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Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Theodorakis ha entrado sonriendo en la eternidad

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Atenas a 2 de septiembre del 2021. El compositor griego Mikis Theodorakis ha muerto a los 96 años en su casa de Atenas, y algunos sentimos con un dolor profundo en el fondo del alma que algo se nos muere. Y al mismo tiempo sabemos que su vida y su obra han movido la causa de la justicia y de la libertad de los pueblos del mundo entero. Y en la pena no hay desaliento sino que en cada lágrima hay un nuevo impulso continuador de la senda que anduvo sin desmayo.

La ministra de Cultura griega, Lina Mendoni, ha tenido el triste deber de anunciar al mundo esa perdida para los amantes de la música y de las causas libertadoras. Los que hemos tenido la suerte de haber visto la película Zorba, el griego, según la novela de Nikos Kazantzakis, y recordamos al Theodorakis de la banda sonora de la películadirigida en 1964 por Michael Cacoyannis y protagonizada por Anthony Quinn. En años de dictadura franquista en España, nos regocijaba ver su implicación política y lucha por la democracia en Grecia.

En 1957, el gran escritor Nikos Kazantzakis había viajado a China y Japón, donde la leucemia que sufría se agravó y fue trasladado a Friburgo (Alemania), muriendo el 26 de octubre de ese mismo año. Anteriormente había perdido por un voto el Premio Nobel de Literatura ante Albert Camus. Este declaró noblemente que Nikos merecía el premio “cien veces más que él”.

“¡Qué extraña máquina es el hombre! Usted le mete pan, vino, pescado y rábanos, y salen suspiros, risas y sueños!”, Zorba, el griego.

Hemos visto el círculo más elevado de poderes en espiral. Le hemos puesto de nombre a este círculo Dios. Podríamos haberle puesto cualquier otro nombre que quisiéramos: abismo, misterio, oscuridad absoluta, luz absoluta, materia, espíritu, esperanza última, desesperanza última, silencio. Pero no olvidar jamás, somos nosotros quienes le ponemos el nombre.

La felicidad no está en cielos altos y metas monetarias: la felicidad se puede encontrar en la ventana o en el patio de nuestra propia casa. Si ponemos la felicidad alcanzada y alcanzable a la altura del capital creciente de nuestra cuenta corriente, podremos llevarnos al ataúd un montón de dinero, pero no habremos tenido la verdadera felicidad de las cosas sencillas y pequeñas que nos rodean: la risa de los niños, la mirada tierna del ser amado, el recuerdo de amistades y aventuras pasadas o melodías que han marcado momentos de nuestra vida.

Estas reflexiones derivadas de la obra de Kazantzaki han parecido guiar junto a una veta roja interior la vida del griego Theodorakis.

La Presidenta de Grecia, Katerina Sakellaropoulou, ha dicho en esta ocasión: “Vivió con pasión, una vida dedicada a la música, a las artes, a nuestro país y su gente, dedicada a las ideas de libertad, justicia, igualdad y solidaridad social. Escribió música que se entrelazó con los desarrollos históricos y sociales de Grecia en los años de la posguerra, música que brindó aliento, consuelo, protesta y apoyo en los períodos más oscuros de nuestra historia reciente”.

Theodorakis, nacido en 1925 en la isla de Quíos, llevaba retirado años de actividades por problemas de salud. Después del golpe militar de 1967 la Junta Militar lo encarceló y su música fue prohibida. Pero los militarotes de allí como los de acá subestimaron la fuerza del espíritu y de la música o de la literatura que podrá ser acallada momentáneamente pero sobrevivirá a toda tiranía, como la obra de Homero o Cervantes han sobrevivido guerras e Inquisiciones.

Casi coincidente en el tiempo con los juicios militaristas griegos, en Las Palmas de Gran Canaria se celebraban Consejos de Guerra contra la Poesía de Pedro Lezcano, Consejo de Paz, y el jueves día 15 de junio de 1967 en el cuartel del Castillo de Mata, se celebraba el juicio militar donde el fiscal (militar) solicitaba penas de un año para el joven periodista Salvador Sagaseta y de seis meses tanto para Pedro Lezcano como para el director en funciones de La Provincia, Hernández. Dos dictaduras paralelas en el tiempo y en las formas.

Theodorakis fue incluso torturado. Compositores como Leonard Bernstein o escritores como Arthur Miller encabezaron una campaña para pedir su liberación. Ya en libertad en París 1970, combatió activamente desde el exilio a la junta militar iniciando una campaña internacional de conciertos y contactos con líderes mundiales que ayudarían a derrocar el régimen en Atenas años después. Regresó en los setenta a su país y desde entonces estuvo tan activo en su carrera artística como en la política. Militó en grupos de izquierda hasta 1988. Llegó a ser diputado en dos etapas en los años ochenta y noventa, y ministro en el Gobierno de Coalición entre el centro-derecha y los comunistas.

Theodorakis ha sido el compositor más reconocido de Grecia. Escribió sinfonías, óperas, ballets, música de teatro y marchas de protesta, llegando a componer piezas clásicas durante su encarcelamiento. Lo más populares de sus obras han sido lógicamente las bandas sonoras de películas, pues además de Zorba, el griego, compuso la de Z (1969), dirigida por su compatriota el famoso Costa-Gavras, luego Serpico (1973), thriller de Sidney Luiment, con Al Pacino como protagonista

Sobre su cambio de posición política en 1989 a preguntas de El País dijo: “Para Grecia, hoy, lo que importa no es entronizar la dictadura del proletariado, construir el comunismo o el socialismo. Es una cuestión de democracia. Tenemos una democracia de 15 años, como en España. Ustedes han salido de una dictadura de 40 años, pero cuando hubo aquel atentado en las Cortes [se refiere a la intentona golpista de Tejero y otros militares del 23 de febrero de 1981] todos los partidos apoyaron la democracia, incluyendo a mi amigo [Santiago] Carrillo. ¿Por qué aquí (en Grecia) no hay una posición común sobre las cuestiones nacionales, como la democracia y el terrorismo?”.

Tal declaración podría ser hoy un recordatorio a los que desde la derecha y la extrema derecha bloquean en lo que pueden el proceso institucional democrático español.

Es lógico que Theodorakis siguiendo al poeta griego Kambanellis tuviera como protagonista de la trilogía de Mauthausen, pero si vemos el cartel sobre la puerta del campo de concentración en que los republicanos españoles antifranquistas saludaban a las Fuerzas Liberadoras, podemos ver que bien hubiera podido ser un joven español y no uno griego.

Y puestos a decir españoles, podríamos citar a un canario en Mauthausen que ha escrito Memorias de un superviviente del holocausto nazi. Se trata del palmero Nacianceno Mata, la publicación fue posible por su hermano Eutimio (1918), quien las conservó y las mandó traer de Venezuela donde las había llevado cuando emigró.

La Trilogía de Mauthausen

La Trilogía de Mauthausen, también conocida como La balada de Mauthausen y la Cantata de Mauthausen, es un ciclo de cuatro arias con letras basadas en poemas escritos por el poeta griego Iakovos Kambanellis, un sobreviviente del campo de concentración de Mauthausen, y música escrita por el compositor griego Mikis Theodorakis. Ha sido descrita como “la obra musical más hermosa jamás escrita sobre el Holocausto” y como “una melodía exquisita, inquietante y apasionada que mueve las conmovedoras palabras de Kambanellis a un nivel aún más alto”.

En mayo de 1988, el entonces canciller austríaco Franz Vranitzky y decenas de miles de europeos asistieron al estreno mundial de la Trilogía en el campo de concentración de Mauthausen, en Austria. La balada fue dirigida por Theodorakis y cantada por Maria Farandouri en griego, Elinor Moav en hebreo y Gisela May en alemán. En mayo de 1995, Theodorakis realizó un concierto repetido de la balada en el campo para conmemorar el 50 aniversario de su liberación de los nazis. Antes del concierto, Simon Wiesenthal pronunció un discurso, que se incluyó en el CD de la trilogía de Mauthausen. El ciclo de Mauthausen es composición inspirada en los horrores del campo de concentración de Mauthausen, fue popular en Israel y se ha utilizado para promover la paz y la cooperación en todo el mundo. En 1991, la Orquesta Filarmónica de Israel dirigida por Zubin Mehta interpretó la obra como parte del Festival de Atenas.

La balada refleja la propia experiencia de Kambanellis en Mauthausen y su amor por una mujer judía lituana, relatando la historia de amor entre un joven prisionero griego y su amor judío en medio de las atrocidades que presenciaron en el campo. Aproximadamente un año después del lanzamiento de su balada, durante el estreno del ciclo de canciones de Mauthausen en Londres en 1967, Mikis Theodorakis sería encarcelado en Grecia por la Junta Militar griega entonces instalada a punta de fusiles y su música fue prohibida en el país.

En el exilio dedica todas sus fuerzas a la lucha contra la dictadura. Recorre diversos países realizando conciertos, charlas y manifestaciones. Sus canciones eran un símbolo de la resistencia contra el fascismo y el golpismo militarista. En Grecia, en España, Portugal, Palestina, Irán, Kurdistán, Tendrá encuentros con Pablo Neruda, Salvador Allende, Nasser, Tito, Mitterrand y Olof Palme.

La Unidad Popular se había constituido en octubre de 1969 como alianza del Partido Socialista, el Partido Comunista, el Partido Radical, el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) que surgió ese año luego de escindirse de la DC, y la Acción Popular Independiente, un movimiento formado por ex colaboradores del General Ibáñez. La fuerza, en todo caso, venía del PS y el PC, de raíz marxista, que habían alcanzado fuerte arraigo en el proletariado minero e industrial, además de influencia en sectores medios y el mundo de los artistas y escritores. La relación de socialistas y comunistas había sido largamente conflictiva, y en los años 60 ello se tradujo en una posición discrepante frente al gobierno demócrata-cristiano: dialogante y abierto a los acuerdos el PC, y duramente opositor el Partido Socialista, jugando la carta demagógica.

En 1972, Neruda y su esposa, Matilde Urrutia, asistieron en París a los ensayos del Canto General. Por esos días, el poeta chileno era embajador de su país en la capital de Francia. Era el Gobierno de Salvador Allende.

“La lucha por la libertad y por la justicia es lo que unió a Theodorakis con Neruda”,ha declarado a la BBC Adam Feinstein, traductor y biógrafo de Neruda.

Unos jóvenes chilenos recitaron en voz alta el Canto General de Neruda ante el compositor. A Theodorakis le encantó y prometió dar a Chile su opinión musical sobre el Canto General, el décimo poemario de Neruda, que aborda la historia de América Latina y es considerado por él mismo como su obra más importante. ¿El resultado? Un oratorio para solistas que desde entonces recorrió el mundo con un sorprendente éxito. Pero ¿cómo se gestó esta obra y cuál fue la relación entre Theodorakis y Neruda

Y es que el compositor griego, al igual que el poeta chileno, fue militante comunista durante gran parte de su vida, un defensor vociferante de la libertad y de la justicia social. Poco después, el compositor griego fue informado de que, debido a la compleja situación política interna, era necesario posponer el concierto por al menos un mes.

Estando en Venezuela, el 11 de septiembre de 1973, Theodorakis se enteró del golpe de Estado llevado a cabo en Chile por el general Augusto Pinochet. Cuando Pablo Neruda murió el 23 de septiembre de 1973, apenas habían pasado 12 días del golpe militar que derrocó al gobierno socialista de Salvador Allende en Chile y todos los actos públicos estaban prohibidos.

Por eso, el ataúd gris del poeta salió de la Clínica Santa María, en Santiago, casi en secreto, rodeado de su viuda Matilde Urrutia, la hermana de esta y una amiga de la pareja. Pero Neruda era demasiado popular para irse solo. Amigos y chilenos de la calle se fueron sumando espontáneamente a la carroza y los militares armados que la custodiaban no pudieron hacer nada para evitar que la multitud despidiera los restos del Premio Nobel de Literatura, gritando consignas políticas y cantando incluso La Internacional, el himno más famoso del movimiento obrero en el mundo. 40 años después -cuando las razones exactas de su muerte están siendo investigadas, luego de que su exchófer denunciara que fue envenenado y no falleció de cáncer como siempre se ha pensado.

La emisora internacional BBC Mundo presentó el testimonio de dos testigos de aquel histórico momento, que describían como estremecedor y desgarrador. “La gente salía a las ventanas y miraba con terror”. “Recuerdo que la gente salía a las ventanas a mirar. No decían nada, pero se les notaba el terror en la cara, de ver que iba un cortejo y adelante los militares armados”

Algunos testigos calculan que había entre 600 y mil personas en un día que se presentaba nublado y triste. Había la emoción mezclada por la ansiedad que producía la vista de soldados armados, pero cuando llegó el cortejo con otras mil personas se empezó a entonar La Internacional. Sentían un nudo en la garganta. Y a poco del canto se escucharon consignas: “Pablo Neruda: presente. Ahora: ¡Y siempre!”.

“Iban con miedo, pero la gente iba dispuesta a todo. Uno de los presentes recuerda que había mucha gente muy humilde, trabajadores que venían siguiendo el cortejo”. “Había gente del Partido Comunista, pero más que militantes comunistas, yo creo que eran militantes de Neruda”. “Fue la primera vez que la gente protestaba contra el golpe, era una manera de que todo el mundo tuviera una catarsis. Era un desquite. Si Neruda hasta el final fue consecuente con eso: agrupó gente, y le dio, qué sé yo, esperanza”.

Lo que decíamos al principio: hay muertes que germinan y hay muertes que como la ceniza se pierden para siempre. La muerte de Neruda generó esperanza y el primer acto de desafiante oposición a la bota militar que atenazaba el cuello de los chilenos.

Theodorakis estaba en México, el 23 de septiembre de 1973, cuando, todavía acongojado por el golpe de Pinochet le llegó otra triste noticia: la muerte de Pablo Neruda a causa de un cáncer. Neruda, sinónimo de lucha, libertad y esperanza,

El álbum del Canto General adquirió su forma definitiva en el invierno de 1973-1974 en París. Se presentó por primera vez en Grecia en 1975, en el estadio Karaiskaki de Atenas, poco después del fin de la dictadura militar de los coroneles golpistas.

“El oratorio ha recorrido el mundo. Fue todo un éxito en muchos países y fue un arma política también. Bajo Pinochet no se pudo presentar, por razones obvias. Pero en las democracias, tuvo un amplio público que lo oyó con atención”, dice Feinstein “Theodorakis siempre estaba muy orgulloso de este oratorio, de haber colaborado con Neruda. Fue un orgullo para los dos”, agrega.

La cantante griega María Faranduri ha interpretado los versos de Neruda en múltiples ocasiones. Según dijo una vez, cantar los poemas del chileno Neruda es siempre una experiencia extraordinaria porque “su obra no pertenece a América o a Europa, sino al mundo entero”. “Neruda es sinónimo de lucha, de libertad y, sobre todo, de esperanza”.

Y escuchando ininterrumpidamente la música de Theodorakis es como estoy escribiendo estas letras con una especial emoción que me transporta.

Regreso triunfal a Grecia

En 1974, tras la arrogante y fracasada intervención militar en Chipre por la Junta de los coroneles y la caída de aquel régimen fascista, regresa a Grecia. Continúa con sus dos pasiones: la música y la política. En 1983, recibe el Premio LENIN de la Paz. Trabaja por la mejora de las relaciones entre Grecia y Turquía, dirigiendo en numerosas conciertos en varias ciudades turcas.

También es importante su campaña contra la indiscriminada utilización de la energía atómica tras la catástrofe de Chernobil, lo cual no sería del agrado de la jerarquía burocrática de Gorbachov. En sus últimos tiempos, antes de retirarse de lo público por su enfermedad, realizó campañas a favor diversas causas humanitarias y por los Derechos Humanos, a través de conciertos. También expresó su oposición a la actuación de la OTAN en la guerra del Kosovo o la invasión del Irak.

Polémicas y acusaciones

En el año 2003, Theodorakis se vio envuelto en una polémica política después de declarar que los israelitas eran personas “carentes de historia, arrogantes y agresivos, son la raíz del mal”, algo por lo que, a pesar de su pasado de salvador de judíos durante la Segunda Guerra Mundial donde arriesgó su vida por salvar judios perseguidos por los nazis y de su composición La Balada de Mauthausen que se había convertido en una especie de canción nacional en Israel, fue acusado de “antisemitismo”. Antes de su retirada pública, había formado parte de las numerosas manifestaciones griegas en contra del gobierno heleno debido a sus medidas de austeridad. El ya anciano Theodorakis fue protegido de los gases lacrimógenos de la policía antidisturbios, gracias a gran parte de la masa de manifestantes que le cubrían y alejaban de los puntos peligrosos.

¡Cuántos jóvenes de entonces y de hoy quisieran tener el impulso justiciero y el coraje de luchar por las causas dignas!

Lector, amigo, sonríe conmigo y saluda a esta figura que ninguna dictadura pudo doblegar y que fue sembrando emociones y sonrisas por un mundo tan necesitado de personas como él. Habría que decir, pese a los reveses y duros momentos, que hay muertes que al caer sobre la tierra son la semilla que germina y vuelve a florecer con fuerzas renovadas, dando nuevos frutos. Son los Espartacos de la Antigüedad y los Che y Nelson Mandelas.

Recordemos aquella escena final de la película, Anthony Quinn (Zorba) y Alan Bates (Basil) bailando sobre la arena de Creta, después de una serie de dramas y proyectos fracasados, que nos queda entre las más bellas escenas del cine de todos los tiempos.

Levantemos la copa y saludemos con energía la entrada de Theodorakis en el reino de la Paz y la Eternidad, en la certeza de que los labios del dionisíaco griego entonando una última canción están sonriendo. Y nos podemos imaginar a Theodorakis bailando el sirtaki y, una vez más, sonriendo mientras entra en el reino de la Eternidad

Atenas a 2 de septiembre del 2021. El compositor griego Mikis Theodorakis ha muerto a los 96 años en su casa de Atenas, y algunos sentimos con un dolor profundo en el fondo del alma que algo se nos muere. Y al mismo tiempo sabemos que su vida y su obra han movido la causa de la justicia y de la libertad de los pueblos del mundo entero. Y en la pena no hay desaliento sino que en cada lágrima hay un nuevo impulso continuador de la senda que anduvo sin desmayo.