El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
El respaldo del juez Alba, lo que le faltaba a Clavijo
Al esperpento político-judicial que vive estas semanas Canarias, con un presidente del Gobierno atacando a la Fiscalía General del Estado y al partido en La Moncloa (el PSOE) por su presumible implicación en el llamado caso Grúas, se ha sumado un nuevo elemento: el juez en suspenso Salvador Alba Mesa. Su aparición estelar en la polémica se ha producido opinando a favor de las tesis de Fernando Clavijo, como es natural, aunque para ello haya tenido que alinearse con el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), Antonio Doreste, contra el que mantiene viva (aún pendiente de admitir o rechazar) una querella ante el Tribunal Supremo acompañada de unas grabaciones que le hizo en un garaje.
Salvador Alba dedica el tiempo que le ha dejado libre su suspensión cautelar como juez a ejercer como comentarista de los tribunales en un programa de radio que dirige y presenta Juan Santana, el que fuera durante dos décadas jefe de prensa del PP canario y porteador del neceser de José Manuel Soria, no necesariamente por ese orden. Desde el mes de julio hasta la fecha puede que el comentarista Alba haya acudido a ese espacio radiofónico una docena de veces, dejando para la posteridad y las sonotecas momentos verdaderamente memorables.
Estos últimos días ha acudido al programa de Santana al menos en dos ocasiones que tengamos contabilizadas. Y en ambas se ha solidarizado Alba con el presidente del Gobierno de Canarias en su cruzada contra el envío del caso Grúas al Juzgado de Instrucción 2 de La Laguna. Sostiene Alba, al igual que la defensa de “don Fernando Clavijo”, por emplear el mismo trato que le confiere, que antes de decidir sobre su competencia en el asunto, el TSJC debió haberse pronunciado sobre el fondo, es decir, si hay motivos para encausar o no al presidente del Gobierno.
De este modo, Alba se adhiere al voto particular emitido por el presidente del órgano, Antonio Doreste, porque entre él y el fiscal jefe de Canarias, Vicente Garrido, prefiere toda la vida al primero. Más que nada porque el segundo ha pedido para Alba la friolera de 10 años de cárcel y 29 de inhabilitación profesional, “y porque no han podido pedir cadena perpetua. O pena de muerte”, bromeó en el último programa en el que intervino.
Salvador Alba se muestra absolutamente encantado con esa ocupación no remunerada que ha encontrado en el programa de Juan Santana, al que en ocasiones se hace acompañar de otros invitados que le ayuden a reforzar sus tesis de que él es la víctima de una conspiración y no el autor de la misma, como el resto del mundo considera.
Así, hace algunas semanas se atrevió a llevar a los estudios a la exesposa del juez de Instrucción 2 de Las Palmas de Gran Canaria, Rafael Passaro, justo el que instruye una denuncia suya contra el empresario Miguel Ángel Ramírez por aquella famosa grabación que le ha conducido al banquillo. La señora se despachó a gusto contra su ex, contando incluso detalles íntimos del matrimonio, lo que hizo las delicias tanto de Alba como del locutor del programa.
En aquella exposición, la señora llegó a confesar que el matrimonio Alba y el matrimonio que ella llegó a formar con el juez Passaro compartían una íntima amistad y que acudían juntos a fiestas y saraos en los respectivos hogares. Un detalle muy destacable que debería haber conducido ya a la recusación de uno hacia el segundo, o de la abstención del segundo por amistad íntima con el primero. O no. Vaya usted a saber, que de eso el que sabe, sabe.
Otro personaje que Alba ha acercado a los micrófonos del programa de Santana es el director del portal de información jurídica Cofilegal, Carlos Berbell, con quien el juez suspendido tiene una estrecha relación profesional. No en vano ha sido Berbell el autor y divulgador de alguna que otra nota de prensa emitida para toda España en relación precisamente con la denuncia contra el presidente del TSJC.
Berbell también hace aportaciones grandiosas a la jurisprudencia gagá del programa de Juan Santana. La última que pudimos retener fue que Salvador Alba está en la posición que está (ya saben, acusado de cinco delitos, con petición de penas de cárcel que van desde los 10 a los 14 años) “por confiar en el sistema”. Lo que nos debería conducir directamente a pensar que lo mejor para no meterse en líos judiciales es no confiar en el sistema. Palabra de Berbell, ex dircom del Consejo General del Poder Judicial. Así nos va.
En medio de todo este sainete, por cierto, el Consejo General del Poder Judicial acaba de renovar como presidente de la Audiencia Provincial de Las Palmas a otro gran amigo, que lo fue, de Salvador Alba. Sí, efectivamente, el órgano de gobierno de los jueces, en una pirueta que demuestra a las claras su poco interés por mejorar la imagen de la Justicia, ha decidido mantener al frente de ese órgano a quien muy a las claras permitió a Salvador Alba conspirar (presuntamente delinquiendo) contra su compañera Victoria Rosell. Y no solo lo permitió desde el primer momento, sino que no movió un solo dedo cuando fue comprobando día tras día cómo el fruto de aquella conspiración (presuntamente delictiva) iba alcanzando sus objetivos: la imputación de la magistrada y su dimisión como diputada gracias a una querella manipulada desde el despacho contiguo al suyo.
Cuando Moya se quiso desembarazar de Alba ya era demasiado tarde, lo que sin embargo no le ha perdonado su compañero de correrías en la Sección VI de la Audiencia Provincial de Las Palmas, donde han ocurrido cosas grandiosas estos últimos lustros. Contra Moya también ha dirigido sus invectivas por haberlo dejado tirado, pero el flamante presidente de la Audiencia Provincial sigue teniendo aun buenas agarraderas.
Alba, como ya ha quedado sobradamente demostrado, se desenvuelve perfectamente bien en el lodazal de la corrupción y de la inquina, y le da exactamente lo mismo lo que de su proceder pueda opinar el resto de la carrera judicial. Él cree que, a través de su insigne letrado, Nicolás González-Cuéllar, goza de protección en las alturas, que para eso le paga el pastizal que le paga, al que puede hacer frente porque siempre fue un hombre previsor y confiado en la siempre serenísima y generosa Nuestra Señora de Los Volcanes, patrona de Lanzarote.
Al esperpento político-judicial que vive estas semanas Canarias, con un presidente del Gobierno atacando a la Fiscalía General del Estado y al partido en La Moncloa (el PSOE) por su presumible implicación en el llamado caso Grúas, se ha sumado un nuevo elemento: el juez en suspenso Salvador Alba Mesa. Su aparición estelar en la polémica se ha producido opinando a favor de las tesis de Fernando Clavijo, como es natural, aunque para ello haya tenido que alinearse con el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), Antonio Doreste, contra el que mantiene viva (aún pendiente de admitir o rechazar) una querella ante el Tribunal Supremo acompañada de unas grabaciones que le hizo en un garaje.
Salvador Alba dedica el tiempo que le ha dejado libre su suspensión cautelar como juez a ejercer como comentarista de los tribunales en un programa de radio que dirige y presenta Juan Santana, el que fuera durante dos décadas jefe de prensa del PP canario y porteador del neceser de José Manuel Soria, no necesariamente por ese orden. Desde el mes de julio hasta la fecha puede que el comentarista Alba haya acudido a ese espacio radiofónico una docena de veces, dejando para la posteridad y las sonotecas momentos verdaderamente memorables.