Ante los radicales: equilibrar la balanza

Los del no a todo parecen haberse apoderado de quienes defienden el actual modelo económico de Canarias a cal y canto. Mientras desde la diferencia llegan propuestas , nuevas, viejas y conocidas para dar cuerpo a otra relación entre los residentes temporales y los residentes indefinidos, quienes dibujan en la perfección lo que nos ocurre no dan su brazo a torcer ni por media, situando las alternativas en la ridiculización y el escepticismo. 

A las puertas del 20 de abril, el debate es rico en palabras y en ideas, empezando por abajo, van desde la necesidad de nuevos impuestos, precios mínimos por habitación, limitación de nuevas camas, creación de reservas marinas, fortalecimiento de la protección de espacios naturales, o la rehabilitación de espacios e infraestructuras turísticas, hacia lo más nimio, como acusar a la demanda de lo que sólo es responsable la oferta, es decir; el canario.

Esta es una discusión entre canarios, que entienden de diferente forma cual debe ser el papel de lo público en la incidencia de la actividad turística. Es una discusión entre generaciones distintas, una que vivió el paso del campo al turismo y otra que cree que hoy se puede dar una mejor reputación al destino a través de reformas adecuadas de iniciativa público-privada gracias a consensos que sólo pueden construirse por los medios de una sociedad democrática bien informada y consciente de cómo debe modularse lo que es suyo. 

Es natural que con el paso de los años y el perfeccionamiento democrático, la ciudadanía use sus instrumentos colectivos para regir de mejor manera lo que es todos. Entre quienes oigamos estos días contra cualquier reforma o avance, tendremos un denominador común: son personas que creen más en la libertad de los individuos, vengan de donde vengan y sean de donde sean, que en la virtud de los que viven juntos y tejen empatías para quererse felices en común. 

La pregunta es: ¿tiene hoy Canarias herramientas para debatir su futuro como quieren los canarios?

Hay que ser honestos, y es que nuestra Comunidad Autónoma no se ha dotado de mecanismos que permitan lo que hoy es fundamental en la vida pública de cualquier país; y es el desarrollo de modelos de co-gobernanza que hibriden las responsabilidades entre los sectores afectados y el Ejecutivo. ¿En qué cabeza cabe que la mayoría del capital de nuestra oferta turística lo manejen extranjeros? Hay países que no llegan a la mitad de turistas anuales que Canarias, como Brasil, que tienen mecanismos públicos que conducen y ordenan la actividad.

Este proceso social y ciudadano está basado en un aumento de la calidad turística de Canarias, de la mejora de los espacios públicos, del cuidado de los espacios naturales, de la limpieza de nuestras playas y parajes, de la reducción del beneficio de los operadores turísticos, y del aumento de salarios de los trabajadores de todo el sector. La reducción de la precariedad y la protección del medioambiente deben ser el enfoque que proteja la entelequia de que sencillamente nos dejen como estamos, ni más ni menos. 

Si algo caracteriza las demandas de los canarios de hoy, es sencillamente su humildad. Ante el desarrollo descontrolado: mesura, calma y sosiego.