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Un mito de la música canaria por Antonia R. Martel

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Nacía el timple electro acústico, fruto de un artista sin parangón en el Archipiélago Canario que se subía al escenario con cualquier tipo de banda musical, ya fuera teclista, batería, bajo, o guitarra eléctrica, jazzeando, riffeando, creando sonidos y fusiones inimaginables con el cálido, profundo y melancólico sonido de nuestro hermoso y dulce instrumento. Modernos y postmodernos no dejábamos de frotarnos los ojos y los oídos para dar crédito, ¡este tipo se subía al escenario con un timple “eléctrico”, y la peña flipaba!.

Algunos ya lo conocían de “Trio Timple”, y de su trayectoria estrictamente folclórica, pero con su “nueva joya”, no había noche que dejara de deleitarnos con sus actuaciones en Cuasquías, o en reunirse con amigos y tocar cualquier tipo de música. Nosotros los rockeros y poperos de aquella época, nos quedabamos maravillados cuándo oíamos aquel sonido eléctrico y sin embargo tan auténtico del timple, fusionándose con cualquier otro instrumento que no fuera guitarra española, requinto o bandurria. La mágia y la grandeza de su talento no dejaba de admirarnos... ¡ Y nosotros que nos creíamos tan modernos, con nuestras bandas de rock..., con tantas ganas de hacer heavy, pop o soul¡... y de repente aparece este muchacho jóven de Artenara, con sus maneras y formas de noble y gran luchador canario, con la mirada firme y segura, con la sencillez de los seres inmensos; llevando y tañendo entre sus enormes manos, un instrumento pequeño, de madera y cinco cuerdas, con el cual no sólo maravilló a lo largo y ancho de estas latitudes, sino que nos enseñó la mejor lección a todos los canarios, ¡timpleando eléctricamente¡, que no hay mejor arte que el de innovar con lo propio, con el sabor y la raigambre de nuestra propia herencia cultural.

¡No!, ¡modernos y post-modernos!, no habíamos tenido nuestro mito del rok ni del pop muerto tan jóven, pero estoy convencida que desde hace tan sólo unos pocos días, triste y dolorosamente acaba de subir al firmamento de los inolvidables, de los modernos y eternos, el gran José Antonio Ramos.

¡Nunca te olvidaremos!.

Antonia R. Martel

Nacía el timple electro acústico, fruto de un artista sin parangón en el Archipiélago Canario que se subía al escenario con cualquier tipo de banda musical, ya fuera teclista, batería, bajo, o guitarra eléctrica, jazzeando, riffeando, creando sonidos y fusiones inimaginables con el cálido, profundo y melancólico sonido de nuestro hermoso y dulce instrumento. Modernos y postmodernos no dejábamos de frotarnos los ojos y los oídos para dar crédito, ¡este tipo se subía al escenario con un timple “eléctrico”, y la peña flipaba!.

Algunos ya lo conocían de “Trio Timple”, y de su trayectoria estrictamente folclórica, pero con su “nueva joya”, no había noche que dejara de deleitarnos con sus actuaciones en Cuasquías, o en reunirse con amigos y tocar cualquier tipo de música. Nosotros los rockeros y poperos de aquella época, nos quedabamos maravillados cuándo oíamos aquel sonido eléctrico y sin embargo tan auténtico del timple, fusionándose con cualquier otro instrumento que no fuera guitarra española, requinto o bandurria. La mágia y la grandeza de su talento no dejaba de admirarnos... ¡ Y nosotros que nos creíamos tan modernos, con nuestras bandas de rock..., con tantas ganas de hacer heavy, pop o soul¡... y de repente aparece este muchacho jóven de Artenara, con sus maneras y formas de noble y gran luchador canario, con la mirada firme y segura, con la sencillez de los seres inmensos; llevando y tañendo entre sus enormes manos, un instrumento pequeño, de madera y cinco cuerdas, con el cual no sólo maravilló a lo largo y ancho de estas latitudes, sino que nos enseñó la mejor lección a todos los canarios, ¡timpleando eléctricamente¡, que no hay mejor arte que el de innovar con lo propio, con el sabor y la raigambre de nuestra propia herencia cultural.