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Otra vez el Sáhara Occidental

Rafael Morales / Rafael Morales

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De atenernos a los anteriores encuentros, Rabat insistirá en la autonomía fraudulenta y el Polisario en sus justas reivindicaciones, amparadas por la legalidad internacional, para concretar el referéndum democrático. ¿Más de lo mismo? Frank Ruddy, un republicano gringo que fue contratado por la ONU en 1994 para participar en la realización del referéndum y vivió en el Sáhara ocupado, pronunció recientemente una conferencia sobre su enorme desilusión. Cuenta con lujo de detalles la incapacidad de la ONU y la complicidad de su país con Marruecos para incumplir el mandato democrático, refiriéndose con frecuencia a la represión en la que denominó última colonia de África. Ruddy hace referencia a la propuesta sobre la autonomía, a la que considera una maniobra más de despiste.

El plan de autonomía -dice el estadounidense- “es sólo la última de la larga lista de ilusiones que Marruecos ha ido creando a lo largo de los años para distraer la atención mundial de la verdadera cuestión: su descarada apropiación del Sáhara Occidental. Una apropiación que les robó a los habitantes del Sáhara Occidental no sólo su patria sino también la capacidad de tener voz y voto en su propio futuro”. Ruddy acusa a la Unión Europea de violar las normas internacionales al firmar acuerdos pesqueros con Marruecos en aguas que pertenecen al Sáhara. Un detalle optimista. No cree posible que la ONU ponga oídos de mercader al derecho de autodeterminación. Debería imponerlo, salvo que esté dispuesto a seguir haciendo uno de los ridículos más siniestros de su historia.

Marruecos cuenta con que la llamada comunidad internacional termine por digerir la autonomía por agotamiento y cierta complicidad con la ilegalidad manifiesta que casi todos ejercen y nadie admite. Supone, por si fuera poco, una paciencia infinita en el pueblo saharaui y/o su derrota final ante la falta de salidas políticas a 16 años del alto el fuego (que debía abrir la puerta al referéndum de autodeterminación), la represión en los territorios ocupados, el bloqueo mediático sobre la intifada saharaui y la desesperación del destierro. Demasiado suponer.

El XII Congreso del Frente Polisario tuvo lugar el pasado mes de diciembre en Tifariti, Sáhara Occidental, con la participación de 1750 delegados. Hubo una amplia discusión, elección de líderes y notables presiones internas apelando a la lucha armada. El Congreso ofreció un margen de confianza a las negociaciones de Manhasset. Incluyó, sin embargo, la posibilidad de un nuevo fracaso de la ONU y, consecuentemente, la perspectiva de volver a reunirse dentro de unos meses porque “las hostilidades corren el riesgo de volver a empezar”. Para mucha gente, entre nosotros, ese futuro no existe porque el Frente Polisario no estaría en condiciones de cumplir con su advertencia. ¿Están seguros? ¿O acaso apuestan a favor de que los saharauis contemplen impasibles su propio y lento genocidio? Si los saharauis se ven obligados, desgraciadamente, al recurso de la fuerza para luchar así en defensa de sus derechos inalienables, la responsabilidad habrá que encontrarla en Marruecos y sus cómplices, la ONU y, a más baja escala, en los políticos, empresarios, periodistas, etcétera, amigos del corrupto Mohamed VI. Gente de vuelo corto y apegada al poder, quiero decir.

Rafael Morales

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