Canarias Ahora Opinión y blogs

Sobre este blog

Temer a la Policía

Se acumulan los problemas. El Cuerpo Nacional de Policía en Canarias vive sus momentos más turbulentos desde que logró modernizarse y pasar a ser un colectivo respetado y querido por la ciudadanía. Los sucesos de esta semana en el barrio Cruz de Piedra (Las Palmas de Gran Canaria), donde una desafortunada y desproporcionada actuación policial a punto estuvo de desembocar en una batalla campal, no son más que el reflejo de un nuevo modo de gestionar a las fuerzas policiales desde que el Partido Popular se ocupa de las cosas de comer en España. Lo dicen los propios sindicatos del Cuerpo: prima la estadística, los atestados con incidencias, con detenidos, con incautaciones, de manera que se pueda transmitir a la ciudadanía (de bien) que hay autoridad y se reprime la delincuencia, sea esta del tamaño que sea. La que se pretendía sofocar en Cruz de Piedra era de menudeo, de pequeño tráfico de drogas, y lo que debió hacerse de modo discreto y sin estridencias, dejando para mañana lo que pueda parecer una provocación hoy, acabó como reflejan los diarios y las diligencias abiertas en los juzgados, donde los detenidos se convierten en denunciantes de un exceso policial a todas luces innecesario. Campan a sus anchas en la Policía los rambos, los rambitos y los peliculeros, y pagan las consecuencias los que no tienen para costearse un buen abogado que ponga a cada cual en el sitio que les corresponde: a los agentes haciendo respetar y respetando la ley, y a los ciudadanos dentro de la legalidad pero ejerciendo plenamente sus derechos civiles. La llegada de un jefe superior de Policía a Canarias embutido en el uniforme de peninsular de paso y el ascenso de segundos espadas con demasiadas ansias de venganza y un equivocado sentido de la autoridad, están degenerando hacia un Cuerpo desnortado en el que se hacen hueco los excesivos, los más violentos y autoritarios del lugar, que a veces transmiten la imagen de haber estado demasiados años esperando la llegada de su momento de gloria.

Se acumulan los problemas. El Cuerpo Nacional de Policía en Canarias vive sus momentos más turbulentos desde que logró modernizarse y pasar a ser un colectivo respetado y querido por la ciudadanía. Los sucesos de esta semana en el barrio Cruz de Piedra (Las Palmas de Gran Canaria), donde una desafortunada y desproporcionada actuación policial a punto estuvo de desembocar en una batalla campal, no son más que el reflejo de un nuevo modo de gestionar a las fuerzas policiales desde que el Partido Popular se ocupa de las cosas de comer en España. Lo dicen los propios sindicatos del Cuerpo: prima la estadística, los atestados con incidencias, con detenidos, con incautaciones, de manera que se pueda transmitir a la ciudadanía (de bien) que hay autoridad y se reprime la delincuencia, sea esta del tamaño que sea. La que se pretendía sofocar en Cruz de Piedra era de menudeo, de pequeño tráfico de drogas, y lo que debió hacerse de modo discreto y sin estridencias, dejando para mañana lo que pueda parecer una provocación hoy, acabó como reflejan los diarios y las diligencias abiertas en los juzgados, donde los detenidos se convierten en denunciantes de un exceso policial a todas luces innecesario. Campan a sus anchas en la Policía los rambos, los rambitos y los peliculeros, y pagan las consecuencias los que no tienen para costearse un buen abogado que ponga a cada cual en el sitio que les corresponde: a los agentes haciendo respetar y respetando la ley, y a los ciudadanos dentro de la legalidad pero ejerciendo plenamente sus derechos civiles. La llegada de un jefe superior de Policía a Canarias embutido en el uniforme de peninsular de paso y el ascenso de segundos espadas con demasiadas ansias de venganza y un equivocado sentido de la autoridad, están degenerando hacia un Cuerpo desnortado en el que se hacen hueco los excesivos, los más violentos y autoritarios del lugar, que a veces transmiten la imagen de haber estado demasiados años esperando la llegada de su momento de gloria.