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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La tasa turística hoy es una esperanza para el futuro

Son varios los artículos que he escrito relativos a la tasa turística. En todos me he manifestado en contra de su implantación, fundamentalmente porque no aclaran el destino final del impuesto y ante la duda o la tradición de despilfarro en ocurrencias o asuntos que poco tienen que ver con el turismo, mejor dejar las cosas como están.

Hay que recordar que la tasa turística afecta al principal sector económico de las islas por lo que su impacto se notará en todo el cuadro económico isleño, para bien o para mal, según se plantee y se ejecute. De hecho, una parte destacada del IGIC que se recauda viene del sector turístico, aunque también habría que poner en el balance los gastos que produce y que atiende la administración canaria en sus distintos niveles. Aunque también es cierto que en numerosos destinos cobran la tasa y, también lo he dicho, el que deja de venir a Canarias por ahorrarse un euro diario no merece venir (a ningún sitio, aclaro).

Lo cierto es que hoy voy a posicionarme a favor de una tasa turística que tenga una finalidad concreta: actuar ante la emergencia climática. Y así se ha indicado por los firmantes del pacto del gobierno autonómico, aunque las declaraciones posteriores de algún consejero ya no van por esa línea (la tasa ha sido puesta en entredicho por la evolución a la baja del turismo y también se ha dicho que su objetivo es atender infraestructuras). Y ahí está el dilema: ¿a quién se cobrará? ¿Cómo y cuánto? Y, para mí lo más importante: ¿cuál es su cometido?

Yo la apoyaré decididamente si se utiliza para actuaciones concretas que puedan contribuir a frenar la destrucción del planeta. Actuaciones que han de ser urgentes, decididas ante la hecatombe que vemos cada día por la desaparición de los casquetes polares, el cambio terrible y veloz que padecen en Islandia, Groenlandia... Los nórdicos son conscientes de esta realidad y han de apreciar las iniciativas que se realicen para evitar el desastre que cada día es más cercano, con acciones que deben ser conocidas por los turistas, publicitando las cuentas de esa tasa y el destino del gasto, e incluso que puedan ver y participar en las mismas. En definitiva, más que una tasa que se pierde en el entramado de la burocracia, hemos de demostrar la vocación decidida de la administración de uno de los destinos turísticos más importantes del mundo con la situación de emergencia que vive el planeta. Será una promoción directa y tendrá carácter sensibilizador. Y eso lo premiarán los turistas que cada vez más son conscientes de la huella nefasta que produce el transporte marítimo o aéreo, con destacados activistas invitando a no usar el avión, cuyo efecto sobre el destino turístico canario sí que es más peligroso que la tasa turística.

Ante esta campaña antivuelos en la que participan líderes como la niña de 16 años, Greta Thumberg, es mucho más poderosa que los recursos que destina Canarias (Promotur y Patronatos de Turismo de Gran Canaria, Tenerife, Lanzarote o Fuerteventura) para promocionar sus alojamientos y playas.

Por ello, pienso que esta tasa será positiva o negativa según se plantee y se gestione. Pronunciarse antes de conocer el alcance y objeto de la misma es participar del negacionismo de la emergencia en que vivimos. Una postura que podrá significar pan para hoy pero destrucción del planeta en un futuro no tan lejano.

Son varios los artículos que he escrito relativos a la tasa turística. En todos me he manifestado en contra de su implantación, fundamentalmente porque no aclaran el destino final del impuesto y ante la duda o la tradición de despilfarro en ocurrencias o asuntos que poco tienen que ver con el turismo, mejor dejar las cosas como están.

Hay que recordar que la tasa turística afecta al principal sector económico de las islas por lo que su impacto se notará en todo el cuadro económico isleño, para bien o para mal, según se plantee y se ejecute. De hecho, una parte destacada del IGIC que se recauda viene del sector turístico, aunque también habría que poner en el balance los gastos que produce y que atiende la administración canaria en sus distintos niveles. Aunque también es cierto que en numerosos destinos cobran la tasa y, también lo he dicho, el que deja de venir a Canarias por ahorrarse un euro diario no merece venir (a ningún sitio, aclaro).