñando durante años una labor de asesoría” y posee “los conocimientos, experiencia y cualificación necesaria” para asesorar, entre otras cosas, las relaciones institucionales de la empresa. Unas capacidades que tampoco pongo en duda, pues no iba Anfi a contratar un maula.

Los términos del contrato son conocidos y si vuelvo sobre ellos es para recordar que Manuel Fernández fue “dedignado” por Soria como su segundo en el PP canario con gran contento del partido, directo beneficiario de las virtudes que lo adornan. No es fácil encontrar gente tan cualificada dispuesta a dedicarle tiempo al abnegado servicio de los demás y no iba Soria a dejarlo escapar. Más cuando el hombre discierne perfectamente entre el compromiso contractual de defender los intereses de la empresa y los generales, que, al decir de las bífidas lenguas, han sido rebajados a sargentos. El pacto CC-PP tiene clara la exquisitez de los distingos fernandianos y sus respectivos grupos parlamentarios hicieron encendidos cantos a la ética política tan sinceros que no se pusieron colorados ni nada.

Van sobrados los de CC-PP y no consideraron necesario explicar el contrato de Fernández ni ratificar en sede parlamentaria sus pronunciamientos anteriores sobre la inocencia de salmonera de Soria, que más que encantada parece cosa de brujería. La superioridad moral de Ruano y Barragán resultó tan manifiesta que hasta desenmascararon a los psocialistas quienes, como todo el mundo sabe, son los culpables de todo hasta que no se demuestre lo contrario; con la salvedad de que seguirán siéndolo aunque se demuestre. Pidieron, fíjate tú, la dimisión de Luengo en lo que Soria la acusaba de “empocilgar” demostrando que sabe diferenciar entre basuras para ponerlas en bolsas distintas.

Ya vieron que en el Parlamento la diputada psocialista Francisca Luengo puso nombres y apellidos a lo de Tebeto. Desconozco sus razones y los documentos en que las fundamenta, pero, según ella, Soria no anda lejos sin que pueda yo decir que me sorprenda: tiene el hombre tan mala suerte que aparece de hierba de todos los potajes. La otra mañana, por ejemplo, al salir de la comparecencia asalmonada, a la que acudió encantadísimo, pegó a llover. Hubo chistes fáciles ante la irrupción del meteoro y la que está cayendo, pero bajo tanta jocosidad latía la supersticiosa creencia de que los dioses antiguos enviaban una señal. La cuestión es que como entre nosotros la lluvia es siempre bienvenida, no se sabe si en este caso era señal de buena o mala suerte ni a quien pretendían los cielos mojar.

La alusión a la encantada comparecencia soriana viene a cuento de que Carlos Sosa, malevo, se descolgó con la copia del contrato de asesoramiento suscrito por Anfi del Mar y Anfi Tauro y el diputado regional del PP, Manuel Fernández. Lo tengo delante y nada objetaré a la retribución pactada; seguramente merecida dada la naturaleza de sus servicios en defensa de los “derechos e intereses” de la primera parte contratante que el diputado asumió; encantado, of course.