El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Pulgarcito y el drago
No acertamos ni una cuando nos metemos en las procelosas aguas de la política y la información en Telde. Cuando no nos ponen a caer de un burro en una emisora de radio por lo que dijimos en otra, nos convertimos en malditos de determinados sectores del poder por el sencillo hecho de contar lo que pasa. Debe ser que hay que contarlo desde algún prisma concreto para que no pase nada. Este jueves les hablábamos de las chinas que alguien pone al drago que Sergio Gil levanta en una rotonda cercana a La Garita y que le tiene el ombligo cortado al mismísimo alcalde. Pues ese alguien se dio por aludido inmediatamente, lo cual nos alegra porque confirma que de tonto no tiene un pelo. Y pegó el hombre a buscar al mensajero, no para encargarle el mensaje de vuelta, que siempre sería de agradecer, sino para prenderle fuego a la faltriquera, lo cual ya ni se lleva ni es rentable. Y no lo es porque siempre conseguiremos que nuestras fuentes tengan cuarto y mitad más de mala uva y nos cuenten, por ejemplo, quiénes son los escultores favoritos del coordinador de escultores, que sólo se dedica a poner chinitas en el camino alrededor de aquella escultura que no le hace tilín. No sabemos si para jeringar al escultor o para poder encontrar el camino de regreso a casa. Como Pulgarcito. Demostrado lo de la mala uva.
No acertamos ni una cuando nos metemos en las procelosas aguas de la política y la información en Telde. Cuando no nos ponen a caer de un burro en una emisora de radio por lo que dijimos en otra, nos convertimos en malditos de determinados sectores del poder por el sencillo hecho de contar lo que pasa. Debe ser que hay que contarlo desde algún prisma concreto para que no pase nada. Este jueves les hablábamos de las chinas que alguien pone al drago que Sergio Gil levanta en una rotonda cercana a La Garita y que le tiene el ombligo cortado al mismísimo alcalde. Pues ese alguien se dio por aludido inmediatamente, lo cual nos alegra porque confirma que de tonto no tiene un pelo. Y pegó el hombre a buscar al mensajero, no para encargarle el mensaje de vuelta, que siempre sería de agradecer, sino para prenderle fuego a la faltriquera, lo cual ya ni se lleva ni es rentable. Y no lo es porque siempre conseguiremos que nuestras fuentes tengan cuarto y mitad más de mala uva y nos cuenten, por ejemplo, quiénes son los escultores favoritos del coordinador de escultores, que sólo se dedica a poner chinitas en el camino alrededor de aquella escultura que no le hace tilín. No sabemos si para jeringar al escultor o para poder encontrar el camino de regreso a casa. Como Pulgarcito. Demostrado lo de la mala uva.