El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Periódicos desde las antípodas
La biblioteca quedó muy bien. Abre todos los días, incluidos festivos y fiestas de guardar, salvo cuando impera el zafarrancho higiénico. Pero es que, además, los usuarios se quejan de otras cosas, como el molesto vozarrón del que disfrutan algunos empleados del mostrador de entrada, que está junto a la sala de lectura de los periódicos. Como molesta es la actitud de algunos usuarios irrespetuosos que aparecen gritando sin que nadie los llame al orden, a pesar de que hay guardas de seguridad. Encima privan a los usuarios de la lectura de los periódicos de Tenerife, que no llegan hasta el día siguiente (los de Madrid lo hacen en la misma jornada), lo que nos hace pensar que le darán una vuelta al mundo antes de meterlos en la biblioteca. Eso, cuando no se llevan los periódicos los empleados, que muy bien podrían leérselos antes de abrir, opinan los afectados. Por no hablarles de la megafonía, de la que se abusa en exceso. El otro día llamaron a la misma señora cuatro o cinco veces sin esperar siquiera un minuto entre cada aviso. A la pobre le debe haber dado un soponcio de tanto frenesí avisador.
La biblioteca quedó muy bien. Abre todos los días, incluidos festivos y fiestas de guardar, salvo cuando impera el zafarrancho higiénico. Pero es que, además, los usuarios se quejan de otras cosas, como el molesto vozarrón del que disfrutan algunos empleados del mostrador de entrada, que está junto a la sala de lectura de los periódicos. Como molesta es la actitud de algunos usuarios irrespetuosos que aparecen gritando sin que nadie los llame al orden, a pesar de que hay guardas de seguridad. Encima privan a los usuarios de la lectura de los periódicos de Tenerife, que no llegan hasta el día siguiente (los de Madrid lo hacen en la misma jornada), lo que nos hace pensar que le darán una vuelta al mundo antes de meterlos en la biblioteca. Eso, cuando no se llevan los periódicos los empleados, que muy bien podrían leérselos antes de abrir, opinan los afectados. Por no hablarles de la megafonía, de la que se abusa en exceso. El otro día llamaron a la misma señora cuatro o cinco veces sin esperar siquiera un minuto entre cada aviso. A la pobre le debe haber dado un soponcio de tanto frenesí avisador.