El responsable de Salud y Clima de Sanidad: “Queremos que la gente no se muera por el calor crea o no crea en el cambio climático”
España se adentra a partir de este jueves en la primera ola de calor del año. Según el aviso de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), conviviremos durante al menos tres días con una “masa de aire muy cálido y seco” que provocará temperaturas “muy elevadas, más altas de lo habitual para estas fechas”, excepto en el noroeste peninsular. Este primer episodio del verano va a ser monitorizado, además de por la Aemet, por un nuevo sistema de alertas de calor del Ministerio de Sanidad que cambia de color en función de lo peligrosas que son las temperaturas para la salud.
El objetivo de la cartera que dirige Mónica García es que los ciudadanos se convenzan de que el calor producido por el cambio climático ya es una crisis de salud pública y se cuiden. “Hay mucha gente vulnerable que se muere por el calor que se podría evitar”, asegura Héctor Tejero, responsable de Salud y Cambio Climático del Ministerio en esta entrevista, en la que habla de las prioridades de su equipo. La comunicación es de las primeras: “Estamos hablando de una cosa que no es de los osos polares y todo eso, es que afecta a tu propia salud”. Y las cosas no van a ir a mejor a corto plazo, advierte.
El Ministerio de Sanidad asegura que el calor ya está generando una crisis de salud pública en España. Del uno al diez, ¿qué dimensión y gravedad tiene esa crisis a día de hoy?
El calor está matando unas 3.000 personas al año y va a ir a peor. La exposición al calor extremo va a aumentar, pero también puede aumentar la adaptación. Entonces, no necesariamente va a tener que morir más gente porque haga más calor. De hecho, en España hemos visto es lo contrario: hace más calor que hace 20 años y muere menos gente porque las casas están mejor adaptadas, porque tenemos aire acondicionado y porque la gente va asimilando la cultura del calor.
La exposición al calor va a ir a más necesariamente por el cambio climático hasta que dejemos de emitir gases de efecto invernadero, pero la adaptación puede mejorar si nosotros hacemos que las ciudades tengan más árboles, si restringimos los coches en episodios de mucho calor, si hacemos que las casas estén mejor adaptadas… Ahora, esto tiene un límite. Obviamente si el calor sigue aumentando y el cambio climático no para, no puedes compensar todo el efecto, pero aún tenemos mucho margen de mejora.
En alguna ocasión le he escuchado decir que la primera ola de calor es la más peligrosa. ¿Por qué?
El efecto que tiene el calor sobre la salud depende mucho de cómo de adaptada está la gente. Esto va desde los factores fisiológicos a los conductuales o ambientales. El problema de las olas tempranas, que fue lo que pasó en 2022 y 2023 a principios de junio, es que el cuerpo está menos habituado al calor. En este caso ya ha avanzado un poco el verano y junio ha sido bastante fresquito para lo habitual en los últimos años. En general, lo problemático de las primeras olas es que la gente tiene menos costumbre de tratar con el calor, el cuerpo está menos adaptado y eso puede suponer una mayor afección a la salud, especialmente en las personas más vulnerables.
Hace unas semanas supimos que habían muerto 1.300 personas por el calor extremo durante la peregrinación anual a la Meca en Arabia Saudí. Fue una noticia muy impactante, pero las muertes por calor están creciendo en muchos sitios: en América Latina han aumentado un 140% en los últimos 20 años y en Europa el salto es de un 30%. ¿En España infravaloramos el impacto del calor sobre la salud?
Hemos avanzado, pero todavía estamos lejos de ser conscientes de lo mucho que mata el calor en España. Somos el país más vulnerable de la Unión Europea al cambio climático y, en lo que se refiere a la salud, el principal impacto a va ser el efecto del calor. Es habitual que muchos medios de comunicación, cuando se habla de olas de calor, no se refieran a asuntos de salud sino a temas como la playa, o que todavía se hable de buen tiempo cuando viene el calor.
Es habitual que muchos medios de comunicación, cuando se habla de olas de calor, no se refieran a asuntos de salud sino a temas como la playa, o que todavía se hable de buen tiempo cuando viene el calor
Nos queda trabajo por concienciar a la población y, sobre todo, a los más vulnerables y a los que tenemos o tienen a cargo a personas más vulnerables de los impactos que tiene sobre la salud, porque esto no va a bajar a corto plazo. Lo que nos viene en Europa, especialmente en el sur de Europa y está así reconocido por la Agencia Ambiental Europea, es un mayor número de olas de calor y cada vez más gente de cierta edad expuesta a altas temperaturas. Habrá años peores, habrá años mejores, años muy malos como el 2022, pero la tendencia es la que es.
Un estudio reciente de ISglobal midió por primera vez cómo empeora el calor ciertas enfermedades a través de los ingresos hospitalarios. ¿Solo vemos la punta del iceberg, que son como los golpes de calor, por ser tan graves? Especialmente cuando las personas están trabajando.
Nosotros hablamos de la pirámide de impactos climáticos. Lo que hay arriba de todo, en los últimos dos años, son entre 20 y 25 fallecidos por golpe de calor en España. Son muertes muy espectaculares y graves, sobre todo cuando están asociados a personas que estaban trabajando. Pero hay mucho impacto por debajo de eso. Tenemos en torno a unas 7.000 muertes en los últimos dos años atribuibles al calor. Es gente que no se muere de un golpe de calor, pero tiene alguna patología subyacente, esa patología empeora y fallecen a los dos, tres o cuatro días de un episodio de calor extremo. Suelen ser personas mayores con, por ejemplo, problemas de corazón, o un EPOC, o algo renal que de repente mueren y eso no se asocia al calor en el momento, pero se detecta epidemiológicamente.
Y más abajo de esto en la pirámide, en la base, está lo que afecta a la mayoría de la población: una peor salud aunque no significa que vayas a fallecer. Por ejemplo, hay dos grupos vulnerables, las embarazadas y los menores de cuatro años que acaban con muchos más ingresos. El calor nos afecta a todos, a los que no somos mayores ni tenemos patologías también. Desde el Ministerio estamos intentando concienciar sobre todo de la parte de medio de la pirámide: hay mucha gente vulnerable que se muere por el calor que se podría evitar y aquí podemos actuar porque el efecto es más silencioso.
¿Todo el mundo relaciona las olas de calor con el cambio climático?
Todas las estadísticas nos dicen que la mayoría de la gente asume que el cambio climático existe, es real, es grave y está causado por los seres humanos. Que se asocie esto con el calor es más complicado porque todos hemos vivido episodios de calor en muchos momentos de nuestra vida. MI experiencia individual es que se tiende a relacionar más con el cambio climático cosas raras como calor en enero.
Las olas de calor van a ser mayores y más frecuentes y probablemente no se hubiesen producido así jamás sin el cambio climático. Comunicativamente tenemos que hacer un esfuerzo mucho más moderado en cuanto a decir a la gente: protégete del calor. Porque habrá personas que no crean en el cambio climático o que no estén convencidas del todo pero no queremos que se tome como algo ideológico. Lo importante, creas o no en el cambio climático, es que te cuides. No queremos que te mueras por el calor, pienses lo que pienses.
La exposición al calor extremo va a aumentar, pero también puede aumentar la adaptación. Entonces, no necesariamente va a tener que morir más gente porque haga más calor
La Aemet tiene cada dos por tres que salir a desmentir bulos. El último era que estaban manipulando datos con el objetivo de “generar un temor innecesario en la población”. ¿Cómo se responde a eso desde las instituciones?
Desde la evidencia científica. Diría que hay que hacer dos cosas: primero basarnos en la evidencia que tenemos, que en temas de cambio climático es abrumadora; y segundo, hacer un esfuerzo comunicativo de explicar las cosas. Tampoco creo, no obstante, que haya que tomar a lo que son en general grupos negacionistas pequeños organizados en X (antes Twitter) como un problema poblacional.
El problema a nivel de población no es tanto que la gente crea o no crea el cambio climático o en los chemtrails o en lo que sea, sino que llegue el mensaje de que el cambio climático tiene un efecto en la salud y hay que protegerse. A los negacionistas que dan la turra en Twitter creo que tenemos que hacerles el menor caso posible porque no se trata de un problema de argumentación científica sino ideológico. Cuanto más datos les des, menos les convences.
¿Hay una parte de la población que se queja de las medidas encaminadas a paliar el cambio climático porque no pueden hacerlo por su renta, por ejemplo? Pienso en cambiar el coche...
Tenemos que tener cuidado siempre de hacer la transición ecológica con justifica social para que no genere mayores desigualdades. Pero diría que, hoy, todo está mucho más determinado por factores ideológicos previos. Además de quienes sienten los efectos acelerados del cambio climático son las rentas más bajas, ahí hay desigualdad. Las personas con menos ingresos son las que tienen más dificultades para adaptarse individualmente al cambio climático, las que más sufren los impactos del calor y de muchas otras cosas. La tarea del Estado es cómo rehacer el Estado del bienestar para que las medidas se tomen con justicia social en todos los niveles.
¿Qué ha cambiado desde aquella ola de calor de 2003 que mató a tanta gente en Francia y despertó a Europa?
Lo primero que ha cambiado son los veranos, que ahora son como 15 días más largos si los comparamos con los años 80. La ola de calor de 2003 fue algo muy anómalo. De hecho, ni siquiera está claro que esté completamente asociado al cambio climático. En Estados Unidos pasó en los noventa, con unas altas temperaturas en Chicago que concienció a la gente; en Europa fue en 2003. La gente se dio cuenta del gran impacto que podía tener el calor en la salud. En España, por ejemplo, esta crisis empujó a elaborar el primer plan de calor en 2004 y en otros países se empezó a estudiar mucho más la relación entre salud y calor. Aquel fue un año excepcional, luego bajó y ahora estamos en cifras del 2003 casi cada año. Y esto sí sabemos, estamos mucho más convencidos, de que se debe fundamentalmente al cambio climático porque el aumento es constante.
¿La mortalidad sin estos planes de calor habría sido mucho mayor?
Aunque tienen margen de mejora, los planes de calor funcionan. Es una parte fundamental avisar a la población, concienciar y hacer campañas. Por ejemplo, una parte de estos planes consiste en avisar a las residencias de mayores, a los centros sanitarios y allí donde hay personas vulnerables para que se tomen medidas. La intención de este Ministerio es seguir ese camino y conseguir que la información meteorológica que tiene la gente esté mucho más asociada con la salud, especialmente en verano. Que cuando alguien piense en el tiempo, piense mucho más en cómo afecta a su salud que en lo que se piensa ahora: cojo el coche o cojo el paraguas. Esto debe ser así en el nuevo mundo en que vivimos.
Precisamente han puesto en marcha un nuevo sistema de alertas de calor, más preciso por zonas, que avisa en qué punto la temperatura empieza a ser tan alta como para aumentar la mortalidad. La información es pública y accesible en la web del Ministerio. Más allá de eso, ¿se han planteado hacer avisos a la población de gran escala?
No lo hemos planteado, pero creo que este sistema debe ir evolucionando, perfeccionándose cada vez y en eso estamos trabajando. Este año se ha hecho un cambio grande, que es pasar de las provincias a las zonas de alerta, pero los siguientes vamos a seguir mejorando las metodologías y sobre todo la parte de comunicación. Estamos trabajando junto con la AEMET, que ha hecho un trabajo excepcional durante mucho tiempo y tiene sus alertas. Esas alertas tienen sentido para muchos sectores como la agricultura, las infraestructuras o la electricidad; y las del Ministerio de Sanidad reúnen un sentido mucho más importante para la población en general. Nuestro mayor reto es convertir estas alertas en la referencia a la hora de hablar de avisos de calor en España. O sea, que cuando la gente mire el tiempo se interese por la implicación en la salud.
Tenemos que conseguir que cuando alguien piense en el tiempo, piense mucho más en cómo afecta a su salud que en lo que se piensa ahora: cojo el coche o cojo el paraguas. Esto debe ser así en el nuevo mundo en que vivimos
Me da la sensación de que ha habido un cambio de discurso: de mitigar el calor tomando medidas contra el cambio climático a adaptarnos a él. ¿La única salida que tenemos es gestionar el riesgo?
No es la única salida, pero hemos pasado a hablar más de adaptación porque ya no estamos en la fase de que los modelos predicen, sino en una evidencia experiencial. El calor ya está aquí. La adaptación, que siempre ha sido el hermano pobre en la lucha climática, está empezando a tener mucho más peso. Y está bien que eso ocurra porque estamos teniendo impactos altos. Ahora bien, hay que tener en cuenta que la adaptación no lo puede todo, es decir, no podemos solo adaptarnos. Hay que seguir mitigando y hacerlo mucho más rápido, con más eficacia, reduciendo las emisiones cuanto antes. Hay tres escenarios: mitigar, adaptarte o sufrir. Si queremos evitar sufrir tenemos que hacer una mezcla de los dos anteriores.
¿Y da tiempo a adaptarnos con el ritmo al que están subiendo las temperaturas? ¿Estamos ganando esa carrera?
Estamos haciendo cosas, pero no lo suficiente y no suficientemente rápido. Las trayectorias de emisiones que teníamos antes del Acuerdo de París, que fue en 2015, nos llevaban a una temperatura de casi cuatro grados en los modelos promedio, no los peores escenarios. Los modelos que hay ahora, después del boom que están pegando a las renovables, nos dicen que estamos por debajo de tres grados. Esto es insuficiente, pero es un cambio grande. En los próximos años vamos a seguir avanzando, pero hace falta más políticas públicas. Si la mitigación no cumple su parte, nunca nos vamos a poder adaptar.
Cuéntenos en qué está trabajando ahora el Observatorio de Cambio Climático.
De momento hemos creado grupos de trabajo sobre temas concretos. El que más está funcionado hasta ahora ha sido el de temperaturas extremas que se ha encargado de la parte de la implementación de los cambios en el plan de calor. El otro que ha empezado a funcionar es el de salud laboral y cambio climático. También estamos trabajando con la relación entre salud mental y cambio climático con el comisionado. Es algo que todo el mundo en la cabeza pero está todavía un poco borroso. Queremos estudiar el concepto etéreo de ecoansiedad, hasta qué punto es útil y también cómo afectan los eventos climáticos catastróficos como un incendio, una inundación o las restricciones de agua porque hay sequía.
Vamos a poner en marcha, además, un grupo de comunicación y capacitación. En colaboración con la Organización Médica Colegial y con la Alianza Médica contra el Cambio Climático veremos cómo podemos favorecer la capacitación de los médicos en temas de salud y cambio climático para convertir a cada médico en un activista climático. Hay que tomar medidas contra el cambio climático, no solo por una cosa de osos polares y todo eso, sino porque afecta a tu propia salud. Si conseguimos convencer a la gente de que el cambio climático es una crisis de salud pública habrá resistencias que pueden ser más fácilmente vencibles.
Hablando de otras consecuencias del cambio climático, el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades alertó hace pocas semanas de que cada vez hay más brotes locales de virus del Nilo y del dengue dentro de la Unión Europea. ¿Qué vectores tienen en el radar que puedan transmitir enfermedades por las nuevas condiciones climáticas?
El Ministerio lleva ya años trabajando en el plan de enfermedades emergentes. El plan de vectores se llama y es una de las grandes preocupaciones, tanto por las que vienen por mosquitos (de la familia Aedes) como por garrapatas. Es una dimensión diferente al calor. Este mata mucho y ya está ocurriendo y los planes de vectores son más preventivos, aunque sabemos que va a terminar llegando a la península y a Canarias. Tendremos zonas en España, si todo sigue igual, donde haya un riesgo elevado de enfermedades por vectores. Esto no significa que haya una pandemia, pero sí que si te pica un mosquito ya no es simplemente eso, sino que pueda transmitirte una enfermedad. Y eso genera tensiones en el sistema de salud. Esta labor es más preventiva y la que hacemos con el calor, mucho más adaptativa.
Tendremos zonas en España, si todo sigue igual, donde haya un riesgo elevado de enfermedades por vectores. Esto no significa que haya una pandemia, pero sí que si te pica un mosquito ya no es simplemente eso, sino que pueda transmitirte una enfermedad
¿Cuentan con que España se puede convertir en un determinado momento, si no lo es ya en algunas zonas, en un lugar donde no es seguro hacer turismo por las condiciones climáticas?
Los planes de calor actualmente, como están diseñados por los sistemas que tenemos, no tienen en cuenta a los turistas para calcular la mortalidad. Solo a las personas empadronadas. Pero somos conscientes de que eso supone un problema y queremos trabajar en ello para ver cómo podemos incluirlos. Nuestra intención es que las embajadas puedan hacer un trabajo para alertar a los ciudadanos que vienen a este país. Es complicado porque el momento de vacaciones se asocia con el relax.
Cuando hace más calor, el efecto de la contaminación es mayor. También sucede que las enfermedades generadas con al contaminación tienen peor pronóstico con el calor. Se está generando un círculo vicioso
El turismo en España es una actividad que si seguimos al ritmo que tenemos va a estar en riesgo climático. Pensamos mucho en los combustibles fósiles, pero podemos ir a escenarios en los que se recomiende no venir o buscar otras alternativas, especialmente en determinadas zonas de España. Esto no será en el corto plazo y el turismo ya está generando en el presente otros problemas en las poblaciones.
¿El calor y la contaminación se retroalimentan?
La polución es el gran problema de salud ambiental y, de hecho, mata bastante más que el calor. En España se calcula que se producen 24.000 muertes atribuibles a la contaminación. Son casi diez veces más que el calor. Ambas cosas tienen el mismo origen, que es la quema de combustibles fósiles, pero no son exactamente lo mismo. Cuando hace más calor, el efecto de la contaminación es mayor. Tenemos evidencia de que ocurre, pero queremos saber más. También sucede que las enfermedades generadas con al contaminación tienen peor pronóstico con el calor. Se está generando un círculo vicioso: las enfermedades generadas por la contaminación empeoran con el calor y el calor empeora el efecto de la contaminación.
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