Espacio de opinión de Canarias Ahora
Jueces contra la democracia
Creo que no es necesario decir aquí, la escandalosa cifra de sentencias sin sentido, injustas y diría que muchas veces con fehaciente mala fe, que se han dictado en este país que han cabreado tanto a cristianos como a paganos, hasta el punto de pensar y decir, a costa de las consecuencias, que la justicia es de todo menos eso.
Y así las cosas, nos topamos con lo más repugnante, y es, tapar la boca a los que en el uso de la libertad de expresión y de comunicación son condenados a cárcel e inhabilitación por contar las corruptelas de este país. Definitivamente, se ha perdido el norte y se ha instalado el sin sentido; mientras, esperemos que el gobierno y el parlamento den un golpe en la mesa y empiecen a cortar las cabezas de algunas señorías, a ver si se toman su trabajo en serio. Podrían empezar por el fiscal general del estado y por el juez que condenó a dos periodistas de la SER por publicar la lista de diputados del PP que entraron de forma irregular en el partido con intenciones conocidas sobre la corrupción urbanística en Villaviciosa de Odón, o de la jueza que absolvió a un matón por daños a un vecino en playa del inglés a pesar de que la víctima llevó a un testigo presencial, poniendo en peligro al vecino y al testigo con un “in dubio pro reo” de dudosa credibilidad. Al fin y al cabo da igual un caso que otro,de lo que se trata en definitiva de la falta de control de la sociedad sobre los jueces y sobre la acción política y los criterios al nombrarlos, sobre la transparencia y del código lingüístico utilizado que no es más que una barrera social que reproduce la desigualdad: no es mejor juzgado el que razón tiene, sino el que comprende el código que permite acceder al juego, los demás tenemos que pagar de una manera u otra.
Pero no todos los jueces lo hacen mal, o por lo menos tienen la intención de no hacerlo. Algunos se han convertido casi en estrellas mediáticas, y otros pasan como una anécdota por sus sentencias ejemplarizantes. A los primeros, ya se encargan de cortarles las alas, y a los segundos se les da una palmadita en la espalda, aunque no trascienda su ejemplo. Así nos va.
Kiko GarcÃa
Creo que no es necesario decir aquí, la escandalosa cifra de sentencias sin sentido, injustas y diría que muchas veces con fehaciente mala fe, que se han dictado en este país que han cabreado tanto a cristianos como a paganos, hasta el punto de pensar y decir, a costa de las consecuencias, que la justicia es de todo menos eso.
Y así las cosas, nos topamos con lo más repugnante, y es, tapar la boca a los que en el uso de la libertad de expresión y de comunicación son condenados a cárcel e inhabilitación por contar las corruptelas de este país. Definitivamente, se ha perdido el norte y se ha instalado el sin sentido; mientras, esperemos que el gobierno y el parlamento den un golpe en la mesa y empiecen a cortar las cabezas de algunas señorías, a ver si se toman su trabajo en serio. Podrían empezar por el fiscal general del estado y por el juez que condenó a dos periodistas de la SER por publicar la lista de diputados del PP que entraron de forma irregular en el partido con intenciones conocidas sobre la corrupción urbanística en Villaviciosa de Odón, o de la jueza que absolvió a un matón por daños a un vecino en playa del inglés a pesar de que la víctima llevó a un testigo presencial, poniendo en peligro al vecino y al testigo con un “in dubio pro reo” de dudosa credibilidad. Al fin y al cabo da igual un caso que otro,de lo que se trata en definitiva de la falta de control de la sociedad sobre los jueces y sobre la acción política y los criterios al nombrarlos, sobre la transparencia y del código lingüístico utilizado que no es más que una barrera social que reproduce la desigualdad: no es mejor juzgado el que razón tiene, sino el que comprende el código que permite acceder al juego, los demás tenemos que pagar de una manera u otra.