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A sus pies, totorota

Aznar cambió ayer el trío de las Azores por el trío de Madrid al comer con dos expulsados del PSOE en un restaurante gallego de la capital, quizá para homenajear a Alberto Núñez Feijóo pocos días antes de que su investidura se estrelle presumiblemente en el Congreso de los Diputados. Seguramente comieron huevos estrellados. 

 Joaquín Leguina, ex presidente de la Comunidad de Madrid, y Nicolás Redondo, ex secretario general de los socialistas vascos e hijo del histórico militante socialista y líder sindical de la UGT con el mismo nombre, están ahora donde debían haber estado hace tiempo: a los pies de los caballos del PP. A sus pies, señor Aznar; a sus pies, señor Feijóo. Ay, si el padre del exsocialista vasco levantara la cabeza. 

 El candidato popular a la Presidencia del Gobierno de España tiene muy claro que no podrá llegar al cargo este mes y por eso se ha permitido el lujo de convocar un acto contra la amnistía dos días antes de su sesión de investidura, que en su caso será de no investidura. Todo un despropósito. 

 Cuando un candidato convoca una manifestación contra la amnistía para los políticos independentistas catalanes es que tiene claro que él no alcanzará el objetivo de presidir España. Si lo tuviese claro no convocaría ese acto anti amnistía porque eso significaría que tira la toalla antes de tiempo.

 En el PP padecen esquizofrenia política porque mientras unos hablan del partido de Puigdemont de manera impecable y elogiosa para ver si lo convencen, otros lo ponen a parir sin contemplaciones, aunque más porque saben que no van a tener su apoyo que por otra cosa. El típico derecho al pataleo. 

 Para el PP, Junts per Catalunya es muy malo si pacta con el PSOE pero es muy bueno si lo hace con los populares. Todo es según el color del cristal con que se mira. Lo cierto es que si comparamos la legislatura última de Pedro Sánchez con la anterior de Rajoy podemos comprobar que con el socialista el separatismo catalán se ha ido desinflando.

  Se pudo ver estos días en la celebración de la Diada y se ha podido comprobar con la sensible bajada de diputados independentistas catalanes en el Congreso madrileño. 

 Es paradójico que el PP eche en cara al PSOE lo que pasa en Cataluña cuando ha sido este último partido el que ha pacificado la delicada y convulsa situación de los últimos años. Con el PP siempre crece el independentismo catalán mientras que con el PSOE decrece. Los populares se lo tienen que hacer mirar. 

 La presidenta del Congreso le otorgó a Feijóo más de un mes de plazo para intentar lograr los apoyos necesarios en el pleno de investidura pero al gallego le han sobrado 30 días. No es verdad que Armengol le diera un plazo tan amplio para facilitar las negociaciones paralelas de Pedro Sánchez con las fuerzas parlamentarias que pudieran investirlo después del previsible fracaso del ex presidente de la Xunta de Galicia. 

 Fue Feijóo el que le pidió expresamente a Armengol ese plazo tan largo, seguramente porque sabía que le iba a costar un huevo y parte del otro conseguir los apoyos suficientes. Lo de Feijóo ha sido una crónica de una muerte anunciada y además en cámara lenta, lo que hace mucho peor la agonía. Por eso se han inventado ahora el acto contra la amnistía. Lo hacen para tapar el gran fracaso del presidente del PP, que no logrará sacar adelante su investidura. 

 Feijóo está demostrando que no tiene ninguna personalidad porque ha convocado ese acto contra la amnistía unas horas después de que el ex presidente Aznar lo sugiriera. Sus deseos son órdenes. A la orden del mostachudo.

  En esto Pedro Sánchez gana abrumadoramente al candidato gallego. Al presidente del Gobierno en funciones no le dan órdenes los expresidentes como Felipe González y otros barones octogenarios como Alfonso Guerra. Ni siquiera un barón actual como el presidente de Castilla La Mancha, que como siga así va continuar los pasos de los traidores y plumbeos Leguina y Redondo. A la puta calle. 

 Los gestos de Feijóo lo traicionan y lo delatan. En primer lugar, cuando convoca un acto contra la amnistía horas después de que Aznar le dé las órdenes y le enseñe el camino equivocado. Y en segundo lugar resulta muy ridículo que se convoque el acto de protesta dos días antes de la sesión de su supuesta investidura, por lo que claramente reconoce en público que no tiene ninguna posibilidad de ser investido presidente. Hemos perdido un tiempo precioso. 

  Feijóo, con esta decisión, está dándole el relevo a Pedro Sánchez a la vez que le pone palos en las ruedas de la carreta hablando de una amnistía que ni siquiera se ha aprobado. Por ahora es política ficción porque ni se ha plasmado en ley ni se ha garantizado nada a Puigdemont.

 Feijóo quiere poner la venda antes de la herida, igual que Aznar en su época fue el único en España que vio que Irak tenía armas de destrucción masiva. A los dos dirigentes populares les gusta la guerra preventiva. Lo que desconocen es que sus compatriotas prefieren la paz. Cada vez le queda menos a Feijóo para volver a su Galicia natal a comer percebes y ternera gallega. No hay mal que por bien no venga. 

Aznar cambió ayer el trío de las Azores por el trío de Madrid al comer con dos expulsados del PSOE en un restaurante gallego de la capital, quizá para homenajear a Alberto Núñez Feijóo pocos días antes de que su investidura se estrelle presumiblemente en el Congreso de los Diputados. Seguramente comieron huevos estrellados. 

 Joaquín Leguina, ex presidente de la Comunidad de Madrid, y Nicolás Redondo, ex secretario general de los socialistas vascos e hijo del histórico militante socialista y líder sindical de la UGT con el mismo nombre, están ahora donde debían haber estado hace tiempo: a los pies de los caballos del PP. A sus pies, señor Aznar; a sus pies, señor Feijóo. Ay, si el padre del exsocialista vasco levantara la cabeza.