Espacio de opinión de Canarias Ahora
La niña del exorcista
Es evidente que ambos se prepararon concienzudamente este debate, el primero tras quince años de desencuentros, y fue el líder del PP, Mariano Rajoy, quien logró llevar la voz cantante en el primer bloque del programa. Salió en tromba, aturdió a Zapatero con un ataque despiadado desde el minuto uno.
El presidente pareció cansado al principio, incluso despistado, hasta que fue entrando en el debate para colocar una amplia batería de propuestas de marcado talante de izquierdas, lo que parece evidenciar que los analistas del PSOE tratan de movilizar a los perezosos votantes progresistas, algo despistados últimamente con el recurrente y nunca acabado viaje al centro.
Rajoy se enrocaba permanentemente en las cuatro ideas fuerza que traía bien aprendidas, la carestía de la vida, las hipotecas, el paro... los aspectos económicos que, tal y como se preveía, serán caballo de batalla en esta campaña. La inmigración y, cómo no, el terrorismo, fueron otros de los ejes centrales de sus ataques al Gobierno saliente.
Llamó mentiroso en varias ocasiones al candidato socialista, una fórmula complicada para cualquier contrincante porque lo puede hacer caer en la tentación de abrir un debate dentro del debate para, al final, no llegar a nada concreto.
Zapatero tuvo unos cuantos síntomas de control de la situación, como la táctica de esquivar el asunto de la inmigración hasta llevarlo al final del bloque correspondiente para, en ese instante, sacar de una de las carpetas que tenía a su lado un expediente con el que trató de demostrar que el PP regularizó a centenares de miles de inmigrantes exigiéndoles tan sólo una factura de una noche de hotel o un bonobús. Rajoy no pudo contestarle.
Pero Rajoy llevaba sus lecciones bien aprendidas y cada vez que su adversario trataba de sacarle de sus casillas, regresaba a las muletillas del manual: no dé usted datos macroeconómicos, usted ha mentido a los españoles, usted ha negociado políticamente con ETA... Tan encorsetado llegó a parecer todo, que hasta el momento de sacar unos coloreados gráficos sobre precios y paro se tornó artificial. Ha funcionado otras veces, pero ninguna fórmula es eterna.
Si Rajoy puso a Zapatero contra las cuerdas en un par de ocasiones en la primera parte del debate, el candidato socialista reaccionó bien y controló de modo claro el tramo final. En la política antiterrorista destrozó a Rajoy utilizando dos afirmaciones suyas contradictorias: ETA estaba vencida al término de la anterior legislatura y “tengo la convicción moral de que fue ETA”, dicha por el líder del PP el 11-M. Una vez más quedó claro que el PP seguirá utilizando el terrorismo como arma de confrontación partidista.
Del mismo modo pareció contundente el argumento de Zapatero sobre los artículos de los nuevos estatutos de autonomía que el PP ha votado de modo diferente, según se tratara de Cataluña o de Andalucía. En concreto, su referencia a la necesidad de garantizar a los ciudadanos una muerte digna, incluida en el articulado de ambos estatutos, la puso en relación con el hospital de Leganés y el deseo del PP “de encarcelar” a los médicos de urgencias.
Rajoy, que permanentemente había criticado de su contrincante sus continuas referencias al pasado, hizo una de 2003, el pacto de Tinell, por el que todas las fuerzas políticas catalanas se conjuraron para gobernar sin el PP. Intentó que Zapatero entrara al trapo, pero no hubo forma.
Volvió a la carga el presidente, que literalmente sacó de la pista a Rajoy con los insultos de éste a los artistas que han apoyado la plataforma de Zapatero. El líder del PP se defendió como pudo, negó haber llamado “untados” a los creadores, aguantó incluso la mención a Javier Bardem, pero cuando se vio completamente acorralado perdió el oremus y lanzó la frase más desafortunada de la noche: “usted ha agredido a las víctimas del terrorismo”.
Y lo que pudo acabar en tablas acabó en humillación, porque su alegato final (“yo no soy quien gana o pierde estas elecciones, sino España”) y el cuento de la niña del país de las maravillas, dejaron al candidato conservador en una situación cercana al patetismo. La famosa niña de Rajoy resultó estar poseída por todos los males que han aquejado al PP en esta legislatura que ahora termina..
Es evidente que ambos se prepararon concienzudamente este debate, el primero tras quince años de desencuentros, y fue el líder del PP, Mariano Rajoy, quien logró llevar la voz cantante en el primer bloque del programa. Salió en tromba, aturdió a Zapatero con un ataque despiadado desde el minuto uno.
El presidente pareció cansado al principio, incluso despistado, hasta que fue entrando en el debate para colocar una amplia batería de propuestas de marcado talante de izquierdas, lo que parece evidenciar que los analistas del PSOE tratan de movilizar a los perezosos votantes progresistas, algo despistados últimamente con el recurrente y nunca acabado viaje al centro.