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La reinvención continua

La raíz cuadrada, aparte de ser una operación matemática, en donde se cumple que un número multiplicado por si mismo da como resultado otro número, también nos servirá para establecer una gráfica mental de cuál podría ser la resultante de la evolución del PIB: Caída abrupta, profunda y repentina con cierto rebote inmediato en determinadas variables, para luego estabilizar una senda muy tenue de crecimiento fruto de la convivencia con una incertidumbre que coarta planes.

Recordemos, a principios de este año, cómo se hablaba de una incidencia lejana de la crisis sanitaria y, por lo tanto, de un impacto social limitado y segmentado. No obstante, según pasaban los días, ya sea por una profecía catastrófica autocumplida o porque simplemente la realidad golpeaba con fuerza con toda su dureza, los pronósticos llevaron a todas las regiones, se creyera o no en un principio en la veracidad de todos los acontecimientos, a tomar medidas de confinamiento paralizando, no a una ciudad, no a una región, no a un país… sino al mundo entero. Dicha parálisis congeló el intercambio, afectando a toda la cadena de producción.

En este contexto, aquellos segmentos económicos y sociales que presentaron mejores visos de adaptabilidad pudieron, quisieron y supieron recoger el guante para posicionarse de forma positiva bajo unas condiciones en donde la fuerza catalizadora de la tecnología, la innovación y el conocimiento permitía tal actitud. Cumpliendo con todas las estrictas normas, se supo mantener la distancia (mal llamada social, desde mi punto de vista) física de seguridad a la vez que se satisfacían necesidades que el consumo demandaba. El resto, bien por obligación o por otra razón relacionada con la gestión, o bien desaparecieron o bien se acogieron al calor de lo común, esperando agazapados a que la situación se esclarezca. En definitiva, no se trataba de cambiar quiénes éramos, sino de modificar nuestra mentalidad encontrando otro tipo de motivaciones donde, de forma probable, aflorarían otros talentos y capacidades.

¿Y a partir de ahora? Pues habrá que convivir con el cambio, con la incertidumbre, con ciertas dosis de inseguridad… o lo que es lo mismo, con el abandono de posturas conservadoras e inamovibles. La reinvención continua deberá estar en nuestro esquema diario de comportamiento, esclareciendo qué es lo que queremos que ocurra, para poner todos los ingredientes necesarios que provoquen su aparición. Claro está que los deseos no están exentos de miedos, en donde estar tienen que estar, pero no deben ejercer un poder paralizante para poder llevar a cabo nuestras decisiones hasta que la justificación se sustituya por la responsabilidad, porque no se trata de resistencia y resignación. Se trata de aceptación y convivencia.

La raíz cuadrada, aparte de ser una operación matemática, en donde se cumple que un número multiplicado por si mismo da como resultado otro número, también nos servirá para establecer una gráfica mental de cuál podría ser la resultante de la evolución del PIB: Caída abrupta, profunda y repentina con cierto rebote inmediato en determinadas variables, para luego estabilizar una senda muy tenue de crecimiento fruto de la convivencia con una incertidumbre que coarta planes.

Recordemos, a principios de este año, cómo se hablaba de una incidencia lejana de la crisis sanitaria y, por lo tanto, de un impacto social limitado y segmentado. No obstante, según pasaban los días, ya sea por una profecía catastrófica autocumplida o porque simplemente la realidad golpeaba con fuerza con toda su dureza, los pronósticos llevaron a todas las regiones, se creyera o no en un principio en la veracidad de todos los acontecimientos, a tomar medidas de confinamiento paralizando, no a una ciudad, no a una región, no a un país… sino al mundo entero. Dicha parálisis congeló el intercambio, afectando a toda la cadena de producción.