Atrapado en su propia respuesta

Hace mucho tiempo que venimos sosteniendo en este periódico que Soria es un mentiroso compulsivo, un experto en poner cara de grandes solemnidades, soltar una mentira y quedarse en posición de atentos a ver quién es el bonito que duda de la veracidad de sus palabras. Todavía resuenan en la Sala de Cabildos del Parlamento aquellas palabras que pronunció en respuesta a una pregunta muy concreta de la parlamentaria socialista Gloria Gutiérrez: “¿Estuvo usted en la reunión del consejo de administración de la Autoridad Portuaria del 10 de enero de 2005, cuando se acordó facultar al señor Arnáiz para negociar un contrato lesivo para el interés general con los señores Esquivel?” La respuesta de Soria fue tan contundente como falsa: “Yo no estaba allí, si lo sabré yo; pero pregunte, pregunte, que estoy encantado de estar aquí; tenía un viaje a Lanzarote, pero lo suspendo...” El día 26 de noviembre mintió otra vez, como ha quedado acreditado. Pero lean cómo se ha enredado en su propia respuesta.

Hace mucho tiempo que venimos sosteniendo en este periódico que Soria es un mentiroso compulsivo, un experto en poner cara de grandes solemnidades, soltar una mentira y quedarse en posición de atentos a ver quién es el bonito que duda de la veracidad de sus palabras. Todavía resuenan en la Sala de Cabildos del Parlamento aquellas palabras que pronunció en respuesta a una pregunta muy concreta de la parlamentaria socialista Gloria Gutiérrez: “¿Estuvo usted en la reunión del consejo de administración de la Autoridad Portuaria del 10 de enero de 2005, cuando se acordó facultar al señor Arnáiz para negociar un contrato lesivo para el interés general con los señores Esquivel?” La respuesta de Soria fue tan contundente como falsa: “Yo no estaba allí, si lo sabré yo; pero pregunte, pregunte, que estoy encantado de estar aquí; tenía un viaje a Lanzarote, pero lo suspendo...” El día 26 de noviembre mintió otra vez, como ha quedado acreditado. Pero lean cómo se ha enredado en su propia respuesta.