Espacio de opinión de Canarias Ahora
El máster, por donde yo te diga
¡Viva Europa! Bolonia llegó para quedarse en la universidad española y en el año 2010 dijimos adiós a las licenciaturas para dar la bienvenida a los grados. Nos despedimos de ese formato de estudios en los que primaba la vida profesional del estudiante y no era obligatoria la asistencia a clase, sobre todo porque la universidad se combinaba con un puesto de trabajo. Así era la vaina.
De un plumazo, la juventud pasó de combinar estudios y trabajo a dedicarse exclusivamente, o eso se pretendía, a la carrera, siendo premisa obligatoria la asistencia a clase en un 80% para aprobar las asignaturas. Obviamente, ahí entraba a libertad de cátedra y hubo quienes adaptaron sus clases como les dio la gana.
En aquellos años de crisis económica, las manifestaciones en las universidades públicas contra Bolonia se daban día sí, día también. Piquetes, carteles por las facultades y huelgas que acabaron en nada. Por aquella época no comprendía en toda su complejidad hacia donde se dirigía el modelo Bolonia. Nos presentaron Bolonia como un proyecto innovador en el que podrías ir a estudiar a cualquier país de la Unión Europea con la seguridad de que te convalidarían las asignaturas y sería más fácil porque la asistencia puntuaría. Además, muchas licenciaturas como Periodismo o Psicología pasaban a ser carreras de cuatro años y no de cinco. También las diplomaturas adquirirían mayor prestigio porque desaparecían para sumarles un año y ser convertidas en grado, como Trabajo Social o Magisterio, por ejemplo.
Todo eso traía Bolonia. También la palabra Máster. El Máster, según nos lo vendieron, era un curso obligatorio que había que hacer para poder especializarnos en nuestra futura profesión. Qué sorpresa cuando, acabados los estudios universitarios, te dabas cuenta de que... ¡Para el máster no había becas! ¿Qué sorpresa no? El batacazo fue ver los precios de esos estudios de especialización, de 3.000 euros para arriba en Madrid o en Barcelona. Que algunas CCAA, como las del PP de Madrid o CIU en Cataluña, subieron el máximo las tasas de los másteres y carreras para beneficiar a las universidades privadas cuando el Ministerio de Educación se los exigió, otras mantuvieron los precios más bajos, como en Andalucía, muestra de cuál es el modelo de Educación que tienen en la cabeza las derechas españolas.
Y lo que es peor, en algunas de las carreras el máster es obligatorio para ejercer. ¡El máster es habilitante! Véase, por ejemplo, el máster de Clínica en Psicología: un psicólogo de grado no puede diagnosticar e intervenir. Por cierto, se están haciendo un buen negocio aquí en Canarias concretamente con ese ese máster, que en la universidad privada cuesta 10.000 euros... Y por ahí se está debatiendo la posibilidad de hacerlo obligatorio para presentarse al PIR. ¿Esto qué es una broma?
¿Quién estudió Máster? El que pudo, trabajando de forma paralela para poder pagarlo. La que pudo, con la ayuda de sus familiares o del banco, o de ambos. ¿Y para qué? ¿Les garantizó una mejora en empleabilidad? A la mayoría no.
Y ahora, de golpe y porrazo, hay quien quiere olvidarse ya del Caso Máster pero creo que con un proyecto Bolonia que ha resultado ser un engaño y miles de canarias y canarios yéndose al extranjero a trabajar porque con lo de aquí, “no les da”, es menester seguir hablando de máster tras la decisión del Tribunal Supremo de dar carpetazo al caso de Pablo Casado.
Recordemos, pues, los hechos probados. Por todas esas alumnas y alumnos que se vieron con el agua al cuello a la hora de hacer un máster. Por quienes no pudieron cursarlo por falta de medios y se lanzaron al terreno laboral con la confianza de estar formados pero sin la titulación completa en el currículum. Por todas esas personas que cursaron un máster con la esperanza, o la promesa de aumentar sus posibilidades de empleabilidad o incluso de tener un trabajo. Por todas esas personas, recordemos los hechos probados:
El pasado agosto la jueza del Caso Máster envió al Tribunal Supremo un documento de 54 páginas con indicios racionales de criminalidad del presidente del PP en sus estudios. Recordemos que ella no lo imputó, o investigó como se dice ahora, porque el señor Casado está aforado y es la mismísima supremacía de la justicia española quien tiene que juzgarle. La Audiencia Provincial de Madrid respaldó esta decisión de la jueza y el propio TS constató que Pablo Casado no fue a clase ni presentó trabajos. También es un hecho probado que el TS vio indicios de trato de favor, pero aun así, no lo consideró suficiente y archivó el caso. Eso también es una realidad.
Pero sigamos con los hechos: la Universidad Rey Juan Carlos pasará a la historia, si sobrevive después de esto, como el ojo del caso más grave de corrupción universitaria con profesores que denunciaron cambios en sus notas, hojas de convalidaciones falsificadas y hasta el testimonio de un alumna que así lo admitió.
El Instituto de Derecho Público creado hace 13 años está cerrado por indicios de malversación y corrupción académica. Al señor Casado le convalidaron 18 de las 22 asignaturas que tenía el máster. ¿Vaya suerte no? Tengo una amiga con la carrera de Derecho que cuando cursó otro grado tuvo muchos problemas para convalidar las asignaturas Derecho a la Información y Estructura Constitucional del Estado Español...
Hay unos hechos probados. Bolonia llegó para hacer de los máster el gran negocio universitario. Para tener a los jóvenes estudiando hasta los 25, si lo sacan año por año.
Ha quedado más que probado que la Universidad Rey Juan Carlos fue creada para contrarrestar la influencia que tenía en PSOE en la Universidad Carlos III de Madrid y se ha demostrado que el PP una vez más solo usa su estrategia de corrupción para la corrupción, buscando profesores cómplices para fines espurios.
La Derecha de este país habla siempre de “la excelencia” y de “la calidad educativa”, “la cultura del esfuerzo” y “la meritocracia” para excluir a los más necesitados, y que están en peores situaciones de partida, para que luego acaben haciendo trampas, como han demostrado en la URJC.
¡Viva Europa! Bolonia llegó para quedarse en la universidad española y en el año 2010 dijimos adiós a las licenciaturas para dar la bienvenida a los grados. Nos despedimos de ese formato de estudios en los que primaba la vida profesional del estudiante y no era obligatoria la asistencia a clase, sobre todo porque la universidad se combinaba con un puesto de trabajo. Así era la vaina.
De un plumazo, la juventud pasó de combinar estudios y trabajo a dedicarse exclusivamente, o eso se pretendía, a la carrera, siendo premisa obligatoria la asistencia a clase en un 80% para aprobar las asignaturas. Obviamente, ahí entraba a libertad de cátedra y hubo quienes adaptaron sus clases como les dio la gana.