Espacio de opinión de Canarias Ahora
Iguales ante la ley
“Pleitos tengas y los ganes” afirma una conocida y afamada aseveración,- más bien maldición-, que se vincula a la acción de la Justicia. Sabia sentencia que hace referencia al sufrimiento personal de quienes se han tenido que pasear por los pasillos kilométricos de los juzgados.
La llorada falta de recursos, la desproporción de denuncias y demandas, muchas de ellas carentes de fundamentos, y el agobio de tanto trabajo por resolver y carencia de medios, sirven de renombrada excusa para dormir en los laureles del tiempo a la señora de los ojos vendados y de balanza de tiendas de aceite y vinagre.
La faz más dura que castiga a los “robagallinas”,- ahora en versión “espacioprotegido”-, se muestra “aparentemente” inclemente sin ceder un ápice a la consideración de las circunstancias penosas que rodean cualquier caso, y concretamente éste de la majorera doña Josefa.
La percepción de cualquier ciudadano desprovisto de camisetas partidistas es que hay sentencias infumables, faltade sentido común, en las que se niega el criterio de concordancia, de la justa proporción y de la congruencia, retrasos inmisericordes,- y a veces convenientes y convenidos-, en el tiempo, y un largo etcétera.
No sólo se trata de trabajo acumulado o de falta de medios sino que además existe el manejo de la dimensión del espacio. Manos perversas que colocan los expedientes en el nivel que convenga a bastardos intereses y/o pérdidas de los mismos.¿ Los burros vuelan? ¡Vaya que si !
Y cuando no es Juana es la hermana. Lo mismo debe ser abrir un procedimiento contra doña Josefa que contra los mares del poder. Cuando un juez es justo aplica la ley interpretándola libre e independientemente de cualquier atisbo de presión. La autoría de las leyes emana del parlamento, poder legislativo.
Sorprende que los propios jueces admitan publicamente que existen presiones sobre ellos, llamadas por altas, medias y bajas instancias a fin de obtener el beneficio del amiguismo. Evidentemente, lo uno no significa cesión a esos recaditos,- que es lo otro-.
¿Cómo se podría explicar la entrada en la cárcel de Josefa “espacioprotegido” y la dilación extraordinaria para su entrada en tan penosa institución de otros demandados que navegan por mares procelosos?
La capacidad de cesión de tan elevada dignidad a la presión de intereses espurios es personal e intransferible. Lo que hay que tener es madera de la mejor para cuadrar con cajones el armario de impresentables “primos, amigos y demás familia”.
La imagen de un Juez intocable y rocoso, independiente e imperturbable ante insoportables y bastardas presiones debe ser el paradigma de una sociedad que ama la Justicia y que se apoya en ella como un pilar fundamental para la convivencia democrática.
La generosidad y la clemencia es labor de otras instancias, léase indulto.
El presidente de gobierno, en estado hipomaníaco,-politicamente hablando-, afirma que la sentencia del Caso Josefa le parece “profundamente injusta”.
Me encantaría escucharle si está ajustada a Derecho, y si es capaz de reafirmar que “la ley es igual para todos”. No podría negar ninguna de estas afirmaciones.
Cosa bien distinta es la aplicación de esa misma ley que, tal y como queda demostrado, no es igual para todos. Ni soñando ni despierto, ni con reyes ni con Josefas. Siempre se hacen consideraciones.
Esa es la gracia de la maleabilidad del derecho y la humana interpretación.
Letra y música están escritas pero claramente, cada cual la canta a su manera y especiales circunstancias.
“Pleitos tengas y los ganes” afirma una conocida y afamada aseveración,- más bien maldición-, que se vincula a la acción de la Justicia. Sabia sentencia que hace referencia al sufrimiento personal de quienes se han tenido que pasear por los pasillos kilométricos de los juzgados.
La llorada falta de recursos, la desproporción de denuncias y demandas, muchas de ellas carentes de fundamentos, y el agobio de tanto trabajo por resolver y carencia de medios, sirven de renombrada excusa para dormir en los laureles del tiempo a la señora de los ojos vendados y de balanza de tiendas de aceite y vinagre.