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Cuando Marruecos espía

Marruecos tiene instalada en España una red de espionaje más amplia de lo que se sospecha en primera instancia. Lo normal es que la haya cuando se trata de un país vecino con litigios pendientes o recurrentes aún por ventilar. Hasta ahí, va de suyo. Lo que ocurre es que se ha sabido, amén del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que la complejidad de dicha trama es mayor de lo que se puede pensar; todo ello, al alimón de los informes que el CNI ha enviado a la justicia cuando uno de estos espías de Marruecos ha pedido la nacionalidad española y, por lo tanto, el servicio de inteligencia español aconseja no dársela.

¿Quiénes son las víctimas de este espionaje? Indudablemente, el Frente Polisario. ¿Dónde está ejecutando su espionaje Marruecos? En todo el Estado y, presumiblemente, con especial intensidad en Canarias. La proximidad con el Sáhara Occidental y las numerosas familias saharauis que viven en el archipiélago, concitan el interés de Rabat. Nada nuevo.

Durante la Segunda Guerra Mundial en Gran Canaria hubo tejemanejes entre Gran Bretaña y Alemania a cuenta de espionajes mutuos. Recordemos que la negativa de Franco a entrar en el conflicto para apoyar a Hitler (en realidad, no podía pues no tenía medios, al margen de la División Azul) no quitaba que los submarinos alemanes operaran libremente en los puertos isleños y peninsulares. La casa Winter, al sur de tierras majoreras, ha sido objeto de distintas especulaciones sobre la posible logística de respaldo a las tripulaciones del régimen nazi. La novela ‘Fuerteventura’ (Plaza & Janes, 1999) de Alberto Vázquez Figueroa es una trama entretenida sobre esos rumores misteriosos de la villa en el paraje natural de Jandía, en la playa de Cofete.

Así las cosas, Marruecos ejerce su espionaje contra el Frente Polisario. Incluso, está pendiente de dilucidar quién arrebató la memoria de almacenaje del teléfono móvil de Pedro Sánchez; algo que se conoció al calor del escándalo del software espía Pegasus y la intromisión del CNI en la esfera privada de los líderes independentistas catalanes, abogados y otros.

El giro de Sánchez sobre el Sáhara Occidental, al parecer, ha tenido como repercusión que Marruecos haya reforzado sus labores de espionaje en el Estado español. A buen seguro, motivado por aquello de evitar retrocesos en lo que Rabat considera que ha logrado gracias a Sánchez. Pero ocurre que el Congreso de los Diputados le dio una negativa mayoritaria a Sánchez en esta cuestión. De ahí a pensar el Frente Polisario que el PP, si gobierna, volverá a la posición histórica de España con respecto al Sáhara Occidental, hay camino. El PP aprovechó el volantazo de Sánchez para atacarle pero habría que ver si (a la hora de la verdad) Alberto Núñez Feijóo se distancia con Rabat a cuenta de la antigua colonia española. Todo dependerá de la influencia que José María Aznar tenga sobre Feijóo. Marruecos quiere dejar todo atado. Teme cambios en la política exterior si hay nuevo inquilino en La Moncloa. El Frente Polisario sigue muy activo y goza de la simpatía del pueblo canario. La guerra, muy cerca de las islas, es una realidad y va a más; por mucho que Marruecos juegue a silenciarla mediáticamente.

Marruecos tiene instalada en España una red de espionaje más amplia de lo que se sospecha en primera instancia. Lo normal es que la haya cuando se trata de un país vecino con litigios pendientes o recurrentes aún por ventilar. Hasta ahí, va de suyo. Lo que ocurre es que se ha sabido, amén del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que la complejidad de dicha trama es mayor de lo que se puede pensar; todo ello, al alimón de los informes que el CNI ha enviado a la justicia cuando uno de estos espías de Marruecos ha pedido la nacionalidad española y, por lo tanto, el servicio de inteligencia español aconseja no dársela.

¿Quiénes son las víctimas de este espionaje? Indudablemente, el Frente Polisario. ¿Dónde está ejecutando su espionaje Marruecos? En todo el Estado y, presumiblemente, con especial intensidad en Canarias. La proximidad con el Sáhara Occidental y las numerosas familias saharauis que viven en el archipiélago, concitan el interés de Rabat. Nada nuevo.