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Tranquilo, si no sales para el Senado te enchufan de viceconsejero

A Fernando Clavijo le preguntó un periodista de Lancelot el viernes pasado por los motivos por los que no se hacía efectivo el nombramiento del socialista Manuel Fajardo como viceconsejero de Justicia del Gobierno de Canarias, atascado (el nombramiento) a la espera de que el PSOE de Lanzarote aflojara un punto y se prestara a un pacto en el Cabildo de la isla con Pedro San Ginés. El presidente del Gobierno se vio obligado a mentir y a llevarse en el pecado su propia penitencia: es que ese nombramiento no ha sido propuesto al consejo de gobierno. Falso. La propuesta de nombrar a Fajardo ha ido al menos dos veces en el orden del día de la reunión semanal del Ejecutivo y siempre ha decaído por la exigencia del socio nacionalista. Pero al decir públicamente que la culpa era del PSOE, el PSOE tardó medio minuto en ordenar que volviera la burra al trigo, es decir, que se volviera a presentar la propuesta de nombramiento de Fajardo. Eso obligó a Clavijo y a los suyos a asumir por fin su parte del trato: nombrar los altos cargos que corresponde designar a su socio. O mejor dicho, a su socia, Patricia Hernández, que se supone está capitaneando todo este proceso de nombramientos del Gobierno del que es vicepresidenta. Lo malo es que junto a Fajardo, de los pocos nombramientos con cabeza que ha hecho este Ejecutivo, el Gobierno ha designado viceconsejeros a José Francisco Armas (Relaciones con el Parlamento, Transparencia y Juventud (¿?) y a Rafael Yanes (Empleo y Emprendeduría). Los dos primeros estaban cantados desde hace tiempo. Fajardo, injustamente apartado de las listas al Parlamento regional en las elecciones de mayo, es un profundo conocedor de la política canaria. Trabajador, prestigioso abogado, hábil en el manejo de la negociación política, dirigió el grupo parlamentario socialista en la pasada legislatura con mucho criterio y el reconocimiento de propios (que ya cuesta) y extraños. Su nombramiento viene a cubrir un hueco indispensable en la Consejería de Presidencia, Justicia e Igualdad, a medio camino entre el titular de la cartera, Aarón Afonso, y la polémica directora general de Relaciones con la Administración de Justicia, Lourdes Quesada, llamada a ser destituida (o a admitirle su renuncia) en cuanto ella y Afonso comprendan los motivos que llevaron al nuevo viceconsejero a exigirle lo mismo cuando era secretaria general del Servicio Canario de Salud designada por el PP. Los alambicados caminos de la política tienen estas cosas cuando se tropiezan con la indecencia: si en el pasado pediste la cabeza de un cargo público por un comportamiento impropio, parece incompatible compartir responsabilidades políticas con ese mismo cargo público, salvo que te haya picado el mismo mosquito de la sorimba que se reproduce en los conductos del aire acondicionado de las sedes del PSOE canario. Pero doctores tiene la Iglesia, oiga, por lo que quedamos a la espera de lo próximo que se diga desde el púlpito.

Impugnada la lista de Spínola

Quien hasta ahora se ha escondido de los medios de comunicación (y particularmente, de este periodista) para tratar de evitar abordar el asunto Lourdes Quesada es el recientemente designado cabeza de lista del PSOE al Congreso de los Diputados por Santa Cruz de Tenerife, Francisco Hernández Spínola. Cuando dejó el cargo de viceconsejero de Presidencia proclamó a los cuatro vientos que no quería optar a regresar al Parlamento de Canarias a enfrentarse con más de lo mismo, incluyendo en ese saco las consecuencias de su propia gestión y sus negociaciones en la mesa que configuró el trastabillante pacto regional entre su partido y Coalición Canaria. Así que Paco Spínola se puso manos a la obra en la dura tarea de trabajarse a los secretarios generales de todas las agrupaciones socialistas de la provincia para que le prestaran su apoyo. Y teóricamente lo consiguió, pero por los pelos. Tan por los pelos que el aspirante que quedó en segundo lugar en las preferencias de las agrupaciones locales, el concejal santacrucero Florentino Guzmán, se dispone en estos momentos a impugnar la designación de Spínola. Todo porque este proceso de captación de apoyos tiene muy poco que ver con el sentimiento de las bases al darse la curiosa paradoja de que los mismos que fueron convocados a la elección de candidato a La Moncloa, no lo son para elegir a los aspirantes a diputados que han de apoyar a ese presidente en las Cortes. La elección en las agrupaciones locales quedan al albur de la participación de la militancia y al capricho del secretario general en la interpretación del reglamento. En algunos casos se ha detectado que no se permitió otro candidato que no fuera Spínola y en otros en los que ganó este aspirante, no aparece el número de votos porque el acta remitida a la Ejecutiva Regional habla de una curiosa “aclamación”. Guzmán ha pedido las actas sin éxito, lo que le impide poder impugnar el acuerdo que le relegó, por obra y gracia de la Ejecutiva Regional (luego del Comité Regional) a la sexta plaza en la lista por Santa Cruz de Tenerife.

Pasando de la ‘cremallera’

Pero esa plancha que encabeza Paco Spínola tiene un problema mayor: no se aplica el mandato reglamentario del PSOE de alternar un hombre y una mujer, lo que se conoce como cremallera. Spínola es el número uno, como hemos dicho, seguido de la concejala del Puerto de la Cruz Tamara Raya. Hasta aquí todo perfecto, pero resulta que en el puesto número tres aparece otra mujer, María Dolores Padilla, propuesta por la isla de La Palma, a la que había que colocar en un puesto de salida en aplicación de los equilibrios orgánicos. Pero esa designación rompe la cremallera claramente, diseñada para garantizar la igualdad de género en ambas direcciones. Tras la cuota palmera aparece en la lista la cuota gomera, defendida en la Ejecutiva por su secretario de Organización, el senador Julio Cruz, que defendió la presencia de José María Morales en esa cuarta plaza. En el quinto lugar aparece de momento en blanco a la espera de que fragüe el pacto entre el PSOE y Nueva Canarias, o en su defecto, para una candidata herreña, y es en la sexta plaza donde aparece quien quedó segundo en la carrera por encabezar la lista por la provincia, el mencionado Florentino Guzmán. Hay que ver todo lo que es capaz de hacer el aparato de un partido para defenestrar a los que no le son propios porque en la lista de Las Palmas ocurrió lo mismo con Juana González, una aspirante novel que quedó segunda en número de votos en la provincia y que aparece en sexta posición en la lista socialista. Ni que decir tiene que tanto Spínola, en Santa Cruz de Tenerife, como Chano Franquis en Las Palmas, encarnan a la perfección las esencias esparcidas por toda España por Pedro Sánchez en lo que respecta a la renovación, a la apertura a la sociedad y a la búsqueda, como exigió no hace mucho, de candidatos independientes que dieran un poquito de color y de sabor a las candidaturas socialistas. Leche de cacharro.

¿No saliste al Senado?, viceconsejero

La elaboración de las listas del PSOE ha arrojado otras cachanchanadas dignas de mención. En un lugar destacado debemos colocar la designación como candidato suplente al Senado del alcalde de Granadilla, Jaime González Cejas, sobre quien no parece pesar su condición de imputado (a punto ya de apertura de juicio oral) en una causa de corrupción bastante peliaguda en la que figura también su ex concejal de Urbanismo y nuevo hombre fuerte del socialismo canario Nicolás Jorge. Es muy probable que para muchos lectores esa cantinflada socialista quede en un segundo lugar frente a lo que el PSOE tinerfeño ha hecho con Rafael Yanes, que a pesar de haber sido presidente insular del partido hasta el otro día ni siquiera obtuvo el fervor de las agrupaciones locales para alcanzar plaza al Senado. Fue alcalde de Güímar y factótum del socialismo tinerfeño cuando Paco Spínola blindó al partido para evitar que lo dirigiera el lagunero Javier Abreu. Con Yanes como presidente y Manuel Fumero como secretario general, se superaron con creces las más altas cotas del esperpento al rebelarse en el mandato anterior contra el pacto entre su partido y Coalición Canaria que mantuvo a Paulino Rivero como presidente hasta el final de la legislatura. Ambos eran partidarios de pactar con el PP y estuvieron dando guerra y haciendo trastadas, pero todo se quebró cuando Fumero vio rotas sus esperanzas de encabezar –imputado como estaba- la lista al Parlamento regional en mayo pasado. Pero este PSOE tan renovado y tan abierto a los nuevos tiempos políticos, tiene soluciones para todos sus peina ovejas: Yanes no salió para el Senado pero le han creado para él solito un puesto de viceconsejero en el Gobierno de Canarias, ¡hala!, que no se diga que no tenemos poder y que, en su ejercicio, nos pasamos por el arco del triunfo los compromisos adquiridos con los electores. Rafael Yanes es desde ayer nuevo viceconsejero de Empleo y Emprendeduría, un cargo que le va a permitir tocarse los cachivaches un día sí y el otro también dado que sus funciones las tiene más que asumidas el director del Servicio Canario de Empleo o el director general de Trabajo. El nuevo organigrama gubernamental ya se acerca peligrosamente al millón de euros de sobrecoste respecto a la legislatura pasada. Seguimos para bingo.

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A Fernando Clavijo le preguntó un periodista de Lancelot el viernes pasado por los motivos por los que no se hacía efectivo el nombramiento del socialista Manuel Fajardo como viceconsejero de Justicia del Gobierno de Canarias, atascado (el nombramiento) a la espera de que el PSOE de Lanzarote aflojara un punto y se prestara a un pacto en el Cabildo de la isla con Pedro San Ginés. El presidente del Gobierno se vio obligado a mentir y a llevarse en el pecado su propia penitencia: es que ese nombramiento no ha sido propuesto al consejo de gobierno. Falso. La propuesta de nombrar a Fajardo ha ido al menos dos veces en el orden del día de la reunión semanal del Ejecutivo y siempre ha decaído por la exigencia del socio nacionalista. Pero al decir públicamente que la culpa era del PSOE, el PSOE tardó medio minuto en ordenar que volviera la burra al trigo, es decir, que se volviera a presentar la propuesta de nombramiento de Fajardo. Eso obligó a Clavijo y a los suyos a asumir por fin su parte del trato: nombrar los altos cargos que corresponde designar a su socio. O mejor dicho, a su socia, Patricia Hernández, que se supone está capitaneando todo este proceso de nombramientos del Gobierno del que es vicepresidenta. Lo malo es que junto a Fajardo, de los pocos nombramientos con cabeza que ha hecho este Ejecutivo, el Gobierno ha designado viceconsejeros a José Francisco Armas (Relaciones con el Parlamento, Transparencia y Juventud (¿?) y a Rafael Yanes (Empleo y Emprendeduría). Los dos primeros estaban cantados desde hace tiempo. Fajardo, injustamente apartado de las listas al Parlamento regional en las elecciones de mayo, es un profundo conocedor de la política canaria. Trabajador, prestigioso abogado, hábil en el manejo de la negociación política, dirigió el grupo parlamentario socialista en la pasada legislatura con mucho criterio y el reconocimiento de propios (que ya cuesta) y extraños. Su nombramiento viene a cubrir un hueco indispensable en la Consejería de Presidencia, Justicia e Igualdad, a medio camino entre el titular de la cartera, Aarón Afonso, y la polémica directora general de Relaciones con la Administración de Justicia, Lourdes Quesada, llamada a ser destituida (o a admitirle su renuncia) en cuanto ella y Afonso comprendan los motivos que llevaron al nuevo viceconsejero a exigirle lo mismo cuando era secretaria general del Servicio Canario de Salud designada por el PP. Los alambicados caminos de la política tienen estas cosas cuando se tropiezan con la indecencia: si en el pasado pediste la cabeza de un cargo público por un comportamiento impropio, parece incompatible compartir responsabilidades políticas con ese mismo cargo público, salvo que te haya picado el mismo mosquito de la sorimba que se reproduce en los conductos del aire acondicionado de las sedes del PSOE canario. Pero doctores tiene la Iglesia, oiga, por lo que quedamos a la espera de lo próximo que se diga desde el púlpito.

Impugnada la lista de Spínola