Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

Cosas de bomberos (que no tiene Spínola)

A Paco Spínola, consejero de Presidencia del Gobierno de Canarias, le hubiera gustado que su partido, el PSOE, entrara a gobernar en otras circunstancias, en otros momentos de vacas un poquito más rollizas. Le ha tocado, como al resto de sus compañeros, meterse entre pecho y espalda la ingrata tarea de meter tijera por donde se puede, y encima manejando unas competencias para cada consejería pésimamente negociadas por él, por Chano Franquis y por Julio Cruz, quizás por falta de costumbre, o porque el mundo los hizo así. Se ha ahorrado Spínola, por ejemplo, la gestión de los incendios forestales, dado que el capítulo de seguridad y emergencias, históricamente adscrito a la Consejería de Presidencia, radica ahora de modo absurdo en Economía y Hacienda. Claro que sería un contrasentido que un socialista dirigiera la Policía Canaria, más conocida como Guanchancha, pero habría sido una gloriosa oportunidad para reconvertirla, con una ley de coordinación de policías locales, en un cuerpo regional que unificara a todos los agentes municipales que andan por ahí tan desperdigados como descoordinados y sin homologar (con perdón). También perdió Spínola en aquellas funestas negociaciones los Servicios Jurídicos del Gobierno, una pieza clave para actuar en defensa de la Administración y del interés general que se echa demasiado en falta en ese departamento gubernamental. Pero pese a no tener bomberos, a Spínola le dejaron unos cuantos incendios: la función pública, con unos recortes brutales a los empleados; la organización político-administrativa de la comunidad, y la justicia. Y en honor a la verdad, en algunos de ellos hay que reconocerle más aciertos que errores, aunque la fiesta no ha hecho más que empezar.

A Paco Spínola, consejero de Presidencia del Gobierno de Canarias, le hubiera gustado que su partido, el PSOE, entrara a gobernar en otras circunstancias, en otros momentos de vacas un poquito más rollizas. Le ha tocado, como al resto de sus compañeros, meterse entre pecho y espalda la ingrata tarea de meter tijera por donde se puede, y encima manejando unas competencias para cada consejería pésimamente negociadas por él, por Chano Franquis y por Julio Cruz, quizás por falta de costumbre, o porque el mundo los hizo así. Se ha ahorrado Spínola, por ejemplo, la gestión de los incendios forestales, dado que el capítulo de seguridad y emergencias, históricamente adscrito a la Consejería de Presidencia, radica ahora de modo absurdo en Economía y Hacienda. Claro que sería un contrasentido que un socialista dirigiera la Policía Canaria, más conocida como Guanchancha, pero habría sido una gloriosa oportunidad para reconvertirla, con una ley de coordinación de policías locales, en un cuerpo regional que unificara a todos los agentes municipales que andan por ahí tan desperdigados como descoordinados y sin homologar (con perdón). También perdió Spínola en aquellas funestas negociaciones los Servicios Jurídicos del Gobierno, una pieza clave para actuar en defensa de la Administración y del interés general que se echa demasiado en falta en ese departamento gubernamental. Pero pese a no tener bomberos, a Spínola le dejaron unos cuantos incendios: la función pública, con unos recortes brutales a los empleados; la organización político-administrativa de la comunidad, y la justicia. Y en honor a la verdad, en algunos de ellos hay que reconocerle más aciertos que errores, aunque la fiesta no ha hecho más que empezar.