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La España cabreada: el éxito del pesimismo y la política del miedo frente a los datos
OPINIÓN | Ana 'Roja' Quintana, por Antonio Maestre

Ojos que no ven…

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En 2024 estamos llamados a las urnas, no tanto en determinadas Comunidades Autónomas, sino las urnas de la propia Unión Europea. Por nuestros lares se celebrarán las elecciones el 9 de junio donde tendremos la oportunidad de elegir a 720 representantes, 15 más que en las elecciones anteriores. Con todo ello se pretende conformar la única asamblea parlamentaria multinacional del mundo elegida por sufragio directo donde se representan los intereses de la ciudadanía. A partir de aquí, dichos euro-representantes dan forma y deciden nuevas leyes que influyen en todos los aspectos de la vida en la Unión Europea, que van desde el apoyo a la economía y la lucha contra la pobreza, hasta el cambio climático y la seguridad. Seguro que no es tan fácil como parece, pero tampoco hay mucho optimismo acerca de la eficacia de sus gestiones, ya sea por la profundidad de esta o por la velocidad de implementación, porque lo cierto es que un informe de UNICEF ha arrojado luz sobre la realidad de millones de niños en los 27 Estados miembros de la Unión Europea. Uno de los aspectos más alarmantes resaltados en el informe es el aumento de la pobreza infantil. Con un 25% de los niños en riesgo de pobreza o exclusión social, la cifra alcanza los 20 millones de menores. Esta tendencia al alza, con 1,6 millones más de niños afectados desde 2019, plantea interrogantes sobre la efectividad de las políticas económicas y sociales en la Unión.

Como suele suceder, ojos que no ven, corazón que no siente, pero esta vez la noticia toca a las puertas de nuestras casas porque España, lamentablemente, lidera esta estadística desalentadora con más de 2 millones de niños viviendo en situación de pobreza, lo que representa el 28% de la población infantil y adolescente del país. Estas cifras no solo son inaceptables desde una perspectiva humanitaria, sino que también plantean serias implicaciones para el futuro de la cohesión económica y social del país en particular y de Europa en su conjunto. Otro tema crítico que aborda el informe es la salud mental de la infancia y la juventud en la Unión. Con más de 11 millones de menores afectados por condiciones relacionadas con la salud mental, incluyendo ansiedad y depresión, la magnitud de esta crisis es innegable. Es especialmente preocupante que los adolescentes sean los más afectados, con aproximadamente una quinta parte de los jóvenes de 15 a 19 años experimentando problemas de salud mental.

La pandemia de COVID-19 ha exacerbado esta situación, necesitándose una respuesta urgente y coordinada para abordar estas crecientes necesidades. Además de estos desafíos, el informe también destaca la exposición a los riesgos online, debido al rápido avance de la tecnología digital, que ha abierto nuevas formas de abuso, desde el ciberacoso hasta la explotación sexual on-line. Por ello, es urgente y necesario que se tomen medidas para proteger y promover a aquella parte de la sociedad, bien que no sabe o no tiene con qué protegerse, de ahí que sea necesario plantear actuaciones que promuevan un sistema más justo y solidario donde se proteja al que más lo necesita o a la parte de la sociedad que no tiene medios para hacerlo, ya sea con la implementación de medidas fiscales o de otra índole, para lo cual habrá que analizar los programas electorales que nos presenten. No obstante, no todo es malo porque el “Primer Estado de la Infancia en la Unión Europea 2024” plantea que nuestro país obtiene buenos resultados en la satisfacción vital de los jóvenes y los niveles de contaminación del aire. Y es que el que no se consuela es porque no quiere.

En 2024 estamos llamados a las urnas, no tanto en determinadas Comunidades Autónomas, sino las urnas de la propia Unión Europea. Por nuestros lares se celebrarán las elecciones el 9 de junio donde tendremos la oportunidad de elegir a 720 representantes, 15 más que en las elecciones anteriores. Con todo ello se pretende conformar la única asamblea parlamentaria multinacional del mundo elegida por sufragio directo donde se representan los intereses de la ciudadanía. A partir de aquí, dichos euro-representantes dan forma y deciden nuevas leyes que influyen en todos los aspectos de la vida en la Unión Europea, que van desde el apoyo a la economía y la lucha contra la pobreza, hasta el cambio climático y la seguridad. Seguro que no es tan fácil como parece, pero tampoco hay mucho optimismo acerca de la eficacia de sus gestiones, ya sea por la profundidad de esta o por la velocidad de implementación, porque lo cierto es que un informe de UNICEF ha arrojado luz sobre la realidad de millones de niños en los 27 Estados miembros de la Unión Europea. Uno de los aspectos más alarmantes resaltados en el informe es el aumento de la pobreza infantil. Con un 25% de los niños en riesgo de pobreza o exclusión social, la cifra alcanza los 20 millones de menores. Esta tendencia al alza, con 1,6 millones más de niños afectados desde 2019, plantea interrogantes sobre la efectividad de las políticas económicas y sociales en la Unión.

Como suele suceder, ojos que no ven, corazón que no siente, pero esta vez la noticia toca a las puertas de nuestras casas porque España, lamentablemente, lidera esta estadística desalentadora con más de 2 millones de niños viviendo en situación de pobreza, lo que representa el 28% de la población infantil y adolescente del país. Estas cifras no solo son inaceptables desde una perspectiva humanitaria, sino que también plantean serias implicaciones para el futuro de la cohesión económica y social del país en particular y de Europa en su conjunto. Otro tema crítico que aborda el informe es la salud mental de la infancia y la juventud en la Unión. Con más de 11 millones de menores afectados por condiciones relacionadas con la salud mental, incluyendo ansiedad y depresión, la magnitud de esta crisis es innegable. Es especialmente preocupante que los adolescentes sean los más afectados, con aproximadamente una quinta parte de los jóvenes de 15 a 19 años experimentando problemas de salud mental.