Espacio de opinión de Canarias Ahora
Renaturalizar el Guiniguada o maquillar el franquismo
Carolina Darias no ha visto correr el Barranco Guiniguada. Yo sí, aunque nací a más de 5.000 kilómetros de distancia de Las Palmas, mi ciudad. No es un demérito de la alcaldesa, en absoluto, simplemente cuestión de edad porque un servidor solo es nueve años menos joven que ella. Darias tiene mi respeto. Se lo ha ganado por su gestión aceptable, así lo pienso, en los diferentes cargos políticos que ha ocupado.
Como alcaldesa no tengo formada opinión porque un año es poco tiempo. Pero sí suficiente para cuestionar su proyecto de “renaturalización” del Guiniguada. Entrecomillo la palabra porque se usa en varios párrafos de las bases del concurso Paseo Guiniguada de la Cultura y de las Artes Canarias. “Volver a dar carácter natural a algo” es la definición de renaturalizar. Lo dice la RAE.
Y para renaturalizar el Guiniguada, de entrada, es indispensable recuperar el cauce del emblemático Barranco Guiniguada. Después, se podrá convocar un concurso y sin duda aflorarán proyectos diversos e interesantes, pero si perdemos esta oportunidad de recuperar, de renaturalizar, el Guiniguada, ahora que hay pasta y tenemos una alcaldesa que quiere dejar un legado, Carolina, tus hijos y los míos no te perdonarán que les prives de la posibilidad de ver el agua por el barranco. Las bases del concurso, en cambio, descartan absolutamente la renaturalización del cauce; de hecho señalan que las bóvedas de hormigón por las que discurre el agua cuando corre el barranco no se tocan.
Solo una política de Las Palmas ha tenido la sensibilidad, la inteligencia y la audacia, de promover la eliminación de la lápida que sepulta la memoria de la ciudad más populosa del Archipiélago. Las Palmas nació en el Guiniguada. Debe su nombre a las palmas, las palmeras, que colonizaban la desembocadura del antaño río Guiniguada. Hoy, seis siglos después de la fundación del Real de Las Palmas –les confieso que no me gusta nada eso de “de G.C.”, mi ciudad es Las Palmas, a secas-, Gran Canaria tiene cinco riachuelos que portan agua de agosto a agosto, y uno de ellos es el Guiniguada, en el tramo superior que se denomina La Mina, por donde discurre libremente el agua hasta que se encauza en un tubo.
Como les digo, solo una política de la capital grancanaria apostó, con hechos, por renaturalizar, por liberar, por descubrir el cauce del Guiniguada. Esa persona es Pepa Luzardo. Y digo con hechos porque el paso previo fue la eliminación del scalextric del Guiniguada, aquel monstruo vial que creó el franquismo y que tapó la fachada del Teatro Pérez Galdós. Tapar la historia de Las Palmas y eliminar el Puente de Palo y el Puente de Piedra, que unían Vegueta con Triana, fueron obra del franquismo. Pepa Luzardo quiso acabar con aquel despropósito. Después de demoler el scalextric, la segunda fase del proyecto de Joan Busquets –todavía recuerdo los planos y la maqueta- consistía en eliminar la plancha de hormigón y asfalto que instaló el desarrollismo franquista. Pero perdió las elecciones y el proyecto se quedó a medias.
Carolina, ahora es tu momento. Y solo tienes dos opciones, seguir apostando por el legado franquista, aunque lo maquilles de “paseo de la cultura y las artes”, o recuperar la historia en la que nació Las Palmas de Gran Canaria. Perdón, el Real de Las Palmas. Tú misma.
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