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Machismo-leninismo*

Soy un tipo poco ingenioso, con tendencia a contar mal los chistes y a repetir las mismas gracietas. Ante un comentario en el posdebate presidencial de la tele canaria, en el que un colega afirmó que Noemí Santana y Fernando Clavijo “disfrutan dándose leña”, tuve la ocurrencia de decir que “eso se llama tensión sexual no resuelta”. Me pareció simpático. Pero este mundo -me lo dijo ayer un amigo sabio- está cambiando, quién sabe si a mejor o a peor. La broma le sentó mal a Vicky Rosell, que me acusó en un tuit de haber hecho un comentario machista, porque -cree ella- yo jamás diría eso de un hombre (Vicky debe considerar que Clavijo es un marsupial). El tuit empezó su recorrido por redes, provocó la indignación de Noemí Santana (dijo morirse de vergüenza), fue retroalimentado en el efecto jauría por algunos efectivos de la guerrilla virtual, tan activa, y ha logrado concitar animadversiones y verbosidades unánimes: unas me acusan de machista repugnante, otras de zote miserable, y las más imaginativas aseguran que me masturbo “mirando fotos de jovencitos” (es literal). De los más o menos anónimos tuits, ayer se pasó a los artículos en prensa: María Lorenzo, exconsejera de RTVC, una señora a la que señalé alguna vez porque intentó influir en la adjudicación del transporte de señal televisiva a la empresa de su señor padre, pidió primero mi cabeza y luego que mis intervenciones fueran borradas para siempre de la tele canaria, como en el 1984 de Orwell.

Qué exagerada. Aunque nada que objetar, los periodistas nos pasamos tocándole las narices a diario a mucha gente, no podemos tener mandíbula de cristal, cuando toca, toca. Pero sí me gustaría sacar de dudas a Vicky Rosell: creo que es una persona decente, me importa su opinión. Dijo en su tuit que “si no lo haces con hombres (referirse a la tensión sexual), es machismo”. Bueno, ya les conté que tiendo a repetir las mismas tonterías: el sábado 16 de abril de 2016, hablaba de lo que es ser periodista en esta misma tira: “Uno es periodista porque no sabe hacer otra cosa: si lo mío fuera insistir en las andanzas y perfiles de un único personaje, habría intentado ser novelista para jóvenes o guionista de la tele y hacerme una serie de ciencia ficción, protagonizada por un marciano hermafrodita que se enamora de una campeona de lucha libre con problemas de autoestima. Habría tenido mucho éxito, estoy seguro. Pero yo no nací para eso: a mí lo que me pone es saltar de una flor a otra, hablar hoy del FMI y mañana de un libro que no he leído, y pasado de la tensión sexual subyacente entre Clavijo y Morales y al otro de las cuitas de los comerciantes del Rastro. Y después leer las cosas encantadoras que me dicen en los comentarios de la web del periódico”.

Me faltó entonces añadir que ser periodista es también aceptar que haya gente que se enfade y que te llame machista cuando sueltas una memez. Dicho queda.

* Artículo publicado en la columna A Babor, en el periódico El Día

Soy un tipo poco ingenioso, con tendencia a contar mal los chistes y a repetir las mismas gracietas. Ante un comentario en el posdebate presidencial de la tele canaria, en el que un colega afirmó que Noemí Santana y Fernando Clavijo “disfrutan dándose leña”, tuve la ocurrencia de decir que “eso se llama tensión sexual no resuelta”. Me pareció simpático. Pero este mundo -me lo dijo ayer un amigo sabio- está cambiando, quién sabe si a mejor o a peor. La broma le sentó mal a Vicky Rosell, que me acusó en un tuit de haber hecho un comentario machista, porque -cree ella- yo jamás diría eso de un hombre (Vicky debe considerar que Clavijo es un marsupial). El tuit empezó su recorrido por redes, provocó la indignación de Noemí Santana (dijo morirse de vergüenza), fue retroalimentado en el efecto jauría por algunos efectivos de la guerrilla virtual, tan activa, y ha logrado concitar animadversiones y verbosidades unánimes: unas me acusan de machista repugnante, otras de zote miserable, y las más imaginativas aseguran que me masturbo “mirando fotos de jovencitos” (es literal). De los más o menos anónimos tuits, ayer se pasó a los artículos en prensa: María Lorenzo, exconsejera de RTVC, una señora a la que señalé alguna vez porque intentó influir en la adjudicación del transporte de señal televisiva a la empresa de su señor padre, pidió primero mi cabeza y luego que mis intervenciones fueran borradas para siempre de la tele canaria, como en el 1984 de Orwell.

Qué exagerada. Aunque nada que objetar, los periodistas nos pasamos tocándole las narices a diario a mucha gente, no podemos tener mandíbula de cristal, cuando toca, toca. Pero sí me gustaría sacar de dudas a Vicky Rosell: creo que es una persona decente, me importa su opinión. Dijo en su tuit que “si no lo haces con hombres (referirse a la tensión sexual), es machismo”. Bueno, ya les conté que tiendo a repetir las mismas tonterías: el sábado 16 de abril de 2016, hablaba de lo que es ser periodista en esta misma tira: “Uno es periodista porque no sabe hacer otra cosa: si lo mío fuera insistir en las andanzas y perfiles de un único personaje, habría intentado ser novelista para jóvenes o guionista de la tele y hacerme una serie de ciencia ficción, protagonizada por un marciano hermafrodita que se enamora de una campeona de lucha libre con problemas de autoestima. Habría tenido mucho éxito, estoy seguro. Pero yo no nací para eso: a mí lo que me pone es saltar de una flor a otra, hablar hoy del FMI y mañana de un libro que no he leído, y pasado de la tensión sexual subyacente entre Clavijo y Morales y al otro de las cuitas de los comerciantes del Rastro. Y después leer las cosas encantadoras que me dicen en los comentarios de la web del periódico”.