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Todo según lo previsto

La marcha de Santiago Pérez ha provocado una profunda tristeza entre muchos militantes y dirigentes del PSC, que siempre valoraron en el ex portavoz parlamentario su entrega a la causa, su preparación, su capacidad política y dialéctica y su lucha contra el régimen corrupto de Canarias. Aunque nadie se haya atrevido a decirlo aún, para algunos dirigentes socialistas ha sido la confirmación de una hoja de ruta que llegó a verbalizarse en reuniones formales e informales de la Ejecutiva una vez se originó la crisis de las gestoras: verán que primero monta un número, luego avalará la creación de un nuevo partido con la gente de Román Rodríguez, y luego, ante el clamor de sus simpatizantes y de la izquierda tinerfeña, anunciará que acepta presentarse como número uno al Parlamento. Hasta ahora esa secuencia de acontecimientos, que nos habían contado y que nos costaba creer, se ha ido confirmando. Y nos costaba creerla porque el mismísimo Santiago Pérez nos la había desmentido, nos había asegurado que antes de hacer lo que ha hecho, se iría tranquilito para su casa y sus clases en la Universidad. Por lo tanto, ni se nos pudo pasar por la cabeza que pudiera aceptar ir en una alianza electoral con la gente del PIL, a los que su propio partido echó de las instituciones conejeras al aflorar el caso Unión. Sólo nos falta ver la última parte del vaticinio: que aceptará ser primero en la lista al Parlamento y, ante un nuevo clamor, ser el candidato a la alcaldía de La Laguna.

La marcha de Santiago Pérez ha provocado una profunda tristeza entre muchos militantes y dirigentes del PSC, que siempre valoraron en el ex portavoz parlamentario su entrega a la causa, su preparación, su capacidad política y dialéctica y su lucha contra el régimen corrupto de Canarias. Aunque nadie se haya atrevido a decirlo aún, para algunos dirigentes socialistas ha sido la confirmación de una hoja de ruta que llegó a verbalizarse en reuniones formales e informales de la Ejecutiva una vez se originó la crisis de las gestoras: verán que primero monta un número, luego avalará la creación de un nuevo partido con la gente de Román Rodríguez, y luego, ante el clamor de sus simpatizantes y de la izquierda tinerfeña, anunciará que acepta presentarse como número uno al Parlamento. Hasta ahora esa secuencia de acontecimientos, que nos habían contado y que nos costaba creer, se ha ido confirmando. Y nos costaba creerla porque el mismísimo Santiago Pérez nos la había desmentido, nos había asegurado que antes de hacer lo que ha hecho, se iría tranquilito para su casa y sus clases en la Universidad. Por lo tanto, ni se nos pudo pasar por la cabeza que pudiera aceptar ir en una alianza electoral con la gente del PIL, a los que su propio partido echó de las instituciones conejeras al aflorar el caso Unión. Sólo nos falta ver la última parte del vaticinio: que aceptará ser primero en la lista al Parlamento y, ante un nuevo clamor, ser el candidato a la alcaldía de La Laguna.