“Porque está claro que en toda esta mierda hay un patrón. No entiendo muy bien que hombres que no se conocen entre sí actúen igual”. Qué gran pregunta, y su respuesta, en el fondo, aclara el origen y desarrollo del maltrato (copiado) hacia las mujeres.
El poder se lo adjudicaron quienes proveían el alimento. Desde entonces, los hombres se reunieron en torno a hogueras cavernarias, bodegas de vino donde las mujeres no entran porque con la menstruación cortan el vino y la mayonesa o se conectan por grupos tecnológicos. Así, durante miles de años se han traspasado información, medio en broma medio en serio. Hacerlo es constatar su hombría, y aleccionar a otros el culmen del poder y el éxito masculinos.
El objetivo del maltratador es ir a más, controlar a la mujer hasta anularla, que sea suya y manejarla a su antojo. Esto requiere tácticas de ensayo y error y, efectivamente, en algún lado las tienen que aprender. Escuchan a otros, se intercambian información en foros aún siendo desconocidos y están alerta para oír cualquier forma de maltrato de dondequiera que vengan los detalles. Resulta aterrador compartir información entre mujeres maltratadas y descubrir que el comportamiento de maltrato es calcado. Eso y tres millones de años de (des)humanidad desde que Lucy fuera encontrada como la homínida más antigua.
“A ver, ¿cuántos milenios llevamos de machismo? Más de dos mil fijo... Cambiar eso es muy complicado. Se avanza pero no a la velocidad necesaria. Y de vez en cuando se retrocede, como ahora”. Se avanza. Coinciden los sociólogos en que cambiar una sola pauta cultural cuesta cinco generaciones. También depende de las ganas que le pongan muchos. Pero que se avanza, sí. Una manera importante de avanzar es identificar el comportamiento de un maltratador lo más pronto posible. Ahí radica una parte importante para desactivarlos (léase desactivarlos, léase quitárselos de encima).
“¿De qué sirve? Algo hemos avanzado pero ellos siguen ganando, esa es mi sensación”. Por cada hombre identificado como tal, por cada uno abandonado; por cada mujer aprendida, por cada una prevenida, hemos ganado. No hemos conseguido erradicar la violencia, pero lo que hemos avanzado en su reconocimiento social e individual, en su lucha institucional y en la defensa de las víctimas, mujeres y niños, es innegable. La pregunta viene de la mujer maltratada agotada y desesperanzada, porque el maltratador no la deja a ella, por más que ella le deje a él: la violencia de género es mucho más que el maltrato.
Avanzamos repitiendo una y otra vez cuáles son las señales de inicio de una relación de maltrato: “Me persiguió, durante casi un año, hasta que acepté salir con él. Empezó sutilmente 'esta ropa, te maquillas así`'... en fin, un día un amigo se acercó a saludarme; aunque no soy de besos me tocó el hombro, sólo eso, le dio tremendo empujón, la gente de alrededor me dijo ¡cómo te quiere, no soporta que nadie se acerque!, me empezó a alejar de mis amigos de mi familia...”. Calcado.
“Era un lobo con piel de cordero. Pero ya me dio un guantazo al empezar la relación. Quedó ahí y estuvo años sin nada. Y seis años después le cambió el carácter: empezaron los enfados, y por más que le preguntaba qué le pasaba, siempre me decía que estaba agobiado por el trabajo. Luego empezó a subir su nivel de agresividad, pero no la enfocaba en mí. Rompió su móvil por perder al parchís online, no te digo más... Le propuse terapia. Aunque tenía detalles conmigo que lo camuflaban todo, me traía regalos y dulces o cosas que me gustaran. También pasó de ser amigo de mis amigos a caerle mal todos y hablarme mal de ellos. Dejó de ser mi amigo y confidente para ser mi peor pesadilla”.
“El acoso y el maltrato de verdad lo he recibido al cortar la relación. Sin disimulo, ni encubrimientos. Cambió de actitud. Empezó a hacerme descalificativos, muchos de ellos en sitios públicos, pero con un tono bromista. Nunca me hizo gracia. Me puso un cuchillo carnicero al cuello, según él, jugando. Y cuando le dije que si tienta a la suerte de que me mueva mal y me corte el cuello, me contestó que era un juego, me pidió disculpas y que no lo había pensado”.
Experiencias reales, qué les parece. Ni locos ni enfermos. Maltratadores. Machismo desde hace tres millones de años de aprendizajes. Que estas mujeres cuenten esto hoy día, que lo puedan verbalizar y que hayan tenido la valentía y fortaleza para dejar a los hombres “que las querían” y que las maltrataban es un enorme avance que las víctimas no pueden hacer solas. Quien hace esto es tu hermano, tu padre, tu primo, tu amigo... ser consciente de ello y ayudar a pararlo nos va a hacer más felices de la de verdad de la buena, porque mirar para otro lado no te hace más feliz, te hace cómplice. Por cierto, es Lucy, la madre de la humanidad, la que ha aparecido muerta. Él aún no ha aparecido.