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OPINIÓN | 'En el límite', por Antón Losada

Todo empezó en abril

Todo empezó en abril. Mientras en Madrid Yolanda Perdomo tanteaba medios afines donde dar cobijo a la teoría de la conspiración (la participación de Canarias7 no era suficiente para llegar a los oídos de Génova,13), en Canarias, Carlos Sánchez ponía a Soria en contacto con Benítez Cambreleng para que le contara aspectos de aquella denuncia de 2007 en la que aparecían, entre otros, Jorge Rodríguez, Toñi Torres y Paquirrín. Gracias a Sánchez, Soria celebra hasta dos reuniones, y es la segunda la que, según los comunicados de ambos, es grabada por el consejero del Cabildo. Pero esa grabación es entregada a Soria, según su comunicado, al día siguiente. Luego, debemos deducir que es Soria el que, lejos de enviarla de inmediato a la Fiscalía o al juzgado correspondiente en cumplimiento de lo que también afirma en su comunicado, la manda a la revista Época y, este lunes, a los medios de comunicación canarios fragmentada en cortes de no más de 30 segundos cada uno. Es decir, es Soria quien, según su propia confesión, divulga una conversación obtenida sin consentimiento a un testigo judicial.

Todo empezó en abril. Mientras en Madrid Yolanda Perdomo tanteaba medios afines donde dar cobijo a la teoría de la conspiración (la participación de Canarias7 no era suficiente para llegar a los oídos de Génova,13), en Canarias, Carlos Sánchez ponía a Soria en contacto con Benítez Cambreleng para que le contara aspectos de aquella denuncia de 2007 en la que aparecían, entre otros, Jorge Rodríguez, Toñi Torres y Paquirrín. Gracias a Sánchez, Soria celebra hasta dos reuniones, y es la segunda la que, según los comunicados de ambos, es grabada por el consejero del Cabildo. Pero esa grabación es entregada a Soria, según su comunicado, al día siguiente. Luego, debemos deducir que es Soria el que, lejos de enviarla de inmediato a la Fiscalía o al juzgado correspondiente en cumplimiento de lo que también afirma en su comunicado, la manda a la revista Época y, este lunes, a los medios de comunicación canarios fragmentada en cortes de no más de 30 segundos cada uno. Es decir, es Soria quien, según su propia confesión, divulga una conversación obtenida sin consentimiento a un testigo judicial.