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La prevención, el mejor tratamiento para la pandemia
Los virus son agentes infecciosos formados por una enorme cadena de genes protegidos por una cubierta de proteínas y alguno de ellos, como es el caso del SARS-CoV-2, recubiertos de una capa de grasa. Su pequeño tamaño no permite que puedan verse a simple vista, ni siquiera con el microscopio óptico. Es necesario utilizar en la mayor parte de los casos el microscopio electrónico, una lupa tan potente que puede aumentar un objeto hasta un millón de veces.
La cadena de genes conforma una estructura denominada ácido nucleico, que bien puede presentarse como ADN (ácido desoxirribonucleico) o como ARN (ácido ribonucleico). El Ácido nucleico que lleva el SARS-CoV-2 es del tipo ARN. Es una estructura química que se repite de manera ordenada y que está compuesta por nitrógeno, hidrógeno y oxígeno, formando estas tres substancias la denominada base nitrogenada, además de un azúcar y un acido fosfórico.
Un gen está constituido por la porción de ácido nucleico (ADN o ARN) que contiene la información necesaria para construir la molécula, generalmente una proteína, destinada a ser una estructura o realizar una función específica en una célula o en un organismo.
Un virus es infeccioso porque al penetrar en el interior de las células para multiplicarse las altera, de tal forma que sirviéndose de ellas hace copias de su cadena genética, lugar donde se encuentra toda la información hereditaria necesaria para producir los mismos efectos en otras células o en otros seres vivos.
La supervivencia de los virus en el exterior de un organismo es escasa, un máximo de días en materiales como el plástico o el acero en el caso del SARS-CoV-2. No intercambian substancias y energía con el medio ambiente, no tienen metabolismo propio y solo se replican en el interior de la célula. Cuando los virus están en el exterior de las células simplemente representan materia orgánica inanimada. Para multiplicarse necesitan estar en el interior de ellas.
Por estas razones, la mayoría de los científicos consideran a los virus como organismos no vivos, si bien, otros creen que los virus pudieran haber evolucionado desde el interior de organismos celulares, por lo que en caso de que se demostrase esta teoría, pasarían a formar parte del mundo de los vivos. Sea como fuere, lo cierto es que los virus están formados por varios elementos químicos que se encuentran en la naturaleza de manera organizada y que al penetrar en las células de los organismos vivos pueden ocasionar enfermedades.
Los virus son tan abundantes que los podemos encontrar en el cuerpo de los seres humanos, animales o plantas, en cualquier lugar de la tierra o en los océanos. Habitan en cada especie tras haber conseguido un equilibrio genético después de una evolución conjunta durante millones de años. Sin embargo, el cambio climático, la extinción de especies o la presión del hombre sobre zonas no habitadas por él, son factores que contribuyen a que algunos virus salten a especies distintas a las que le son propias.
Así, la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) ocurrida entre los años 2002 y 2003 fue responsabilidad del virus SARS-CoV, por el sacrificio y manipulación posterior del gato civeta del Himalaya que habitualmente se consume en China, con probable interferencia de otras especies animales en la variación genética. El virus del Nilo Occidental se extendió en Estados Unidos a través de un ave, el mirlo americano, en una epidemia surgida entre 1999 y 2010 y de la que se hace responsable a los cultivos intensivos. El consumo humano de carne de chimpancé o su manipulación, dio origen a la epidemia de SIDA. En el Amazonas, la desforestación de grandes terrenos, que favorece el aumento de luz y humedad, transforma la vegetación de la zona logrando la aparición del mosquito anopheles transmisor del parásito plasmodium productor de malaria.
Todas estas circunstancias marcadas por la presión sobre el equilibrio ecológico han llevado a la Organización Mundial de la Salud a advertir a sus países miembros, que existe la posibilidad de que puedan repetirse más temprano que tarde, nuevas pandemias.
En el año 2012 el Instituto Alemán de investigación Robert Koch responsable del control y prevención de enfermedades, realizó un simulacro de pandemia plasmado en un informe que presentó para el parlamento alemán o Bundestag, basado en la suposición de que un virus de origen asiático llamado Modi SARS llegaba al País. Mientras no se dispusiese de vacunas o tratamiento, se recomendaba proteger a ancianos y enfermos crónicos, evitar los contactos para impedir la expansión del virus y disponer de recursos humanos y materiales suficientes para la adecuada atención en los centros sanitarios. El resultado ha sido que según datos de la Universidad Johns Hopkins de los Estados Unidos la tasa de mortalidad acumulada de Alemania siempre estuvo entre las mas bajas, en la actualidad el 0,43 por cada 100 casos diagnosticados. En España la mortalidad acumulada se sitúa en el 0,85 por cada 100 casos diagnosticados. Por el contrario, se puede constatar que las medidas preventivas de salud pública implementadas por el Gobierno de España han resultado eficaces, de tal forma que la incidencia acumulada o número de enfermos hasta el momento por el SARS-CoV-2 es menor que la de la propia Alemania (25 y 45 casos por cada 100 habitantes respectivamente).
Si imaginamos una línea horizontal en la que vamos colocando desde un extremo medidas que impidan la aparición de la enfermedad y en el opuesto, la mortalidad, cuanto más eficaces sean las medidas, más se retrasará la aparición de la enfermedad o su mortalidad. Para ello es imprescindible disponer de un sistema sanitario bien organizado, con la participación de medios públicos y privados, coordinados por unos servicios de salud pública que cuenten con unos recursos capaces de hacer frente a cualquier eventualidad sanitaria.
Los virus son agentes infecciosos formados por una enorme cadena de genes protegidos por una cubierta de proteínas y alguno de ellos, como es el caso del SARS-CoV-2, recubiertos de una capa de grasa. Su pequeño tamaño no permite que puedan verse a simple vista, ni siquiera con el microscopio óptico. Es necesario utilizar en la mayor parte de los casos el microscopio electrónico, una lupa tan potente que puede aumentar un objeto hasta un millón de veces.
La cadena de genes conforma una estructura denominada ácido nucleico, que bien puede presentarse como ADN (ácido desoxirribonucleico) o como ARN (ácido ribonucleico). El Ácido nucleico que lleva el SARS-CoV-2 es del tipo ARN. Es una estructura química que se repite de manera ordenada y que está compuesta por nitrógeno, hidrógeno y oxígeno, formando estas tres substancias la denominada base nitrogenada, además de un azúcar y un acido fosfórico.